Rescate a contrarreloj en los parkings subterráneos: "Puede ser una tragedia"

Los servicios de emergencia intentan despejar los litros de agua que lo niegan todo y no saben qué se encontrarán

Alfafal / Paiporta / AldaiaLa escena es tenebrosa. Conseguimos entrar dentro del operativo de los equipos de rescate en uno de los puntos más críticos, el parking subterráneo del Mercadona de Paiporta, junto a Valencia. La rampa de salida de los vehículos es ahora la bajada a una enorme piscina, de unos 2.000 metros cuadrados. El agua se ha oscurecido por el barro y la gasolina. Sólo le ilumina una línea de leds que se han caído de la pared. flotan una decena de globos de colores con nombres. Adrian, Ada. Como si alguien hubiera celebrado cerca un cumpleaños interrumpido por el temporal. También flota un cayuco hinchable con dos bomberos. Uno lleva una caña de bambú larga, con la que va golpeando contra el suelo de esta piscina de dos metros de profundidad. Y toca algo duro: hay un coche.

Toca sacarlo. ¿Hay alguien dentro? No lo saben. En este punto de la zona cero de la DANA hay bomberos que han venido de Madrid, Zaragoza e incluso Baleares. La policía les ha enviado a vaciar este párking porque "debe haber muertos". Por la mañana, los buceadores de la Guardia Civil realizaron una exploración y detectaron posibles víctimas, pero no hay nada claro. Una buena metáfora de la situación en la Comunidad Valenciana. Por el momento, no han encontrado nada. Antes, desde el cayuco, han pinchado unas "cosas blandas" y han sospechado. Se han puesto en el peor escenario, pero eran plásticos. Los bomberos del cayuco consiguen atar el coche hundido con una cuerda que le une a un todoterreno. Una rueda mecánica comienza a sacarlo a la superficie. Es blanco. Es un Seat. Es un Ibiza. Todos los cristales están rotos. Y la pregunta inicial queda resuelta: no hay nadie en su interior.

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Pero quedan dos metros de agua para bombear hacia afuera. El ritmo, según fuentes de los Bomberos, es de unos 25 centímetros cada dos horas. Será largo. Los equipos de rescate están asombrados porque la policía les ha avisado de que allí dentro podía haber gente, pero prácticamente no están encontrando coches. Lo hacen picando con la caña. Es la única forma mientras el nivel del agua no baje. Si se sumergen, el agua contaminada impide la visión. Ahora mismo todo es incertidumbre. Lo es en el Mercadona de Paiporta, pero también en otros muchos parkings subterráneos, de negocios o privados, que todavía están anegados de agua y que también se han convertido en piscinas enormes.

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Debemos entender que los estragos de la DANA han creado una fórmula matemática que siempre tiene el mismo resultado: parking subterráneo es igual a dos metros de agua que lo niegan todo, también la vida. Y apenas este sábado han comenzado las labores de achique en muchos puntos. En Alfafar, también en las cercanías de Valencia, en dos calles hay dos párkings anegados por el agua. En uno los vecinos no echan de menos a nadie, pero no pueden hablar de los inquilinos que no viven en el blog. En el otro, fuentes de Protección Civil hablan de ocho desaparecidos. Los párkings fueron el escenario de muchos dolores. Un joven de Paiporta cuenta la historia de una amiga suya, Maria, que vio a sus padres desaparecer ante ellos. Bajaron al párking para sacar a los coches fuera. La hija y el hijo, ambos menores, intentaron darles la mano, pero no consiguieron cogerla. Los parkings son todavía una posible nueva catástrofe por descubrir. La rapidez del agua sorprendió a muchas personas, y las que sobrevivieron repiten dos frases: "No nos avisaron con tiempo" y "Hasta hace poco nadie nos había venido a ayudar".

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Lleno a rebosar

Cuando preguntas a los equipos de rescate por un párking en el que se pueden haber perdido muchas vidas, muchos hablan del Mercadona de Paiporta, pero también del centro comercial Bonaire de Aldaia, uno de los mayores de Valencia. Y todavía no se sabe el alcance de la tragedia. Un mando de la Policía Nacional da una cifra escalofriante: se calcula que en el parking subterráneo hay 600 vehículos. "Estamos a la espera, pero los pronósticos no son buenos", comenta. El agua sigue cubriendo casi dos metros de este gigantesco aparcamiento, con más de 3.000 plazas. Desde este sábado, bomberos de todas partes y efectivos de la Unidad Militarizada de Emergencias (UME) bombean el agua para sacarla al exterior. "Aún no se ve nada", repiten los efectivos. "Puede ser una tragedia", admite un trabajador del centro comercial. Aquel día estaba allí y se logró refugiar en un edificio adyacente. Asegura que hay trabajadores desaparecidos y que el martes, el día de las inundaciones, vio de todo. Cadáveres flotante, vehículos flotando, personas nadando y pidiendo auxilio horas y horas después de la gran ola.

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Mientras el interior sigue siendo una incógnita turbia, el exterior es desolador. Al igual que en el Mercadona, el hedor de podrido de cientos de productos alimenticios tirados por todas partes impregna el ambiente. Todo está destrozado y no hay nadie. Solo rompe el silencio el sonido de los camiones de Bomberos bombeando el agua. A la salida, unos agentes de la Policía Nacional detienen el vehículo con el que viaja el ARA. Creen que somos ladrones. Cuentan que los saqueos en este centro comercial son muy habituales, sobre todo a esa hora, cuando ya es de noche. Poco después, los agentes dan un dato escalofriante. Hay que tener presente que en toda la Comunidad Valenciana ha habido un centenar de detenciones por saqueos, según el último balance. Sólo en el centro comercial Bonaire ha habido 63.

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Los coches

El paisaje de las poblaciones cercanas a Valencia es desolador. La destrucción es total y nada arbitraria, simplemente está por doquier. Las fuertes lluvias en el interior desembocaron en un tsunami que explotó llegando a la costa, donde ni siquiera llovía. Si en Mira, Utiel y Chiva la devastación era indescriptible, en Alfafar, Paiporta y Massanassa lo es aún más. Más coches, más barro, más destrozos y más víctimas. Los vecinos vivieron escenas que nunca se marcharán, como dormirse sabiendo que has tirado cuerdas y sábanas desde el balcón a personas a las que se llevaba la corriente y que nunca pudieron coger. Lo cuenta Isabel, todavía afectada porque entre estas personas había niños. O despertarse con cadáveres en medio de la calle, o debajo de un coche. Lo explica Sergio, que añade que hasta ahora quien sacaba los cuerpos ocultos eran los propios vecinos. Aún hay coches por abrir. Algunos tienen una X marcada, o una R (de registrado) escrita. Quiere decir que ya han sido abiertos.

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Cada día se escriben nuevas desgracias y no parece que, por ahora, haya freno. Según fuentes policiales, este sábado un hombre observó desde un primero que en los bajos de enfrente había algo tendido en el suelo. Era un cadáver. En la calle de al lado, según las mismas fuentes, unos vecinos echaban de menos al residente de los bajos y han intentado acceder a su piso. Lo han encontrado muerto.