Inmigración

Salt, a un año de unas elecciones bajo la amenaza del auge de la extrema derecha

La desigualdad socioeconómica y la guetización urbana amenazan con convertir el pueblo multicultural de Salt en un escenario idóneo para el radicalismo derechista

SaltA finales de mayo del 2023 se celebrarán unas elecciones municipales en todo el Estado, que reflejarán las diferentes tendencias políticas de los últimos años proyectadas a escala local. En Salt, población que tiene 32.230 habitantes según datos del 2021 del Institut d'Estadística de Catalunya (Idescat), será el momento de comprobar el grado de crecimiento, de consolidación o de retroceso de diferentes variables. Factores como la presencia creciente de regidores de extrema derecha en el pleno o el alto porcentaje de personas de origen extranjero en el pueblo, sumados a la poca incidencia política que tiene esta comunidad por el hecho de no tener derecho a voto, junto con la poca interacción entre estos vecinos y la comunidad autóctona, son esos vertebradores de una probable tormenta en las próximas municipales.

El pleno municipal de Salt se compone en este mandato (2019-2023) de siete regidores de ERC, cinco del PSC, cuatro de JxCat, tres de Vox y dos de IPS-CUP. El partido de extrema derecha es el que ha crecido más en comparación con el resultado de las elecciones municipales del 2015: en los últimos comicios consiguió 1.117 votos, cifra que representaba un crecimiento de un 37,60% y que lo sitúa a solo 44 votos de su mejor resultado, obtenido en las municipales del 2011. Desde el equipo de gobierno, formado por una coalición de ERC y JxCat, se destaca que Vox sí que experimentó un fuerte crecimiento en Salt en 2011, que es cuando entró en el Ayuntamiento con tres regidores, pero resaltan que desde entonces no han incrementado el número de regidores. De hecho, en los últimos años el aumento de este partido se está produciendo en otros puntos del territorio en unos porcentajes más elevados que en Salt.

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Para Andreu Bover, jefe del área de Ciudadanía e Inmigración al Ayuntamiento de Salt, donde trabaja desde el 2005, los elementos que explican la presencia de este partido en Salt son “la pobreza de una parte del pueblo, especialmente la zona del barrio centro, donde viven gran parte de las familias inmigrantes, y el desconocimiento entre estas familias y la comunidad autóctona”.

"Porras y escobas"

A estos elementos, Joan Martín, portavoz del principal partido de la oposición, el PSC, añade: “Hay una falta de previsión por parte del consistorio, mucha dejadez política y falta de seguridad. Además, en este mandato, tanto el PP como Cs no tienen representación dentro del pleno, y parte de este voto ha ido a parar a la extrema derecha”. Cris Sibina, portavoz de IPS-CUP, afirma: “En Salt tenemos un cabeza de lista de Vox (Sergi Fabri) que es una persona muy bien posicionada socialmente. Se lo han trabajado mucho, tienen diferentes espacios entre entidades y barrios concretos donde se saben mover muy bien. En las redes sociales difunden un argumentario muy fácil «de porras y escobas», que decimos nosotros, centrado al quejarse por una supuesta falta de policía y limpieza, y esto es lo que venden”.

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Para Andreu Bover, existe “una fractura como escenario ideal en el cual un partido de extrema derecha como Vox tiene margen para fortalecer su discurso”. El granero más importante de votos de este partido es el sector de Massana, donde la mayoría de residentes son personas que se han ido del sector centro, ahora zona guetizada y donde reside la comunidad inmigrante, y que aspiran a diferenciarse así de esta zona del centro, creando una frontera invisible, que se suma a la otra línea divisoria de Salt, que es la calle mayor que parte el pueblo entre el barrio centro masificado y el barrio viejo y la zona del vecindario ocupada por familias autóctonas. “Yo me he encontrado con niños y jóvenes del sector centro que casi nunca pasean por el barrio viejo, y gente adulta del barrio viejo que intentan evitar pisar el sector centro”, dice Bover.

La consolidación de este espacio político tanto a escala nacional como, especialmente, estatal es una evidencia, hecho que incide directamente en la percepción que tiene la gente de este partido. En Catalunya, desde las últimas elecciones autonómicas, el partido de extrema derecha es una fuerza política con presencia en el Parlament, es la cuarta formación con más diputados (11) de un total de 8 partidos políticos con escaños; y en el ámbito estatal es ya una fuerza que gobierna en una comunidad autónoma, en Castilla y León, y que sostiene dos gobiernos autonómicos más, en Murcia y Madrid.

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En cuanto a la incidencia que tienen los regidores de extrema derecha en el día a día del consistorio, tanto el PSC como IPS-CUP reconocen que en este mandato ha habido un acuerdo tácito entre el resto de formaciones políticas de no dar espacio para debatir con ellos, ni siquiera cuando presentan mociones en el pleno. Cris Sibina (IPS-CUP) resume: “El primer año de este mandato, Vox presentaba mociones, y nuestra postura fue votar sistemáticamente en contra sin entrar a argumentar, para no dar pie a ningún diálogo con ellos, y así neutralizar su discurso. De hecho, estos dos siguientes años no han presentado ninguna moción porque se han dado cuenta que no tienen ningún espacio de debate”.

Por parte del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Salt (ERC y JxCat), se afirma: “Es un aumento basado en discursos y mensajes populistas que calan en situaciones de crisis como las que se han podido vivir por todas partes durante los últimos años”. Y añaden, respecto al impacto de este aumento en el día a día del consistorio: “Las políticas del actual equipo de gobierno se basan en un programa electoral y en un plan de acción municipal que es una hoja de ruta basada en las convicciones propias y que no está supeditada a la presencia de unos u otros partidos en el consistorio. Hagamos políticas para estar junto a la gente, mejorando su bienestar diario, garantizando derechos básicos como la vivienda y la seguridad, fomentando la inclusión y la cohesión, potenciando la formación y la educación para mejorar la empleabilidad de nuestros vecinos y vecinas".

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Con pocos recursos y sin derecho a voto

Salt cuenta con un 40,80% de personas nacidas fuera del estado español, un 38,53% de personas con nacionalidad extranjera y un 38,82% de personas en edad de voto (mayores de 18 años) empadronados en el municipio pero sin derecho a voto porque tienen nacionalidad extranjera, según datos del Idescat (2021).

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“La comunidad inmigrante –afirma Andreu Bover– es un colectivo muy pobre, con mucha movilidad y, por lo tanto, con interlocutores cambiantes. Tampoco hay sentimiento de pertenencia a este pueblo, pero ni de la comunidad inmigrante ni de los autóctonos. Cuando hablas con los vecinos autóctonos, notas que buena parte prefieren identificarse como vecinos del barrio en el cual residen antes de identificarse como saltenses, para esquivar así la estigmatización del pueblo”.

Además de la falta de derecho a voto de más de un tercio de los vecinos y vecinas del pueblo con edad para votar, es importante remarcar la poca participación de la comunidad inmigrante en los espacios políticos del municipio, que también se refleja en el abstencionismo en las municipales de los vecinos inmigrantes con derecho a voto. Para Salima Abdessamie, vecina de Salt y coordinadora técnica de la Asociación Azahara, entidad que trabaja en la creación de ecosistemas de emprendimiento social y cultural, se tiene que incidir en la representatividad institucional de las personas inmigrantes en Salt: “Yo veo principalmente que hay un vacío político que se tiene que llenar con personas inmigrantes que compensen la balanza, porque si tenemos partidos que no consiguen interpelar a la comunidad inmigrante por el contenido de sus programas o por las personas que componen sus listas, quienes tienen que ser atrevidos y dar un paso adelante son los jóvenes racializados de este pueblo que tienen edad para poder votar y ser votados”.

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“La comunidad inmigrante –afirma Joan Martín (PSC)– tiene que ser consciente de que convive en un municipio, que accede a unos recursos y que es parte necesaria para que esto sea posible. Por lo tanto, si son conscientes de que los servicios son responsabilidad del Ayuntamiento y que, dependiendo de quien haya en el Ayuntamiento, la gestión será de una forma o de otra, se sentirán corresponsables, y esto ayudará a hacer que se impliquen”.

La convivencia beneficiosa

En cuanto al papel del consistorio en la creación de espacios de diálogo entre las dos realidades de Salt, Cris Sibina (IPS-CUP) indica: “Hay conciencia cero por parte del equipo de gobierno. La gente que acaba votando a Vox en este municipio son en gran parte personas vulnerables que buscan algún refuerzo o apoyo. Que encuentren este apoyo en un partido de extrema derecha en lugar de encontrarlo en una parte del consistorio o el resto de formaciones es lo que se tiene que evitar. Espacios como el Sindicato de Vivienda o Salt’Educa son herramientas transformadoras en este sentido”.

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“Desde el consistorio se han ido haciendo cosas –afirma Salima Abdessamie– en colaboración con las entidades del pueblo, pero creo que hace falta una voluntad clara. Hay que cuidar los conceptos que se utilizan para hablar de la gente inmigrante, así como de las imágenes que se difunden desde el Ayuntamiento. Si cogemos una publicación sobre ayudas recibidas, por ejemplo, no puede ser que siempre salgan jóvenes racializados en la foto, cuando en realidad son un porcentaje muy bajo del total de concesiones de la ayuda, porque esto crea un imaginario que estigmatiza y consolida un relato falso”.

Para Andreu Bover, ni en Salt ni en Catalunya se está resolviendo adecuadamente la cuestión migratoria: “Tampoco hubo ningún trabajo de reconocimiento de la inmigración española, y todavía hoy sufrimos las consecuencias. Hace falta que haya un proyecto de convivencia que tenga en cuenta la singularidad de Salt, hace falta un espacio de encuentro físico y permanente dedicado a la memoria de la inmigración. Yo recuerdo hablar con un amigo de origen subsahariano que me explicaba lo que llevaba en su mochila cuando empezó su trayectoria migrante con destino final en Catalunya, y me recordaba a la conversación con un vecino proveniente de Andalucía que se instaló en Salt en los 90, y la única diferencia entre las dos mochilas era que mientras que el vecino subsahariano llevaba el Corán, el de Andalucía llevaba la Biblia. Ha de haber un espacio dedicado a la memoria de las migraciones que pueda servir para debatir y para buscar la reconciliación a través de todo el que nos une”.

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Salima Abdessamie afirma que hay convivencia en Salt y puntualiza: “Conflictos siempre hay, como todo en todas partes, pero creo que en Salt hemos llegado a un punto de interacción positiva entre las personas que componen las dos realidades. Recuerdo cómo una vecina que está okupando un piso me explicaba su relación con una abuela del bloque: al principio la abuela catalana la veía como una amenaza a su tranquilidad, una okupa más, pero al observar cómo la mujer cuidaba a sus hijas y el piso, y cómo interactuaba con los otros vecinos, un día la abuela hizo un pastel y se presentó ante la puerta para preguntar si podía entrar. Desde entonces son amigas”.

El portavoz del PSC opina: “Yo creo que los espacios de diálogo existen, pero no en los ámbitos donde pueden tener más efecto, como podrían ser los centros educativos, debido a la segregación, que se tiene que ir revirtiendo de acuerdo con la realidad del pueblo pero sin criminalizar la concertada, porque también hace una función social”. Y añade que para evitar que la extrema derecha siga ganando votos “hace falta que el Ayuntamiento trabaje para que sea agradable vivir en el municipio, que la gente no tenga miedo y que tengan sus necesidades cubiertas; porque convivencia es también que la gente no viva con sensación de dejadez y de inseguridad”.

Una tormenta que evitar

Preguntados por un posible escenario electoral en el cual la extrema derecha reforzara su presencia en el pleno a las próximas municipales, el equipo de gobierno argumenta: “Lo repetimos: el día a día del consistorio no está supeditado a la presencia de un partido u otro. Nosotros nos debemos a nuestros vecinos y vecinas, a sus necesidades, y por responsabilidad no permitimos que ningún partido nos marque la agenda y, menos, la extrema derecha”.

Salima Abdessamie concluye: “Antes que nada, espero que esto no pase, porque en Salt tenemos una convivencia buena pero muy frágil, y más crecimiento de la extrema derecha podría suponer un gran retroceso. Pero soy realista y sé que para que esto no pase el resto de partidos políticos tienen que ser atrevidos, interpelando a la otra mitad de Salt y escuchándola”.