Universidad

Terminar con el abuso de poder de algunos profesores: la nueva asignatura de la UPF

La universidad acelera los cambios para erradicar las actitudes intolerables hacia ciertos colectivos, sobre todo doctorandos

BarcelonaNo es tolerable que un estudiante de doctorado imparta todas las clases que tiene asignadas su director de tesis. Ni que le toque corregir los exámenes de la asignatura. Aunque el propio profesor firme también los artículos del doctorando sin haber escrito ni una línea. Tampoco que el director de tesis le pida cuidar a sus hijos una tarde. Son situaciones que se han dado recientemente en la universidad catalana y que la Universidad Pompeu Fabra pretende corregir: se busca un cambio de cultura de todos sus miembros para combatir el abuso de poder.

No se trata de hacer una lista de cosas prohibidas, sino de dar ejemplos claros de situaciones que no son tolerables en las relaciones jerárquicas dentro de la institución y también las que sin poder calificarse de abuso de poder pueden generar malestar. Por ejemplo: ¿es normal que la doctoranda y el director de tesis queden al anochecer a tomar una copa para hablar de una cuestión académica? Son escenarios que pueden generar incomodidad al estudiante y que pueden hacer que se confundan los roles de cada uno.

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La UPF ha impulsado una serie de medidas para combatir el abuso de poder, conscientes de que durante muchos años ha habido una cultura de cierta tolerancia en la misma universidad hacia actitudes que deberían ser intolerables. Desde la institución que lidera la rectora Laia de Nadal se admite que ha habido cosas que no se han hecho bien y que la presión mediática de los últimos meses, a partir de los casos aparecidos en prensa, ha acelerado los cambios. Entre ellos los del catedrático Vicenç Navarro o el subdirector de estrategia de la escuela de negocios BSM, ambos destapados por el ARA. Admiten que el abuso de poder, en una institución tan jerárquica, está arraigado y será necesario tiempo para corregirlo: tanto en la mejor gestión de los casos actuales como en la prevención de situaciones futuras.

Desde que la actual rectora requirió en marzo que se adelantara en esta dirección, el equipo de trabajo, que ha recibido asesoramiento externo de una entidad, ha identificado a los doctorandos como el colectivo sobre el que más énfasis hay que poner. Son un grupo numeroso, con cerca de 1.300 personas, a la vez que muy atomizado, algo que les hace más "vulnerables" y con un riesgo de abuso "más elevado", según fuentes de la propia institución. Una de las medidas, por ejemplo, que se incorpora de la cultura anglosajona, es que las personas que han sufrido una situación de abuso de poder y esto haya podido afectar a la nota final de su doctorado, pueden reflejarlo a través de un documento confidencial. "La nota que sacó esa persona debe entenderse en un contexto de abuso de poder", relatan. Esto no debe perjudicarle en sus nuevos retos profesionales.

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Así, la UPF impulsará formación entre su comunidad con relación al abuso de poder –"tangible y práctica", aseguran– para que la gente tome conciencia de lo que significa y cómo se manifiesta. Será obligatoria para los nuevos miembros y voluntaria para quienes ya forman parte de la institución, aunque se darán incentivos para que todo el mundo se implique. También se implementarán acciones para mejorar la detección e instrucción de nuevos casos, como la formación específica en perspectiva de género para los funcionarios que deben instruir las denuncias de acoso o abuso de poder. En el campo del acompañamiento y reparación la UPF se compromete a pronunciar "disculpas institucionales" y el reconocimiento público de los errores cometidos durante el pasado si es necesario.