Tres denuncias de abusos sexuales contra un profesor de hípica

El hombre ya había ido a juicio por un cuarto caso y salió absuelto por falta de pruebas

Albert Llimós Bifet
y Albert Llimós Bifet

BarcelonaTres mujeres denunciaron el pasado 13 de abril Xavier P., profesor de hípica de Vilallonga de Ter, en el Ripollès, por abusos sexuales. Tres denuncias que llegan después de que la sección tercera de la Audiencia de Girona lo absolviera este pasado mes de marzo de abusar sexualmente de una chica de 15 años. El ARA, además, tiene constancia de una quinta chica a quien presuntamente el profesor hizo tocamientos, pero que, de momento, no ha querido cursar la denuncia.

El primero de los casos data de 1996, cuando Cristina tenía 17 años. En verano iba a la hípica a ayudar, pasando muchas horas ahí, incluso quedándose a comer con la familia de él, propietaria de la hípica. Un día el profesor la cogió desprevenida, empezó a hacerle cosquillas y le tocó los pechos. Ella se lo sacó de encima y el día siguiente lo explicó a sus padres. No hubo denuncia. Era otra época. El tema se cerró con una conversación entre Xavier y el padre de Cristina, que lo advirtió de que si volvía a pasar un hecho similar lo denunciaría. “No lo negó, pidió disculpas”, recuerda Cristina.

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El caso de Sonia se remonta a hace poco más de una década. Lo conoció cuando tenía 16 años y fue a las colonias que él organizaba. Notó que rápidamente hubo cierto favoritismo hacia su figura, él era muy cariñoso con ella. El segundo verano, cuando una monitora se puso enferma, el profesor se quedó a dormir en uno de los bungalós donde estában las menores descansando. De buena mañana, entró en la habitación de la chica y empezó a darle besos en la cabeza y hacerle caricias en el cuello mientras ella se quedaba confundida sin saber reaccionar. No pasó nada más. Hasta que unos meses más tarde, le pidió que le ayudara a cuidar de los caballos en un encuentro en l'Hospitalet de Llobregat. Fueron a comer y él la siguió al baño, donde la abrazó y le tocó el culo. Sonia pudo salir pero él la siguió. Se sentó en un banco, empezó a darle un masaje y le tocó los pechos por debajo de la camiseta.

El mismo patrón veinte años más tarde

Marta es la tercera denunciante que lleva la abogada Carla Vall. Empezó a ir a las colonias de Vilallonga de Ter cuando tenía 13 años. Durante los primeros años notaba que el profesor era muy cercano, a veces le tocaba el culo con la excusa de ayudarla a montar, pero ella no le daba ninguna importancia. “Monto desde los seis años, sé subir al caballo, no hace falta que me toque el culo para hacerlo”, relata ella, que a partir de 2015 iba los viernes a una hípica de la Floresta donde el profesor daba clases. El invierno de 2016, cuando habían acabado el entrenamiento, él la cogió por detrás y la empezó a acariciar por el vientre, subiendo poco a poco, mientras le cuchicheaba cosas a la oreja. Ella estaba paralizada. Por suerte, una compañera que había ido al baño apareció en el lugar donde se encontraban y permitió que Marta se escapara del profesor. “¿Qué hubiera pasado si la chica no hubiera aparecido?”, se preguntaba. Se lo explicó a una amiga pero no dijo nada en casa: “No quería perder todo aquello. Tenía la percepción que si lo explicaba me quedaba sin nada, que perdería lo que me hacía feliz: decidí que era mejor callarme”.

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Durante los últimos meses, a Marta se le removió “ todo” lo que había vivido en la hípica. Lo había aparcado durante unos años pero de repente se echó a "llorar", consciente que “con 16 años no tenía los recursos psicológicos para tratar esta situación”. Ahora sí. Y al enterarse que había otro caso que había llegado a los juzgados y que podía repetirse la escena que tanto le sonaba con otras chicas, decidió que tenía que hacer algo para evitarlo.