Cómo era de pequeña...

Araceli Segarra: "En el barrio teníamos una infancia completamente descontrolada"

Desde muy pequeña, cuando todavía no sabía qué era escalar, ya subía por todas partes

Araceli Segarra (Lleida, 1970) es alpinista y creadora e ilustradora de la colección infantil "Los viajes de la Tina" (Alpina). A sus 26 años se convirtió en la primera mujer del Estado en coronar el Everest. Ahora publica “Expedición al techo de vidrio” (Rosa dels Vents).

De pequeña ya subía. “De casa al horno había unos muros cuyas piedras salían. Aún no sabía ni el concepto de escalar, pero recuerdo que pasaba por los muros de ida y vuelta. Subía por todas partes, corría, saltaba... Cuando tienes una infancia que no te controlan, potencias tus libertades. No le tienes miedo a nada porque nadie te está diciendo que no puedes hacerlo. En el barrio teníamos una infancia completamente descontrolada. Aunque era una ciudad, todavía había muchos espacios abiertos y yo vivía ante un enorme descampado y allí te pasabas todo el día”.

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Araceli fue a la Escuela Magí Morera, en el barrio de la Mariola. “Cuando yo era pequeña no era el mejor barrio de Lleida, pero no estaba tan mal como ahora, está muy estropeado. Yo podía ir al colegio sola, caminando, con seis años”. La escuela no le gustaba mucho. Explica que “el estilo de enseñanza de los 70 no era Montessori, no se trabajaba por proyectos. Y la educación era algo deficiente. Yo veo que tengo una carencia de conceptos de historia, de filosofía, que los he adquirido a posteriori”.

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Le pregunto a qué jugaba de pequeña. “Hacía siempre actividad deportiva. Había un bancal de arena y saltábamos en longitud, nos perseguíamos, corríamos, todos los juegos eran de acción. Hasta sexto, la escuela era segregada, iba sólo con chicas. Luego nos mezclaron y un profesor se ofreció para enseñarnos a jugar a voleibol. Pintamos una pista en el patio y aquí sí que empezamos a jugar juntos”.

No era una época de extraescolares. “No había muchos ni en casa tenían muchos medios. Recuerdo que de menor iba a bordar. Sé bordar a máquina. Y después hacía atletismo. Mi hermano hacía piragüismo y con nueve años me iba con él. Siempre he tenido un hermano con el que me he ligado al tema del deporte”. Araceli tiene tres hermanos mayores, todos chicos. Y fue gracias a lo más grande que hace montaña. “Él me conectó con el centro excursionista en el que él hacía espeleología. Yo tenía unos catorce años y me abrió ese mundo. Y ya no paré”.

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La influencia de los hermanos

Los padres se dedicaban a la hostelería. “Se pasaban la vida trabajando. Y eran ellos solos”. ¿Y cómo se tomaron su afición a la escalada? “Estaban más contentos de que los fines de semana me fuera a la montaña que a la discoteca. Si tú ves a tu hija que no se compra pintalabios, no se pone tacones, no va a la discoteca, sino que te pide un piolet y una crema de cacao para irse a la montaña... Ahora, era más peligroso lo que yo hacía”.

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¿Cómo te iniciaste en el dibujo? “Recuerdo que de pequeña, en una fiesta mayor del barrio, hice una carrera de sacos. Soy muy competitiva y la gané. De premio me dieron una caja de acuarelas. Y es como si el destino hubiera juntado esas dos cosas. El deporte, la competitividad y el dibujo. Y no he parado”.

Le pido un consejo para un niño que quiere ser alpinista. “Mejor sería un consejo para los padres, que no saboteen la increíble capacidad que tienen los niños de aprender. Y esos temores que vamos ganando con los años, intentar retrasarlos. Si tiene miedo, calla, no lo transmita. Que los niños traten de hacer cosas y si no les sale no pasa nada. Ahora existe la necesidad de la inmediatez, pero la naturaleza es como la vida, no puedes pasar pantallas rápidamente, tarda un tiempo”.

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