Cómo era de pequeña

La escritora Carme Riera: "Me costó mucho aprender a leer"

Su abuela le despertó la vocación por contar historias y aprendió a leer gracias a Rubén Darío

25/12/2025

Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948) es escritora y catedrática en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Galardonada con los premios Nacional de Narrativa, Josep Pla, Crexells y Lletra d'Or, entre otros, publica Gracias, unas memorias literarias de cincuenta años de escritura.

Pasó su primera infancia en una casa grande, en el centro de Palma. "Era muy húmeda. Recuerdo las baldosas llenas de agua, la cama mojada como si te metieras en el mar. Y, por otra parte, tenía un jardín que me gustaba mucho porque podías correr y sentirte un poco libre". La casa tenía tres plantas. "Cada uno tenía un piso: mis padres vivían en la parte baja, la abuela y mi tía vivían en el principal, y arriba, en el tercer piso, el abuelo". El abuelo era todo un personaje: "era muy divertido, tenía un gimnasio, una biblioteca, iba en bicicleta desde las 7 de la mañana hasta las 2, se bañaba en el mar fuera verano o invierno, era bastante exótico".

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Carmen es la mayor de tres hermanos. "Yo vivía con la abuela y, en el piso de abajo, mis hermanos, dos chicos, vivían con mis padres. La abuela fue muy importante para mí. Arriba con ella me sentía la reina del mambo". La abuela fue una gran influencia a la hora de contar historias "porque me contaba cosas que creo que no había dicho a nadie y yo recuerdo que la miraba con unos ojos boquiabiertos".

El padre era profesor de Filosofía ya la madre, que había estudiado Lenguas Semíticas en Barcelona, ​​"no la dejaron trabajar y era ama de casa." Mamá era una belleza. "Eso me marcó mucho, porque cuando era niña decían: ay, qué lástima que no se parezca a su madre, es clavada a su padre. Y entonces me miraba en el espejo y pensaba, me saldrá bigote un día. Tenía esa sensación de la niña fea".

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Escribir cartas

Fue a la escuela Sagrat Cor, en Palma, y ​​fue de las últimas en clase en aprender a leer. "Me costó mucho. El método me aburría. Entonces, ¿sabes qué hacía? Cuando me pasaban un libro para leer, me inventaba lo que decía. Y las monjas telefonearon a casa y dijeron a mamá que no podía hacer la primera comunión porque era muy retrasada". Rubén Darío fue la solución: "Mi padre, en las vacaciones de Navidad, me leyó la Sonatina del Rubén Darío. Y me quedé tan boquiabierta que la intención de aprender a leer fue rápida y aprendí con un profesor particular". Del esfuerzo se puso enferma. "Tuve anginas y las monjas me dijeron escribirme cartas con las compañeras, y por eso yo digo siempre que nací en la literatura con una carta". ~BK_S. "De niña empecé haciendo poemas en castellano. Y después un diario, que nunca he publicado, de esa época. Pero ya de adolescente es cuando empecé con las narraciones". Estudió en el Instituto Joan Alcover, de Palma. "Allí encontré a la profesora de francés, que era Aina Moll, y me dijo: están muy bien estos poemas que haces, pero saldrían mejor en catalán. Y nos daba unas clases extras de catalán. Fue muy importante porque fue el cambio de lengua". En el instituto conoció a su marido. "Me enamoré de un profesor y me casé con él, pero claro, me llevaba 10 años. Era profesor de física".

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Cuando le preguntaban qué quería ser de mayor decía que médico. "Porque la familia de la madre, en Barcelona, ​​eran médicos. El abuelo fundó la casa de la maternidad. Yo quería ser psiquiatra, que me contaran historias, pero me dijeron que no, que las niñas o letras o nada y, por tanto, hice letras. Cuando terminé la carrera mi padre dijo: ahora si quieres puedes hacer medicina, pero yo entonces ya tenía claro que quería escribir. Pero lo siento porque creo que no lo hubiera hecho mal".