¿Hay que regalar a los maestros?

BarcelonaLlega junio y vuelve a salir el tema de si es necesario hacer regalo a los maestros. Incluso le he preguntado al ChatGPT a ver qué opina y me dice que "es un gesto bonito si es algo sencillo y hecho con respeto". Claro que sí, haz un regalo a quien tú quieras, sólo faltaría. Puedes tener un detalle con el profesor de yoga, con la vecina que te guarda los paquetes o incluso regalar unas flores a la mono del esparcimiento que tu hijo ama tantísimo y que este año dice que pliega. Que estemos cuestionando el arte de hacer felices a los demás me hace plantear seriamente en qué nos hemos convertido. Sinceramente les digo que a mí regalar me hace muy feliz. Incluso más que recibir regalos porque nunca sé qué cara poner y siempre me hace sufrir que la otra persona piense que no me ha gustado. ¿Estoy a favor de hacer regalos? Siempre, sí.

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Lo que no me gusta es ver en qué se han transformado los regalos de los maestros. Lo hemos reducido todo a una dinámica de tansemenfotismo llamada bizum. Siento decir con orgullo y una media risita frases del tipo "Ah, yo no tengo ni idea de qué le han regalado, he pagado y listo". Ya nos viene bien que se ocupe la madre motivada de turno (lo siento, pero siempre suele ser una madre) y el resto ya le enviaremos los cinco euros, en el mejor de los casos. Que el sistema capitalista nos haya robado nuestro tiempo puedo medio entenderlo, pero que nos robe la ilusión de hacer un detalle es un problema enorme. Llega un punto que nos da igual si el regalo es un masaje o un fin de semana en un hotel encabezado. Circulamos por la vida como por el carril del Teletac: pagar deprisa y continuar. Perdonad, pero yo no quiero PAGAR regalos, yo quiero HACER regalos a la gente a la que estoy agradecida.

Por eso entiendo muy bien que algunos centros educativos recomienden no hacer regalos a los maestros y así evitar estos debates de chats grupales que pueden ser una fuente de conflictos. Hacer un regalo porque "toca" no tiene ningún sentido si no nos apetece o económicamente no nos va bien. Quizás alguna vez lo acabamos haciendo sólo por compromiso o para que el nombre de nuestro hijo también salga a la tarjeta. Y en serio que no hace falta.

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Lo que me han regalado

Ahora si queréis vamos a la parte jugosa y le cuento qué me han regalado a lo largo de los años. En muchos casos no lo recuerdo, pero no sufrís, a los alumnos les recuerdo perfectamente. Sé que en la ESO parece que no haya tanto vínculo y es todo lo contrario. Es una etapa delicadísima en la que les intentamos acompañar en todo lo que podemos y escuchamos muchísimo porque es cuando más lo necesitan. Precisamente en la secundaria es donde menos regalos recibimos (y no pasa nada, ¿eh?) pero yo recuerdo con especial cariño el año en que cada alumno me hizo un punto de libro porque sabían que me gusta mucho leer. El pasado año una alumna me regaló la bebida en lata roja para darme "energía" para los últimos días de curso. Incluso hubo un año en que un grupo de familias hicieron un pequeño donativo a una ONG en mi nombre. Sí, yo también hago flipar.

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Y ahora aprovecho que os tengo aquí para pedirles un detalle especial y es que nos ayudéis a volver a dignificar nuestro oficio. Que después del regalo de los maestros no llegue la cantinela de nuestras vacaciones. Que demasiadas veces nos sentimos cuestionados o poco valorados por las familias. Somos conscientes de que el reto de educar no es fácil y es muy importante que hagamos equipo y rememos en la misma dirección. No centramos el debate ni nos hagáis protagonistas del regalo de junio: buscamos la complicidad los 365 días del año.