Así hace de madre

Sandra Mestres: "Mis hijas a menudo me dicen que trabajo mucho"

Periodista y madre de Mia y Júlia, de 8 y 5 años. Conduce 'Bàsics', el programa de actualidad de referencia, cada noche en Betevé, entre las 19.30 y las 21 h, con análisis, debates, tertulias y entrevistas. También da clases de periodismo en la Universidad Pompeu Fabra

11/11/2025

BarcelonaConducir cada noche el Básicos ha implicado dar la vuelta a la logística familiar, pero ahora que todo está encarrilado y bien organizado siento que todo fluye. Realmente, en casa, yo he pasado de ser la referente por las tardes, las vísperas y las noches a ser la figura de las mañanas, quien lo prepara todo y quien las lleva a la escuela.

Las mañanas suelen ser más duras, ¿verdad?

— Todo el mundo sabe que las mañanas son fugaces, estresantes y también una lucha a contrarreloj. Pero el hecho de no poder estar tanto con mis hijas por las noches de entre semana hace que el tiempo que paso los viernes y los fines de semana sea de mucha calidad.

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Sin embargo, una madre periodista nunca desconecta del todo.

— Realmente es un reto añadido. Los periodistas debemos estar permanentemente conectados e informados de todo lo que ocurre, y lo de la desconexión digital cuando termina la jornada laboral no existe, especialmente cuando el trabajo es liderar y llevar adelante un programa diario de hora y media. Esta hiperconexión la tengo bastante interiorizada e intento hacerla compatible con la vida familiar, que provoque lo menos interferencias posible en la relación con mis hijas. Pero también es cierto que ellas a menudo me dicen que trabajo mucho.

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¿Cómo es el día a día?

— Es un remolino, con muchísimas cosas que hacer, en casa, con la familia y amigos, y en el trabajo. Es necesaria mucha organización. Estamos en un momento vital intenso, personal, familiar y laboral y, a menudo, es difícil de compatibilizar. Mi mantra es compartimentar, priorizar, ir paso a paso, en cada momento poner el foco en lo que toca.

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¿Cómo son tus hijas?

— La pequeña es muy autónoma e independiente y busca menos a la hermana mayor que la mayor a la pequeña. En cambio, Mia siempre ha necesitado a alguien con quien jugar y, en este sentido, busca a Julia como amiga y cómplice. Me encanta verlas jugar juntas y que todo fluya. Me llenan de orgullo los pequeños gestos, como el beso de despedida que se dan cuando se separan para entrar en el cole o el de buenas noches. También me fascinan las alianzas que ya empiezan a tejer cuando se trata de apoyarse en conflictos con sus padres. No sé si es la antesala de lo que serán sus adolescencias.

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¿Y cuándo no se entienden entre ellas?

— Aún nos encontramos en el estadio de los conflictos por los juguetes o por la forma de jugar. La mayor desempeña el papel dominante, de querer conducir la situación y, si no traspasa ninguna línea, tiendo a no intervenir. A su manera, ellas mismas terminan llegando a acuerdos y pactos que les funcionan. Pero cuando veo que se atraviesan las líneas del mal comportamiento o la falta de respeto sí que intervengo, porque es una buena ocasión para aprender cómo actuar para no herir al otro.

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Los conflictos son un buen momento para contar valores.

— Ahora mismo estamos trabajando la generosidad, la importancia de saber compartir, y también cómo gestionar la frustración y los arrebatos o las rabietas. Con la mayor, que empieza a vivir un incremento de los deberes de la escuela, ha llegado el momento de transmitir el valor del esfuerzo y la constancia.

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¿Y con la pequeña?

— Aún nos encontramos en una fase más visceral, de sentimientos explosivos, de jornadas en las que ella misma es una montaña rusa. Empiezan a surgir conflictos, y para mí es muy importante darle las herramientas y que sepa defender lo que ella quiere hacer realmente, pero siempre desde el respeto y el cariño hacia los demás.

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Todos los días se puede aprender una gran lección importante.

— Aún todo este trabajo como parte del aprendizaje del hecho de ser madre y del proceso de crianza. Es decir, no hay que desanimarse si un día las cosas no salen como deberían salir. Hay que pensar que los niños, como los adultos, también tienen días buenos y otros malos. Y debe respetarse. Por eso, intento dejar reposar las cosas y, desde la calma, volver a contarlas otro día que todo vaya más redondo.

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¿Dónde te gusta ir, por ejemplo, los sábados?

— Ahora mismo lo que las hace más felices es algún sitio que tenga parque. Últimamente, el nuevo Parque de las Glòries es una muy buena opción para que lo pasen bien, aunque también les atrae mucho todo lo que son museos interactivos o basados ​​en experiencias. Pero, por encima de todo, te diría que un sitio donde haya columpio, tobogán y más criaturas es un éxito asegurado.