¡Qué lotería!
Isona nació el 22 de diciembre del 2022 con una hernia diafragmática
GeronaLa única certeza que tengo respecto a la maternidad es que es un proceso complejo por definición, en el que conviven sentimientos salvajes y de supervivencia y, al mismo tiempo, te sientes más vulnerable que nunca. Sin embargo, se complica aún más si algo no sale como esperabas, y es que es difícil remontar las expectativas, pero con algo de paciencia se puede conseguir.
Isona, nuestra hija, nació el 22 de diciembre de 2022 , el día de la lotería de Navidad, en Girona. Tuvo que ser trasladada de urgencias al Vall d'Hebron a causa de una hernia diafragmática con diagnóstico postnatal. Este susto nos hizo vivir la maternidad desde un punto de vista muy distinto; se nos desmontaron todas las expectativas, pero aprendimos el significado real de la palabra superación.
Es difícil expresar todos los sentimientos que nos invadieron cuando recibimos la noticia. De hecho, como madre he vivido una ambivalencia de emociones que jamás hubiera pensado que podían coexistir. Por un lado, la alegría con cada buena noticia de la salud de Isona y la ilusión de cada avance que lograba nuestra pequeña. Mientras, por otro lado, el miedo y la incertidumbre me paralizaban y me hacían sentir que no estaba a la altura de la situación.
Cuando nació Isona, teníamos el convencimiento de que nos había tocado el primer premio de la lotería. De hecho, claro, contábamos con algo que pensábamos que era cierto y seguro: el nacimiento cerca de Navidad, todo debía ir bien, tres kilos doscientos, una alegría inexpugnable. Pero las cosas se torcieron y el premio fue otro. Más grande, todavía.
Con su llegada, nuestra pequeña nos enseñó que si había alguien con ganas de vivir, era ella. Porque los inicios no son fáciles y menos si tienes que empezar en la UCI de recién nacidos del Vall d'Hebron, pero el azar tiene estas cosas; es aleatorio, te sorprende y te pilla desprevenido.
Sonrisas bajo la mascarilla
Pero si hablamos de lotería, podemos decir que, pese a la situación, nos tocaron los mejores premios, porque recibimos un amor desmedido; personas que hacían 100 kilómetros para abrazarnos o llevarnos un táper, los auxiliares, las enfermeras y los médicos que cuidaron a nuestra hija con tanto cuidado y ternura, los cirujanos que un 26 de diciembre nos hacían el mejor regalo de Navidad o la empatía de todos aquellos que, en situaciones parecidas, nos animaban en el salón del café con una sonrisa que se intuía bajo la mascarilla.
Ahora que hace un año de todo ello, me he dado cuenta de que en todo este proceso también he aprendido a escucharme más y sobre todo a ser amable conmigo misma. Después de un largo camino, puedo afirmar que llorar es sanador y necesario, que se puede abrazar la tristeza para que no tenga una connotación tan negativa, que el acompañamiento emocional de un profesional es imprescindible y que en la sanidad pública hace falta inversión en el servicio de atención psicológica perinatal, Lívia es excelente, pero ella sola no puede atendernos a todas. Isona, pero también de nosotros. Tenemos una familia y unos amigos que nos apoyan en todo y nos aguantan cuando estamos a punto de desfallecer, pero sobre todo tenemos unos profesionales sanitarios de calidad, nunca estaremos agradecidos.
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