Tony Estruch: "No ahogues a un hijo en tu pasado"
Experto en desarrollo personal, empresario y padre de Nahikari, de 4 años. Dirige la Fundación Geniotipo y publica '¿Para qué he venido a este mundo? Un viaje para conocer y potenciar tu talento' (Urano). También es autor de 'Geniotipo, descubre al genio que hay en ti'. www.fundaciongeniotipo.org.
BarcelonaEl otro día regañé a mi hija por primera vez. Ella se puso a llorar y se acercó para que la consolara. A mí, que era la persona que había causado su llanto, me veía también como la persona que le ayudaría a aliviarle. Me sentí la persona más horrible del mundo y, al mismo tiempo, me di cuenta de que estaba experimentando la inocencia en su máxima expresión.
Ser padre es convivir con unos seres asombrosos.
— Ser padre es una lección de presencia constante. Aunque te esfuerces en intentar inculcar a tu hijo unos valores basados en tu experiencia, es decir, en el pasado, estos valores son los tuyos, no los suyos. No ahogues a tu hijo en tu pasado. Él es vida presente. Tienes que darle la libertad de ser y eso implica amar de forma incondicional todo lo que es tu hijo, te guste o no.
A veces, los hijos hacen cosas desagradables.
— Cada vez que mi hija hace algo que no me gusta, me doy cuenta de que el problema lo tengo yo. Ella no tiene ninguna experiencia para saber si algo es correcto o no. En su forma de entender el mundo no existe el conflicto. Somos nosotros, los adultos, que hemos generado una forma de pensar dual, un patrón rígido que nos dice qué está bien y qué no. Cuando ella hace algo que yo no me permito hacer, tengo la oportunidad de liberarme de una creencia que me limita.
Ciertamente viven con menos coerciones mentales.
— Un niño no controla, no sabe lo que es el futuro o el pasado, ni le interesa saberlo. Él te acompaña allá donde lo lleves sin oposición alguna porque sólo vive en el presente, porque es completamente libre de ser quien es.
En el libro defiendes que es posible vivir sin problemas.
— Los problemas nos los creamos nosotros y, una vez creados, no sabemos crear sus soluciones. Si focalizáramos nuestro potencial creativo en algo que no fuera crear problemas, la vida sería de otro color. Estamos diseñados para crear. La creación es el motor de nuestra vida. Creamos continuamente, tanto cosas positivas como cosas negativas. Así que puestos a crear, es mejor generar pensamientos que aporten paz a nuestra conciencia. Sé consciente de tu poder creativo. Crea salud, no enfermedad.
Sí, muy bien. Tenemos todo el poder mental. Genial. Pero supongamos un caso concreto.
— Mi hija es superempática y cariñosa, pero tiene una amiga de la escuela que es todo lo contrario. Cuando hablo con sus padres me cuentan que están desesperados porque ven que su hija es demasiado reservada y no saben muy bien qué hacer para que socialice. Entonces, ¿cómo podría darles ningún consejo si mi experiencia es justamente la contraria?
Buena pregunta. ¿Cómo?
— Mi único consejo es amar. Acepta que tu hija ahora mismo en su presente no quiere ser social. Acompáñala, no quieras transformarla.
Educar implica siempre algún tipo de transformación.
— Lo primero que aprendí como padre es que se educa de manera adaptativa, no de la forma en que querrías educar. Todos los padres tenemos un ideal pero ese ideal no existe. La educación, ni la vida, se puede programar, tienes que encarar mil desafíos cada día y tu forma de educar puede chocar con otras formas de educar. Así que lo que intento es inculcar a mi hija respeto y amor de forma bilateral, que sienta el mismo respeto y amor hacia los demás que hacia sí misma.
¿Y si otra niña pega a tu hija en el patio?
— Intentaría hacerle entender lo que ha pasado, que aprenda a autogestionarlo. Hay situaciones que los padres distorsionamos desde nuestra percepción adulta. Hay que aprender a observar y dejar un espacio de libertad en el que de forma natural se resuelva lo que nosotros entendemos como un conflicto. Bien, es todo lo que puedo saber con una hija de sólo cuatro años, más allá no tengo experiencia.
Cuéntame algo que preocupe a tu hija.
— Un día me vino a preguntar dónde estaba ella antes de estar en la barriga de su madre. Le dije que en el cielo y su réplica me alucinó. Me dijo: "Es verdad, yo estaba en el cielo esperando a mis papás. Vinieron muchos otros a buscarme, pero yo sabía cuáles eran los míos y os esperé". Aún estoy fascinado.