Xavier Grasset: "No busco ser amigo de los hijos"

BarcelonaSeguramente, los hijos son los entrevistados más difíciles. A veces cuesta. Son unas personas excelentes, pero tienen su mundo y tienden a encerrarse. Para hacerles hablar intento interesarme por lo que les preocupa. Por lo general, cuando compartes una vivencia, cuando hacemos un viaje juntos, vamos a un concierto o al cine, es más fácil hacerles hablar.

Ahora, presentando La selva en horario de tarde, su relación ha cambiado.

— La gran diferencia es que ahora tenemos tiempo para cenar y podremos realizar juntos más actividades del fin de semana porque ya estaré en casa el viernes por la noche. Por tanto, ganamos parcelas de convivencia. Todos estos años presentando el Más 3/24 ha sido mi compañera, Anna Maria, quien ha hecho el trabajo de estar y yo me he perdido muchos festivales, muchas actuaciones del conservatorio. Ahora esto mejora.

Te hago una pregunta tan cerrada: ¿la paternidad es una selva?

— Sea lo que sea, lo que es seguro es que tienes que vivirlo tú mismo. Hay muchos manuales y muchas teorías, pero las experiencias de los demás no te sirven de mucho. Tienes que pasarlo tú. Por ejemplo, a menudo me resulta complicado trasladar a los hijos el legado que me dejaron mis padres. Sí que intelectualmente saben esforzarse y sacan muy buenas notas, pero hay otros valores como el gusto por la naturaleza y la sensibilidad por los temas del campesinado. También me está resultando complicado competir con los influencers.

¿Por qué?

— Porque te encuentras que cuando quieres contar algo a los hijos te responden que tal o cual cosa ya lo han encontrado en las redes, ya ha hablado uno influencer. Estamos perdiendo esta autoridad que antes teníamos los padres a la hora de responder a todo tipo de preguntas sobre el mundo: ahora está quedando oscurecida porque sus hijos tienen otras vías de acceso a la información y al conocimiento.

Pero ¿en qué aspectos sales bien?

— Mira, a menudo me sorprende ver que coincidimos con algunos platos de la cocina tradicional que no se espera que gusten a los jóvenes, como el fricandó, la chanfaina, la torta de recapte. Todo esto queda lejos del deslumbramiento de las pizzas y hamburguesas.

¿Qué reflexiones te haces sobre cómo los hijos miran la tele?

— Como en todas las casas, los hijos prefieren mirar el móvil y tengo muchas dudas sobre si cuando sean mayores dejarán de lado las pantallas. Es cierto que existe un cambio generacional y de ahí todo el sentido de haber puesto en marcha la plataforma 3Cat.

Qué hay en La selva que les pueda interesar?

— En principio, todo lo que hacemos puede interesarles porque el programa está pensado como un gran escaparate de opciones de ocio, de cultura, de entretenimiento, y eso no tiene edad. También es cierto que no tenemos contenidos específicos para público juvenil, pero esto ya está cubierto en otros canales del 3Cat.

¿Qué tipo de padre quieres ser?

— Me considero un padre convencional. No busco ser amigo de los hijos, pero sí que haya un conocimiento, buen clima en casa, cariño, sobre todo que haya mucho amor. También que haya siempre un 'buenos días', uno dar las gracias e interesarse por los demás. Soy un padre de marcar límites, pero siempre con cierta bondad y flexibilidad. A veces me cuesta porque son personas maravillosas y, por ejemplo, me cuesta poner límites a los horarios. Son tan buenos que lo siento.

¿Te han dado algún consejo que te haya resultado útil?

— Con los consejos tengo la sensación de que hago tarde. Cuando he leído que a los bebés de cuatro meses les tenías que poner cierta música por lo que los míos ya tenían seis meses. Cuando algo les convenía a los 4 años, ya tenían 5 años.

¿Verdad que los gemelos se entienden de una manera misteriosa?

— Veo que tienen una complicidad y cariño extraordinarias. Estoy convencido de que entre ellos se conocen mucho mejor de lo que yo puedo llegar a conocerlos. Seguro que se conocen experiencias difíciles que han podido pasar fuera de casa y que no han contado a sus padres.

¿Qué le ha hecho reír juntos, últimamente?

— Hacer las pruebas del concurso de La selva. Me llevé a casa uno de los guiones para probarlo con ellos y hacerles competir. Nos hicimos un harto de risa porque ellos entendían mejor la mecánica del concurso que yo.