El consultorio

¿Padres y madres deben ayudar a hacer los deberes?

El 80% de los estudiantes de primaria y el 45% de los de secundaria reciben ayuda para realizar las tareas escolares en casa

BarcelonaLas familias de hoy en día están, por lo general, más implicadas en la escuela de sus hijos y esto, a veces, se traslada también a las tareas y deberes, si es que las tienen, que los alumnos deben hacer en casa. Pero, ¿hasta qué punto padres y madres deben ayudar a sus hijos a hacer los deberes? El pedagogo Jesús Blanquet opina que las familias pueden ayudar a sus hijos en las tareas escolares –aunque esto también dependerá, dice, del grado de preparación y formación que tengan y de si pueden conciliar trabajo y familia– pero deja bien claro que “ayudar no significa hacer el trabajo por ellos".

Según una encuesta de TNS Demoscopia sobre los hábitos de estudio de los niños españoles que recoge el Observatorio FAROS del Hospital San Juan de Dios, el 80% de los estudiantes de primaria y el 45% de los de secundaria reciben ayuda para realizar los deberes . Esto también es una fuente de desigualdades, ya que las familias con estudios superiores pueden ayudar a sus hijos hasta cursos más avanzados y las que tienen un menor nivel de estudios sólo pueden ayudar a los niños durante los cursos inferiores. Además, las familias con mayores recursos económicos pueden contratar clases particulares. El rendimiento académico está muy asociado con el origen social del estudiante y la profesión de los padres.

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¿Debemos sentarnos a su lado mientras ellos hacen los deberes?

En principio, no. Los hijos deben entender –asegura Blanquet– que los deberes deben hacerlos ellos. "Otra cosa es que reciban ayudas puntuales que les permitan desbloquear su trabajo o estudio en un momento determinado".

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¿Por qué es contraproducente hacerles sus deberes?

Los niños deben ser conscientes de que el estudio y el trabajo escolar son "responsabilidad suya". Hacerles los deberes puede generarles dependencias que, según Jesús Blanquet, no les ayudarían "ni a aprender ni a madurar". Además, que "unos deberes bien hechos deberían tener una respuesta equilibrada en los resultados de los exámenes y cuando no es así, pone en evidencia el autoengaño y la no asimilación de conceptos y contenidos", advierte este pedagogo.

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Pero las familias deben controlar los deberes que tienen sus hijos o son ellos quienes deben responsabilizarse de ellos?

Según Blanquet, ambas cosas. Por un lado, los padres deben "supervisar y orientar la planificación y organización del estudio" así como "controlar la agenda escolar –si es que la tienen– cada día". Y es responsabilidad del estudiante tener la agenda al día, una tarea de la que "hay que crear un hábito".

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¿Y qué actitud debemos tener cuando les ayudamos con los deberes?

"Es imprescindible –opina Jesús Blanquet– que los padres muestren una actitud paciente y motivadora" cuando están ayudando a sus hijos a hacer sus deberes. Si esto no es posible, por falta de preparación o por temperamento –porque nos ponemos nerviosos, perdamos la paciencia, ya que queremos que lo haga o lo entienda deprisa–, debería "buscarse una solución más efectiva". Es decir, que la ayuda la haga otra persona, si es necesario, ya que los gritos, reproches o enfado constante "pueden afectar negativamente a la autoestima del niño" y hacer que "se resienta" la relación afectiva y personal, imprescindible entre padres y madres e hijos e hijas". Además, si intentamos ayudar explicando conceptos que no aprendimos bien o que ahora se enseñan con otras metodologías, incluso podemos empeorar las cosas.

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Este pedagogo recuerda que debemos "valorar el esfuerzo del hijo más que los resultados" pero ante un rendimiento bajo habría que averiguar con la escuela "si existe un problema de capacidad, de bajo nivel de comprensión lectora, de poca base de conocimientos, de carencia de esfuerzo y de atención en clase o de problemas visuales o auditivos". Es importante mantener un contacto de "confianza y colaboración" con la escuela para realizar el seguimiento de los progresos y por si surgen dificultades.

"Los padres y educadores –destaca– debemos actuar con sentido común, cariño y grandes dosis de paciencia". Y si pese a estas orientaciones las cosas no acaban de ir bien, no hay que olvidar que "antes que un estudiante, lo que tenemos en casa es un hijo, una persona", concluye.

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