Los jóvenes que no son noticia (pero que deberían serlo)
Es momento de dar visibilidad y hacer más entrevistas a jóvenes entregados y no sólo a quienes han sacado la mejor nota de Cataluña
BarcelonaComo cada junio mis alumnos han ido a la selectividad y cómo cada junio mis hijos han terminado el curso escolar y el esparcimiento. Parece que no haya relación alguna, pero los dos temas me han hecho pensar mucho. Se lo cuento. Los monos del esparcimiento de mis hijos han sido los encargados de hacer el pregón de la fiesta mayor de mi pueblo, Calafell. Para preparar este pregón redactaron el texto, lo dividieron para que los niños participaran, ensayaron toda la tarde y finalmente subieron al escenario y lo leyeron felices e ilusionados de haber sido elegidos los pregoneros de este año.
Esto es sólo un ejemplo de la cantidad de horas que supone preparar cualquier cosa con niños. Ya no os digo unas colonias, una esquiada o entretenerlos tres horas cada sábado con actividades que, además, sean inclusivas y transmitan valores. Recordemos, por si acaso, que todo esto es sin cobrar. De hecho, a los monos de Calafell el esplai les es deficitario porque no tienen ayudas ni para la zona azul. A pagar como todo el mundo.
Perdona, pero toda esta implicación y todo este tiempo de voluntariado, ¿cómo es que no pondera? ¿Cómo puede que esto no tenga ningún reconocimiento público ni abra puertas de cara a futuros estudios? Resulta que si tienes más de un 9 en la parte común de la selectividad recibes una distinción pública (bien merecida, eh, eso no lo cuestiono), pero ¿si has estado dedicando todos tus sábados a hacer de monitor de esparcimiento no ¿hay alguna mención? Que todo se limite a números, a la nota de corte, a la nota media y las asignaturas que ponderan lo encuentro tan limitante y frustrante que no me extraña que algunos jóvenes no quieran ni hacer bachillerato.
Jóvenes entregados
Es momento de dar visibilidad y hacer más entrevistas a jóvenes entregados y no sólo a quienes han sacado la mejor nota de Catalunya. Cada año vemos a los mejores de los mejores, los que han sacado un 10. Sabemos sus técnicas de estudio o si tocan el piano. Y no, no quiero quitarles ningún mérito, me parece genial que se valore su esfuerzo. Pero hay muchos jóvenes que hacen otras cosas: algunos leen libros y después escriben reseñas en Instagram para contagiar el gusto por la lectura. Otros acuden a la radio de su pueblo y hacen, también gratis, un programa semanal. Pero para entrar en periodismo esto no se tiene en cuenta: deben sacar casi un 13 y si han cumplido 5 años de radio gratis... pues muchas gracias.
Debemos hacerlo mirar. Siempre que hablo del tema esparcimiento pienso mucho en el artículo sobre los monitores que hizo Carles Capdevila. Y veo que pasan los años y estamos igual: seguimos haciendo escritos, pero su labor todavía está muy invisibilizada. Solo se habla de los méritos de los jóvenes en junio, porque han sacado un 10 o porque le sacaron hace 20 años y ahora trabajan en la NASA. Nos llenamos la boca valorando la empatía y hablando de cuidar más la salud mental, pero al final todo se reduce a hablar de las notas. Creo que es heroico darse a los demás, implicarse en el tejido asociativo y hacer cosas por la comunidad. Porque, al final, la selectividad es solo un número.