Obituario

Adiós a los dibujos humanistas de Sempé

El creador de 'El pequeño Nicolas' muere a los 89 años y deja un legado inmenso como ilustrador

BarcelonaSu trazo era frágil y delicado y, aun así, de una expresividad enorme que conectó con niños y adultos durante casi siete décadas. Jean-Jacques Sempé, que ha muerto este jueves a los 89 años, fue el gran dibujante francés del siglo XX, el retratista por excelencia de la Francia de los bistrots, los garajes y las carreras ciclistas, pero también de la amistad incondicional, la melancolía y la soledad. Con paisajes vaporosos y personajes pequeños, a penas esbozados, construyó un mundo de inocencia y bonhomía, siempre amable, nunca naif. Fue el cocreador de El pequeño Nicolas y brilló como portadista del New Yorker, pero su gran legado es, sobre todo, la felicidad que transmitió a sus lectores.

Considerado una institución nacional en Francia, Sempé también fue muy admirado en todo el mundo e influenció varias generaciones de humoristas gráficos: el mismo Cesc, a pesar de ser mayor que él, lo reconocía como un referente. Sempé sabía situarse a una distancia irónica del personaje y retratar los comportamientos absurdos, pero siempre con empatía y complicidad. Ya fueran niños, oficinistas, mecánicos, músicos, amas de casa o patinadores, el dibujante no se colocaba nunca por encima de la gente que dibujaba. Aquí radica, seguramente, su humanismo y su universalidad.

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Nacido en Burdeos en 1932, no tuvo una niñez feliz. Su madre limpiaba casas y su padre adoptivo vendía latas de conservas, el dinero escaseaba en casa y las peleas eran habituales, así que el pequeño Jean-Jacques se refugiaba en los libros y la radio. Después de abandonar la escuela a los 14 años encadenó varios trabajos como repartidor de vinos o representante de pasta de dientes en polvo hasta que en 1950 se enroló en el ejército. De vuelta a la vida civil marchó a París y empezó a trabajar de ilustrador en revistas como Sud Ouest.

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Goscinny, un antes y uno después

El punto de inflexión en la carrera y la vida de Sempé se produce en 1954, cuando conoce a René Goscinny, el creador de Astérix, que acababa de llegar de Estados Unidos y colaboraba, como Sempé, en una agencia de prensa de París. “Fue mi primer amigo parisiense, o sea, mi primer amigo”, recordaría años después el dibujante. Fruto de esta complicidad nace el pequeño Nicolas, la creación más popular de Sempé, un niño avispado y alegre que narra en primera persona unas aventuras basadas en los recuerdos de infancia de Sempé y Goscinny. El proceso de creación del personaje está recreado de manera brillante en el largo animado Le petit Nicolas. Qu'est-ce qu'on attend pour être heureux?, estrenado en el último Festival de Cannes, también un testimonio emocionante de la amistad entre Goscinny y Sempé.

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Tráiler del largo animado 'Le pequeño Nicolas'

De El pequeño Nicolas se publicaron hasta 1965 más de 200 cuentos en la revista Pilote –compartiendo páginas con la Astérix de Goscinny– y cinco álbumes que recopilaban parte de los relatos, cada uno con tres o cuatro ilustraciones de Sempé. En 2004, con Goscinny ya muerto, su hija promovió la publicación de los cuentos que habían quedado inéditos en dos álbumes más que tuvieron un gran éxito. Considerada una de las mejores obras infantiles del siglo pasado, la serie se ha traducido a más de 30 idiomas y ha vendido más de 15 millones de ejemplares en todo el mundo.

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Pero Sempé no se dejó atrapar por el éxito de El pequeño Nicolas y compaginó sus trabajos para niños con ilustraciones y caricaturas más adultas y reflexivas para medios como Paris Match o L'Express, así como en libros ilustrados como el delicioso El señor Lambert (Blackie Books, 2017), un canto a la amistad ambientado en los bistrots parisienses. Y en 1978 empieza su relación con la revista New Yorker, de la cual acabaría dibujando más de cien portadas. Desde la primera (agosto del 1978), en la que un hombre con cuerpo de pájaro rumia desde una ventana si emprende el vuelo, hasta la última (septiembre de 2019), en la que un ciclista fotografía, sentado en su bicicleta, su grupo de amigos ciclistas, las portadas de Sempé para el New Yorker son instantes congelados en el tiempo de una historia más larga que el dibujo sugiere a los lectores.

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