Estreno teatral

Angélica Liddell: "Estoy obsesionada con mi final"

La artista construye un "viaje a través del horror" en Temporada Alta con 'Vudú (3318) Blixen'

BarcelonaAngélica Liddell (Figueres, 1966) crea a partir de lo que más le obsesiona. La artista, caracterizada por su radicalidad, ha explorado en los últimos años en los escenarios temas como la caridad y el perdón, el sufrimiento, el puritanismo y la humillación de las mujeres. Desde hace un tiempo, Liddell no puede dejar de pensar en su desaparición, hasta el punto de que ahora ha convertido sus cavilaciones en un espectáculo de seis horas, Vudú (3318) Blixen, que se estrena este sábado 18 de noviembre en el Teatre de Salt dentro del festival Temporada Alta, y que también se puede ver el domingo 19. "Estoy obsesionada con mi final en el mundo, en la sensación de extinción, más allá de la desaparición en escena", dice la creadora.

Vudú (3318) Blixen nace "de un pacto con el diablo con la baronesa Isak Dinesen como mediadora" y está construida como "una historia de venganza y un viaje a través del horror". La culminación, según Liddell, es su propio funeral, con un documento firmado bajo notario sobre cómo quiere que se le despida. "Los demonios nos conducen por el camino de la muerte y siento que la mía está cerca, es una sensación, no la puedo racionalizar", expresa la artista. En el escenario, aparte de sí misma, actuarán Nicolas Chevallier, Ian Gualdani, Borja María López y Gumersindo Puche, entre otros.

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Como ya ha hecho en montajes anteriores, Liddell ha buscado a figurantes que participen en el espectáculo. En esta ocasión, ha seleccionado una quincena de perfiles, entre los que se encuentran dos hombres con barba y dos mujeres con el pelo largo que se les tendrán que cortar en escena. De hecho, el cuerpo propio y los cuerpos ajenos son uno de los elementos principales de las obras de Liddell, a quienes hemos podido ver en el escenario cortándose las muñecas, comiéndose la propia sangre y fumando con la vagina. "Cuando mi cuerpo me repugne y me avergüence en escena, me expresaré de otro modo", dice la creadora. El sacrificio y la venganza también aparecen de forma recurrente. "El diablo me ha prometido una obra, a cambio tengo que desear la desgracia de una persona cada día de mi vida. Tengo que entregarle a alguien en sacrificio. Es bien sabido que quien desea la desgracia de los demás invoca su propia desgracia. Esto es escritura. Escribir es nuestra desgracia", afirma Liddell.

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La ausencia y el regreso a Barcelona

El nombre de Angélica Liddell es uno de los habituales del festival Temporada Alta. En los últimos años ha participado de forma recurrente con obras como Caridad (2022), Terebrante (2021) y Una costilla sobre la mesa: madre (2019), que ha compaginado con las representaciones en Barcelona de piezas como Liebestod (2021) y La letra escarlata (2019) dentro del festival Grec. Sin embargo, durante 10 años, Liddell no actuó en la capital catalana, algo que el artista había criticado duramente, hasta el punto de que rechazó el Premio Nacional de Cultura del 2019 porque no le llamaban para trabajar en Barcelona. "Estas ausencias duelen mucho. Se priva al público de una parte de su cultura. Que alguien esté presente en una ciudad, un país o un festival depende exclusivamente de la sensibilidad, la confianza y el amor de los gestores, una trinidad de elementos bastante extraña", señala Liddell.

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Ahora Liddell ha hecho las paces con el teatro catalán y tiene la cabeza puesta en sus creaciones, sin fijarse demasiado en qué está haciendo el mundo escénico de su alrededor. Tampoco conoce a otros artistas por las que ella ha sido un referente, como Juana Dolores Romero. "Me dedico al teatro, pero no soy público, me resulta muy raro –explica Liddell–. Apenas soy espectadora de nada, más allá del cine".