Arte

El Ideal imagina "la mayor batalla de la historia del arte"

La exposición inmersiva 'Leonardo versus Michelangelo' propone un duelo entre los dos genios del Renacimiento

Barcelona"¡Es la mayor batalla de la historia del arte!", exclama Jordi Sellas con el entusiasmo habitual. El director del Ideal, el Centro de Artes Digitales de Barcelona, ​​va por trabajo. Quiere que los periodistas se adentren enseguida en la experiencia inmersiva Leonardo versus Michelangelo, que se inaugurará este miércoles y se podrá visitar hasta Semana Santa (con entradas a 9,50, 14,50 y 18,50 euros). "Es un enfrentamiento real que ocurrió hace 500 años en Florencia, un duelo artístico que quedó inacabado", dice Sellas ante dos imágenes de Leonardo da Vinci (1452-1519) y Miquel Àngel Buonarroti (1475-1564) que recuerdan a dos héroes de telenovela.

Es el pórtico de una visita que empieza con una sala de contexto histórico, que continúa por la sala de realidad virtual para vivir la Florencia de 1500 y por una sala inmersiva que escenifica la rivalidad artística entre los dos artistas, y que después de un ámbito dedicado al impacto cultural de Leonardo y Miguel Ángel en un espacio de trabajo en un pasillo biográfico ambos y en qué, por pasar de pantalla, el visitante debe votar qué obra le gusta más. "Somos team Leonardo o team Miquel Àngel", afirma Sellas, defensor del hacen fiction, del juego y de la competitividad como herramientas para la divulgación del arte. "Podemos hablar del arte del Renacimiento con propiedad pero pasándolo bien", dice. Y fomentando una rivalidad como la de "Messi y Ronaldo o Magic Johnson y Larry Bird", añade, insertando el arte en una dinámica de rivalidad deportiva. De hecho, toda la experiencia Leonardo versus Michelangelo está pensada para forzar una elección, como si fuese intolerable una relación no competitiva entre dos genios. "Amantes del arte, ¡apoyen a su predilecto!", piden a la vez los avatares de Leonardo y Miguel Ángel en un momento de la visita.

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La rivalidad en el Palazzo Vecchio

El origen de Leonardo versus Michelangelo tiene que ver con lo que ocurrió entre 1503 y 1505 en la República de Florencia nacida tras la expulsión de los Médici en 1498: un encargo tan ambicioso como temerario para pintar la decoración mural del salón de los Quinientos, en el Palazzo Vecchio. Piero Soderini, gonfanoner de la ciudad, seguramente asesorado por Maquiavelo, encargó la obra a Leonardo y Miguel Ángel. Da Vinci tenía que pintar la batalla de Anghiari y Miguel Ángel, la de Cascina, dos victorias florentinas contra la República de Pisa en el siglo XIV. La idea era atrevida, porque los dos genios ya habían tenido algún encontronazo. Y más que tuvieron: por ejemplo, cuando en enero de 1504 Da Vinci, que formaba parte de la comisión que debía decidir la ubicación del David de Miquel Àngel, consideró que la escultura no debía tener un espacio tan prominente frente al Palazzo Vecchio como el que finalmente tuvo, tal y como recoge Carlo Vecce, en Vida de Leonardo.

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Según Sellas, Leonardo era un genio que tenía fama "de no terminar las obras", por lo que, para espolearle, "Maquiavelo encargó la otra pared a Miquel Àngel". Sin embargo, es más probable que la República de Florencia, para reforzar su legitimidad, quisiera enaltecer las glorias florentinas contratando a dos de los artistas más preciados de la época. En cualquier caso, la cosa no salió bien.

Leonardo, que en los años anteriores ya había pintado buena parte de sus obras maestras y entonces trabajaba en la Gioconda, efectivamente dejó la obra inacabada, probablemente debido a problemas técnicos en la aplicación o el secado de la pintura, y desapareció (o quedó cubierta) en la remodelación del palacio que hizo Vasari en 1563. Durante un tiempo también circularon cartones preparatorios, y para entender la magnitud de la obra nos queda una copia.

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Miguel Ángel, que a principios del siglo XVI sobresalía sobre todo como escultor (ya había hecho La piedad), aunque había pintado El entierro de Cristo y trabajaba en Tondo Doni, dejó estar el encargo florentino cuando el papa Julio II lo reclamó en Roma, donde en los años siguientes crearía obras maestras tan escultóricas (Moisés) como pictóricas (el Juicio final de la Capilla Sixtina). De la batalla de Cascina según Miquel Àngel sólo nos ha llegado una copia que hace Bastiano da Sangallo a partir de uno de los cartones.

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"Es una batalla inacabada, y en esta experiencia es el visitante quien debe elegir quién es el ganador. El visitante hace de juez", dice Sellas. "¡Hemos venido a jugar!", advierte. El juego tiene la calidad habitual en los proyectos que desarrolla el estudio catalán Layers of Reality en el Ideal, y la previsión es que reúna a unos 150.000 visitantes. La propuesta es interesante y una forma de atraer público al Renacimiento, pero no recomendable para quien prefiere un disfrute más contemplativo del arte. En la parte inmersiva, por ejemplo, la banda sonora, la música, los movimientos de cámara y las animaciones de las obras (figuras del Juicio final que se mueven, la Gioconda que guiña el ojo...) sobreestimulan la experiencia artística y contradicen lo que los propios Leonardo y Miquel Àngel explican (en italiano con subtítulos en catalán y castellano) en un momento de la visita, cuando hablan de la trascendencia espiritual e íntima del arte. También es cierto que ver la Gioconda en el Louvre o el David en Florencia rodeados de gente y móviles tampoco facilita una experiencia ni trascendente ni íntima.