Miquel Barceló: "Soy un gran especialista en provocar accidentes"
El artista presenta en la Pedrera un documental de Josep Maria Civit sobre sus cerámicas
BarcelonaCon la cerámica, Miquel Barceló (Felanitx, 1957) viaja en el tiempo. En el documental Barceló, trazos de barro, que se ha estrenado esta noche en la Pedrera coincidiendo con la exposición Barceló. Todos somos griegos, el artista mallorquín recuerda que empezó a hacer cerámica en Mali con unas técnicas propias del neolítico, y que ese lugar y esa forma de trabajar le hacían sentir más joven. "La cerámica de Mali es como del neolítico", afirma Barceló en el documental, dirigido por Josep Maria Civit y coproducido por la Fundación Catalunya La Pedrera y Minimal Films.
"En África todo se vuelve viejo pronto, ya mí me parecía que yo volvía joven; es algo curioso. Al cabo de dos meses me sentía como si hubiera perdido veinte años, era como Dorian Gray, algo perverso ", explica Barceló. Más adelante, hizo un "avance de 5.000 años" y empezó a utilizar en el taller, en un antiguo tejado en Vilafranca de Bonany (Mallorca), técnicas del siglo XIX hasta llegar al siglo XXI. Como recoge Civit, Barceló es un ceramista muy singular: como pintor, utiliza herramientas que no son del mundo del arte, como una especie de masa de madera que Barceló dice utilizar en la elaboración del queso de Gruyère . También lleva al límite los materiales, como se ha podido ver en su mural en la capilla del Santísimo de la Catedral de Palma. "Con Gaudí tuve una relación fértil. Muchas veces las cosas acaban de una forma que no tenías prevista, me gusta ese riesgo", advierte Barceló.
Muy a menudo el punto de partida de las cerámicas de pequeño formato de Barceló es una jarra o un barreño que se hace suyos a base de gestos radicales: los deforma a golpes, o extrae otras formas haciéndoles cortes por todo por todas partes. De hecho, muchos de sus trabajos están expresamente agrietados. "Soy un gran especialista en provocar accidentes", asegura el artista, ante una placa con dos langostas expuesta en la Pedrera. "La cerámica ha sobrevivido a todo, y de la pintura griega no ha quedado ninguna, sólo una dentro de una tumba en Paestum. En cambio, nadie se tomó la molestia de destruir la cerámica. Romperla con un martillo es demasiado trabajo. Y, además, puedes reconstituirla. Se queman las casas, pero la cerámica se vuelve invisible en el momento adecuado", explica el artista durante una visita a la exposición con la poeta Dolors Miquel.
Un pintor orgánico y rebelde
La velada ha continuado con un diálogo entre Miquel Barceló y el poeta, ensayista y traficante de ideas Vicenç Altaió. Las localidades estaban agotadas desde hace días. Se conocieron en los años 70 en Mallorca, y Altaió dedicó una exposición en el Barceló temprano en el 2010 durante su etapa como director del Arts Santa Mònica. "Miquel siempre ha sido muy orgánico y nos ha hablado de la vida y la muerte mezclando materia viva y materia pictórica –explica Altaió–. Hacía todo lo que me decían que no hiciera durante mi breve paso por la Escuela de Bellas Artes : pintar con carne picada o con pintura, y se trataba de hacerlo quedar”.
Altaió recuerda que en tiempos de crisis de la pintura, Barceló fue recibido con "optimismo" porque demostró que las cosas se podían volver a hacer, que "se podía volver a pintar de nuevo". "Ahora vivimos un tiempo de un historicismo decadente", ha advertido Barceló. Esto es un defecto que ha atribuido al empeño por ser políticamente correcto.
"La cerámica es la forma total de la pintura"
"La tradición siempre le he asumido como algo interesante, no como un peso", dice Barceló. Por eso, no hace demasiada diferencia entre poesía y arte y se siente muy cercano a los autores. Tampoco la realiza entre cerámica, escultura y pintura. "La cerámica es la forma total de la pintura", subraya. "Miquel es él mismo una pieza de cerámica, en el documental tiene el color de la tierra", dice Altaió. A Barceló no le pareció extraño, y recordó el espectáculo que hizo con el coreógrafo Josef Nadj, donde se fusionaban con el barro. "Cuando lo hicimos en Mali, pensaban que era un sacrificio, y se extrañaban que al final Nadj estuviera vivo", recuerda el artista.
Otro de los puntos de la conversación ha sido la capilla del Santísimo de la catedral de Palma. Fue polémica para parte del público, pero Barceló recuerda el apoyo que recibió del obispo Teodor Úbeda. En cuanto a su vertiente como autor, Barceló se considera más un lector, con Llull cada vez más cerca, y escribe cuando no tiene "más remedio": "En Mali escribía cuando estaba enfermo: anotaba si había vomitado o si había tenido diarrea. Escribo por pura necesidad; si lo pudiera decir dibujando, cuanto más leo, más me doy cuenta de que no debería escribir".
Las grandes obras monumentales, de Barcelona a Ginebra
A lo largo de su trayectoria, Barceló ha realizado proyectos monumentales como la cúpula del Mercat de les Flors y, más adelante, la de Naciones Unidas en Ginebra, esta última con 60.000 kilos de pigmentos. "Es la única obra del mundo que tiene todos los pigmentos puros, sin mezclar", explica Barceló. Asimismo, Altaió le recordó la vigencia de su esencialismo y del regreso a la naturaleza, mientras que él recordó que fue un ecologista pionero con acciones como la ocupación de la isla de la Dragonera. Sin embargo, dice que no es "un Robinson" alérgico a las tecnologías y cree que la IA no es un peligro, aunque reivindica el trabajo "con el cuerpo".