Arte

Barceló en la Pedrera: "La cerámica es una forma extrema de pintura"

El artista mallorquín presenta sus treinta años de trabajos cerámicos en una gran muestra en Barcelona que incluye también pinturas y dibujos

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Miquel Barcelo en su exposicion Barcelo Ceramiques en La Pedrera.

Está en una vitrina, justo al principio de la exposición, entrando a mano derecha. Es una pieza pequeña, frágil, pero la más emblemática y conocida de toda su producción de cerámica. Se llama Pinnochio muerto y, según él mismo, seguramente es la primera cerámica que hizo. Hace treinta años, en 1994, Miquel Barceló estaba en Mali, en el país dogón, durante muchos años su tercera casa, y estaba nervioso porque el polvo del desierto se mezclaba con los pigmentos y no le dejaba pintar. Se adaptó a las circunstancias. Aprendió de las mujeres dogonas, que allí son las ceramistas, el arte de mezclar la arcilla con la paja, los excrementos de animales y los restos desmenuzados de otras cerámicas, y después el de cocer las piezas en unos hornos de leña de no mucha temperatura, lo que las hace frágiles y efímeras. "Dediqué más tiempo a amasar la arcilla, a amasarla, a volver a amasarla, que a modelarla. Luego pude hacer un cráneo. Entonces me di cuenta de que se había encogido y añadí la nariz. Una amiga me dijo que las mentiras sobreviven a la muerte". Es un autorretrato, dice.

Una de las primeras cerámicas de Barceló: 'Pinocchio muerto', de 1994.
Una de las últimas cerámicas de Barceló: 'Peces de brega', del 2019.

Tiene muchos otros autoretratos en la exposición que hasta el 30 de junio se puede ver en la Pedrera. Con el poético título extraído de Percy Shelley Todos somos griegos, es una especie de autobiografía en barro de la trayectoria de este mallorquín de 67 años que mantiene la mirada risueña de quien hace ver que es un hombre de campo pese a ser un intelectual muy viajado. El autorretrato es también una constante en su trabajo pictórico y, como ha repetido este jueves en la presentación de la muestra, no hace muchas distinciones entre técnicas. "La cerámica es una forma extrema de pintura –comenta–. Es un fresco sin pared ni edificio, sin necesidad de arquitecto. Es muy ancestral y muy moderna a la vez". Cerámicas de Mali, donde hace más de diez años que no ha podido volver por la inestabilidad de la zona, hay algunas más en la exposición, como tres cabezas de terracota de algunos de sus amigos, pero el grueso de la muestra son ya las piezas que hizo de vuelta a Europa, especialmente en Mallorca.

Cerámicas con temática marina hechas en parte en el tejado de Artà.

La cerámica, sin embargo, en cierto modo ya estaba implícita en la obra de Barceló, que recuerda que con 17 años hizo con una amiga mallorquina, la ceramista Margalida Escales, un viaje por el sur de España por los talleres que aparecían en un libro de cerámica popular de Llorenç Artigues y Català-Roca. "En ese momento no me interesaba mucho el tema, pero después he pensado mucho en ese viaje", comenta. Enrique Juncosa, el comisario de esta muestra –y también de la anterior, que se había hecho en Barcelona en el 2000 en el lamentablemente desaparecido Museo de Cerámica–, recuerda que muchas de las ideas que aparecen ya estaban antes, en sus inicios, desde las cajas putrefactas de los años 70 a los cuadros con ánforas, agujeros o relieves de finales de los 80. El gran acierto de la muestra es que incorpora una quincena de pinturas –como Apología del vidrio (1987), que recibe al visitante– y algunos cuadernos de dibujos. Esto permite ver realmente esa estrecha conexión entre las diversas técnicas, ya que, como dice Juncosa, en muchas de las pinturas de Barceló el grueso hace surgir "las imágenes de la misma viscosidad de la materia".

Miquel Barcelo en su exposición ante el cuadro 'Apología del vidrio' (1987).

La exposición está organizada, con pocas excepciones, de forma cronológica. Tras las cerámicas africanas entramos ya en las que hizo en el tejar de Artà, , que aparece representada también en algunos cuadros de 1997. "Barceló decía que en aquel tejar había dado el salto del neolítico en el siglo XIX" , comenta Juncosa. Muchas veces son piezas tradicionales como jarras, platos o ánforas que él deforma y transforma convirtiéndolas en cráneos –siempre presentes en un artista obsesionado en las vanitas, la muerte y la transformación y regeneración de la materia– o que coloniza con todo tipo de frutos, pescados, moluscos u otros animales.

Sigue el recorrido con las obras que hizo en el taller francés de Les Rairies, ya más especializado y profesional en temas artísticos, y también las que hizo en Vietri sul Mare, cerca de Nápoles, con un gran jarrón amarillo, por ejemplo, que incorpora piedras de lava del Vesubio. Fue en ese taller italiano donde trabajó en el prodigioso mural cerámico de la multiplicación de los panes y los peces de la capilla del Santísimo de la catedral de Mallorca, uno de sus grandes proyectos públicos sólo superado posteriormente por la cúpula de la sala de los Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. Se inauguró en 2007, pero había estado trabajando durante seis años haciendo numerosas pruebas y experimentando con todas las posibilidades de la cerámica, que perfora, agrieta, marca, pinta, dobla y lleva a los límites de la resistencia. El mismo año estrenó Paso doble, un encargo del Festival de Aviñón en el que creó, junto al coreógrafo Josef Nadj, un espectacular teatral en el que ambos trabajaban y transformaban la arcilla blanda en una especie de bacanal de barro. Del proyecto de la catedral existen algunos paneles preparatorios que, por cierto, están en el mismo ámbito que unas piezas más sobrias –"conceptuales", dice él– en las que su intervención es mínima, aunque el resultado es brillante. Del espectáculo teatral se pueden ver algunos fragmentos del vídeo.

Uno de los paneles preparatorios para la capilla de Barceló en la catedral de Mallorca.

El paso entre este ámbito y el de las cerámicas hechas ya en la tejería que se compró en el 2008 en Vilafranca de Bonany –y que ahora ampliará con otra instalación– es de los más agradecidos. Hay en pequeñas vitrinas algunos de sus cuadernos de viajes, los más relacionados con las cerámicas. Estos cuadernos, parte de los cuales formaban parte del diario especial Barceló sobre África que hizo el ARA en el 2012, son una delicia, ya que allí están condensados ya la vez ampliados todos sus mundos. Son dibujos, pinturas y escritos que va realizando tanto durante sus viajes como en su día a día. Auténticos tesoros en los que apunta pensamientos, inventaría sus obras, esboza ideas para obras futuras o sencillamente suelta la mano y el corazón en la hoja en blanco.

El conjunto de 'Tòtems', hechos con grandes piezas de ladrillo, en la exposición de Barceló en la Pedrera.
Barceló ante el cuadro 'Grisaille avec deux espadons', de 2022.

En este apartado de Vilafranca volvemos a ver algunos de los elementos que ya aparecían antes, como peces –siempre reconocibles y con nombre; su pasado como submarinista y pescador queda patente–, flores o plantas, y escenas de mercado o cotidianas. Tienen que ver con sus otros viajes –como las piezas con peces luchadores de Tailandia– o con sus cosechas, como las irónicas plantas gordas de hotel medio mustias. También hay alguna obra hecha ya en un taller de cerámica japonesa que marca un cambio en la forma de hacer.

Al final, después de un gran bodegón en blanco y negro de grisalla que forma parte de la serie que hizo después de la pandemia, llegamos al último ámbito, protagonizado por lo que el artista llama Tótems, hechos con grandes ladrillos de barro, algunos historiados y trabajados como animales mitológicos y otros dejados con su forma clásica o cogiendo la de capiteles antiguos. "Son como talayots modernos –dice–. La idea, de hecho, es hacer uno muy grande, pero no sé qué forma tendrá".

Autobiografía, conciertos y conversación con Albert Serra

El grueso de las actividades complementarias de la muestra, lo que Marta Lacambra define como "exposición expandida", se realizarán en abril y junio. Destaca una exposición bibliográfica en la Biblioteca Nacional de Cataluña, coincidiendo con el día de Sant Jordi; un concierto el mismo día en el Foyer del Liceu con el pianista Alain Planès, que estrenará una pieza de Francisco Coll basada en una obra de Barceló, y el estreno de un documental sobre el artista. En junio habrá un concierto de Pascal Comelade en el Palau de la Música y una conversación entre Barceló y Albert Serra en la Pedrera. Además, el 22 de marzo se inaugura una muestra de las fotografías que tomó Toni Catany en Barceló y que se exponen en el mismo centro del fotógrafo en Llucmajor (Mallorca).

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