Diseño

Objetos que, en vez de envejecer, rejuvenecen

El DHub programa una gran retrospectiva del diseñador Miguel Milá

BarcelonaAl diseñador Miguel Milá (1931-2024), más que los encargos, le gustaba hacerse encargos a sí mismo, entre los que se encuentra el mango de un bastón con madera de boj, un portacorbatas, un portacinturones y un colgante de piel para poner una moneda antigua que había encontrado en el jardín. mujer, un espantamoscas elegante, hecho con bambú y cuero, y un perchero que también es un mueble donde guardar los cascos y no tenerlos de cualquier manera en la entrada de casa. Entre todos ellos, uno de los más sonados fueron unas sillas de mimbre que encargó cuando se casó, y que rompieron en su casa para que las quería para hacerlas.

Muchos de estos objetos Milá los trabajó en los talleres que tenía en su casa y en la de vacaciones, y ahora se pueden ver en la exposición que le dedica el DHub hasta el 28 de septiembre, Miguel Milá. Diseñador (pre)industrial. El título de la muestra hace referencia a cómo se defendía el propio Milá, porque fue un creativo pionero cuando la industria del diseño en el Estado era inexistente. Y también refleja su carácter.

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Como explica Claudia Oliva, la comisaria de la muestra junto a Gonzalo Milá, también diseñador y colaborador de su padre, la elegancia, la sencillez y carácter utilitario de sus trabajos parece que le vienen de familia. El padre de Miguel Milá fue un hombre "exquisito y sofisticado" que llegó a ser presidente de la Diputación de Barcelona, ​​y la madre fue una mujer "muy austera, muy serena, mucho cuidar de las cosas, reparar y educar a los hijos en el ahorro". Así, como puede verse a lo largo del recorrido, muchos de los diseños de Milá se han convertido en clásicos, entre ellos las familias de luces TMC y TMM, y los Cesta, además de numerosos bancos públicos. Pero estos objetos no sólo se han convertido en iconos, sino que Milá los fue mejorando a lo largo de cincuenta años e incorporó innovaciones tecnológicas. "No sólo no han envejecido, sino que siguen rejuveneciendo con el tiempo", dice Oliva.

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La exposición, cuyo montaje es del arquitecto Iñaki Baquero, la organizó La Fábrica para el Madrid Design Festival y en Barcelona puede verse ampliada gracias a que Miguel Milá dio su archivo a la Biblioteca y Archivo del Diseño del DHub. Pero, como recuerda Gonzalo Milá, como su padre estuvo en activo hasta el final, antes de realizar la donación se puso a escanear planos de algunos diseños para tenerlos a mano para seguir trabajando.

En el DHub se pueden ver unos 150 objetos y un centenar más de maquetas y documentos. El inicio de Milá en el campo del diseño se remonta a mediados de los años 50, cuando se decidió dejar los estudios de arquitectura y empezar a trabajar como interiorista en el estudio de arquitectura de su hermano Alfonso y de Federico Correa. "Diseñaba espacios minimalistas por necesidad, porque no se podía hacer otra cosa. Ni había catálogos para elegir muebles, ni la gente tenía mucho dinero que gastar", recordaba Milá. Otra de sus máximas fue una apología de que el diseño puede hacer la vida más placentera. "Los objetos nos rodean siempre, incluso cuando no se utilizan. Una luz está mucho más tiempo apagada que encendida. Y cuando está apagado, lo mínimo que puede hacer es no molestar. Y lo máximo, alegrar la vida. Acompañar sería el punto intermedio", dijo Milá.

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Milá siempre dijo que dejar los estudios de arquitectura y más adelante dejar de fumar fueron dos de las mejores decisiones que tomó en la vida. "Miguel, desde que era pequeño, tuvo un gran interés por todo lo que eran los oficios que había cerca de casa, y la madre le regaló a él ya los otros hermanos pequeños de la casa una caja de herramientas como la del carpintero que iba a casa", dice Oliva. "Empezó a diseñar muebles y luces que fueran capaces de atender las funciones necesarias dentro de estas arquitecturas modernas. Y a partir de eso, los objetos comienzan a aparecer sin que él supiera muy bien que era un diseñador industrial que estaba resolviendo problemas, es decir, siendo útil", explica Gonzalo Milá.

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Para Oliva, los años 60 y 70 fueron la etapa más fecunda de Milá, que también hizo de promotor con iniciativas como la empresa pionera Tramo (por Trabajos Molestos, un recuerdo de los trabajos que hacía de pequeño para ganar cuatro reales de sus hermanos) y la tienda Gres, aparte del trabajo que hizo para Polina. "En todas estas piezas iniciales echaron muchos artesanos, de herreros, de personas cercanas a la arquitectura, para poder producir estas piezas. Luego, poco a poco, se va normalizando un poco más el diseño", dice Milá hijo. "Gres fue muy importante -añade-, porque Milá se dedicó a hacer muchos muebles de uso común, es decir, estanterías, carritos, cajoneras... La gente los quería porque que no había oferta de muebles limpios, sencillos y funcionales. Más adelante, los comisarios han profundizado en "la pasión y sensibilidad" que Milà tuvo por los materiales. ferretería era como para niño ir a una juguetería", explica Milá hijo.