La polémica escultura gay de Arco vuelve coronada 40 años después
Coincidiendo con la feria, Eugenio Merino expone a Carabanchel un impresionante García Lorca en una fosa
MadridHan pasado más de cuarenta años, y el artista Rodrigo Muñoz Ballester aún se emociona cuando recuerda la historia de Manuel, el chico del que quedó cautivado tras conocerle en una piscina pública madrileña en 1976. Hicieron planes juntos durante meses, pero Manuel no le correspondió. Muñoz Ballester volcó su deseo en un cómic publicado semanalmente en la revista La Luna, donde sí hubo, por presión popular, una escena de sexo entre ambos. Y también en una escultura legendaria, titulada Manuel, que levantó polvareda en la edición de Arco de 1983: fue considerada "la primera escultura gay de la feria".
Ahora Manuel ha vuelto a la nueva edición de la feria de arte madrileña, que comienza este miércoles para coleccionistas y profesionales, dentro de la selección de artistas queer de la Transición del galerista José de la Mano. El precio de la escultura es de 80.000 euros, pero el propio Muñoz Ballester dice, entre una nube de periodistas, que habría sido incapaz de ponerle precio porque la escultura representa "tiras" de su "alma". Muñoz Ballester no cedió a la demanda de la directora de la feria ese año, la galerista Juana de Aizpuru, de retirar la obra, y recuerda todo ese episodio como "un escándalo maravilloso". "No creo que ahora el escándalo sea agresivo. La obra es plácida, aunque Instagram es un rollo, es el mundo TikTok, el mundo de mierda", critica el artista. "Parece mentira que en los años ochenta hubiera más normalidad que ahora. Las redes han prohibido la imagen de la obra de inmediato", advierte el galerista José de la Mano.
Rodrigo Muñoz Ballester trabajó en la escultura, donde se le puede ver a sí mismo abrazando a Manuel, entre 1976 y 1983. La compró un patrón de Tate que se la llevó primero a Londres y después a Nova York. Cuando este coleccionista murió de una enfermedad complicada por el sida, su pareja cumplió con su voluntad de devolverla al artista porque representaba un amor imposible. Desde entonces, Muñoz Ballester le ha tenido durante todos estos años a los pies de la cama.
Entre las anécdotas más curiosas que recuerda Muñoz Ballester está la de una visitante misteriosa: "Al mediodía venía una mujer pintada como un loro y se sentaba ante la escultura en una silla plegable. Sólo abría la boca para decir : «¡Ay, si la viera el Federico!» Cuando le pregunté a la galerista qué era aquello, me dijo que la mujer era el artista Maruja Mallo, y Federico, Federico García Lorca". Además de la obra de Muñoz Ballester, José de la Mano también expone obras de otros artistas queer como Costus, Lulujama y Juan Hidalgo.
Actualmente, entre Muñoz Ballester y Manuel hay una relación "plácida, pero ligera". "Hace un mes que Manuel se ha quedado viudo, después de cuidar durante diez años a su mujer que sufría Alzheimer, junto a su hijo. Es un hombre muy normal –explica el artista–. Y con 71 años está guapísimo, no se le ha caído el pelo, y tiene una voz...!"
Otro de los platos fuertes de la escena queer dentro de Arco son los 48 originales del cómic Turandot, de Nazario, que la galería Bombon Projects tiene a la venta. "Nazario le considera su obra maestra", dice la galerista Joana Roda. Es una reinterpretación de la ópera de Puccini con guiños a las sevillanas. También hay una pieza de formato más reducido del propio artista, los seis dibujos deAbecedario para mariquitas, con la que Nazario fijó sus referentes en los años setenta. Asimismo, en el stand de la galería Senda se pueden ver fotografías de Robert Mapplethorpe y en la galería Formato Cómodo, un grabado de gran formato de Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto de dos chicas besándose.
Federico García Lorca en una fosa en Carabanchel
Federico García Lorca es el protagonista del nuevo trabajo de Eugenio Merino expuesto en la galería Memoria de Carabanchel. Es impresionante: la instalación Ruina consiste en una escultura del poeta dentro de una fosa excavada en medio de la galería, de la que han arrancado el suelo para dar verosimilitud al espacio. A través del arte, Merino ha conseguido encontrar los restos del poeta. "Federico García Lorca es un símbolo de dos cosas: de los desaparecidos y del colectivo LGTBI, porque le mataron por sus ideas y por cómo actuaba", afirma Eugenio Merino, conocido por trabajos polémicos dentro de Arco como el muñeco de Franco en una nevera de refrescos, actualmente expuesto en el Museo del Arte Prohibido, y el muñeco del rey Felipe VI hecho a cuatro manos con Santiago Sierra. La obra aún ha ganado más vigencia porque el lunes la sobrina del poeta dimitió del patronato de la Fundación Federico García Lorca porque el PP había elegido a un nuevo presidente, Antonio Membrilla, que calificó la memoria histórica de “memez histérica”.
Otro elemento de Ruina es el hecho de que los visitantes puedan pasar por encima. "No se puede construir una democracia sana sobre los crímenes sepultados", dice Merino citando a uno de los arqueólogos más importantes de la Guerra Civil, Alfredo González Ruibal. "Me gusta Lorca porque es como un problema nacional puesto en un agujero, la instalación es sólo una pequeña mecha para que la gente empiece a pensar", dice el artista.
Ruina es una reacción a la imagen azucarada del poeta que a menudo han transmitido los monumentos que le han dedicado y visiones reduccionistas de su legado ligadas sobre todo al libro Romancero gitano. También está especialmente arraigada en la memoria histórica de Carabanchel."Se ha dado una imagen folclórica de Lorca. Por eso he querido representarlo en una edad más avanzada, el Lorca de Poeta en Nueva York que ha vivido la deshumanización brutal de la ciudad", explica Merino. Antes, Merino había hecho una máscara del poeta, pero tenía la sensación de haber hecho corto. "Me interesa un nuevo Lorca, que representa a todos los demás desaparecidos de la Guerra Civil", concluye.