Arte

Un siglo de arte y naturaleza en CaixaForum de Barcelona

Una exposición analiza el concepto de biomorfismo con obras de artistas como Dalí, Picasso, Kandinski y Anselmo

BarcelonaLa inspiración en la naturaleza y las formas orgánicas ha sido un recurso para que los artistas representen los temas más sobrecogedores de forma aún más desgarradora. A finales de los años 20 el escultor Alberto Giacometti hizo una serie de esculturas de mujeres que parecen un insecto o un crustáceo, una de las cuales, Degollada, es la víctima de un crimen machista. Esta figura terrible –donde se mezclan un vientre y unas piernas humanas, unas patas de insecto y unas hojas– puede verse a partir de hoy y hasta el 14 de enero al inicio de la nueva exposición del CaixaForum de Barcelona, titulada Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo.

Se trata de un arranque sensacional, porque también se pueden ver pinturas de Salvador Dalí, Pablo Picasso y Joan Miró, un conjunto de esculturas de Jean Arp, fotografías de Raoul Haussman y un móvil de Alexander Calder. Todas ellas representan "el poder de las formas para metamorfosearse, para transformarse", como afirma Angela Lampe, conservadora del Centro Georges Pompidou de París, de donde proceden las piezas expuestas, y comisaria de la muestra. Asimismo, la exposición, que girará por el Estado, tiene el valor añadido de que es la última oportunidad de verlas antes de que el Pompidou cierre sus puertas para rehabilitar su sede hasta 2030.

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Sin abandonar el terreno de las vanguardias, otro de los platos fuertes es un espacio dedicado a Kandinsky. Se trata de algunos trabajos tardíos destacados como Azul cielo, que la comisaria pone en relación con la fascinación que el artista tuvo por las obras científicas y también con las Constelaciones que Joan Miró pintó durante esos mismos años, marcados por la invasión alemana de Francia. "Formas orgánicas multicolores, parecidas a animalitos mágicos, aparecen suspendidas en un espacio atmosférico –dice la presentación–. La alegría de esta composición, viva y luminosa, la convierte en una escapatoria poética del contexto político de la época, lleno de violencias y de privaciones".

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Otra de las obras más impactantes se encuentra al final del recorrido: la instalación en 3D de Jeremy Deller Éxodo apunta hacia la actualidad de la pandemia de cóvido: se puede ver un enjambre de murciélagos saliendo de la cueva al anochecer y volando frenéticamente. El artista asegura estar fascinado por la capacidad de los murciélagos de vivir en comunidad, pero ahora son la imagen de una propagación infecciosa.

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Convertir la naturaleza en arte

La muestra incluye 82 obras, entre pinturas, esculturas y películas. De hecho, otro de los puntales es el diálogo entre las distintas disciplinas artísticas. “La exposición es una respuesta a un tema de tanta actualidad como el de la naturaleza –dice Lampe–. Hablamos de la conectividad entre todos los seres. Ya no estamos en el antropoceno, la medida de las cosas no es el ser humano, sino la ascendencia colectiva", subraya. El término biomorfismo le introdujo el primer director del MoMA de Nueva York, Alfred H. Barr, pero hizo fortuna sobre todo entre los artistas europeos.

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La segunda parte del recorrido está dedicada a la naturaleza convertida en arte, como es el caso de una escultura del italiano Giuseppe Penone hecha con un tronco, titulada Árbol; una escultura de Giovanni Anselmo hecha con un blog de granito y una lechuga que se irá marchitando, y un vídeo que documenta la creación de la mítica Espiral Jetty de Robert Smithson en el Gran Lago Salado del desierto de Utah. En este ámbito la comisaria también se ha querido adentrar en el campo del diseño arquitectónico y ha seleccionado diversos trabajos del estudio Biothing, conocido porque utiliza herramientas informáticas para crear unos prototipos experimentales que se desarrollan como organismos vivos.

L último tramo de la exposición está dedicado a la naturaleza vista como una amenaza, a raíz de los daños que provoca el hombre con las emisiones de dióxido de carbono, la contaminación y las armas nucleares. Aquí llaman la atención, como si fueran fruto del cambio climático y un cóctel de hormonas, las plantas y flores mutantes del artista japonés Tetsumi Kudo: Contaminación-cultivo-nueva ecología consiste en una mezcla de plantas y flores de plástico (algunas de ellas con formas fálicas) con piezas electrónicas y unas flores de colores estridentes. Y la instalación de Pamela Rosenkraz Estanque de piel (relucir) es una crítica desde el mundo del arte a la contaminación del cuerpo con productos químicos. En vez de agua, esta balsa contiene un líquido de color rosa que recuerda al maquillaje y que al mismo tiempo evoca el agua contaminada.