Las otras caras de la maternidad
Tres novelistas dedican sus últimas obras a explorar la relación de las madres con sus hijos desde ángulos poco habituales: la enfermedad, la gestación subrogada y la muerte
BarcelonaCada madre tiene sus virtudes y sus defectos, y la relación de los hijos con ella se va transformando –a veces de manera conflictiva– a lo largo de la vida. Coinciden en las librerías tres novelas que indagan en la complejidad de las relaciones entre madres e hijos. Cinta Farnós debuta con Geosmina (La Magrana), en la que la protagonista emprende un viaje para descubrir algo del pasado de la madre, que acaba de morir. Nancy Huston teje,en Árbol del olvido (Galaxia Gutenberg), una versátil galería de maternidades a partir de una joven que viaja a África en un momento de turbulencias identitarias. Y David Viñas Piquer observa cómo cambia su madre desde que le diagnostican alzhéimer en Quédate más tiempo (Destino).
Nancy Huston
"Los que adoptan a menudo son de países colonizadores y los adoptados de países colonizados"
La lengua materna de la canadiense Nancy Huston (Calgary, 1953) es el inglés, pero ha escrito siempre en francés. Desde que debutó a finales de los 70 ha construido una prolífica y reconocida obra. "Hay libros que los empiezas a partir del tema y otros con el punto de vista –dice–. Árbol del olvido fue un caso especial, porque lo primero que se me ocurrió fue la estructura". La novela arranca en 2016, con la llegada a Burkina Faso de una joven norteamericana, Shayna, acompañada de su pareja, un médico humanitario haitiano. La acción recula entonces hasta 1945, en el Bronx: los Rabenstein son una familia judía perseguida por la sombra de los familiares muertos en un campo de exterminio. El lector resigue la vida del pequeño Joel en paralelo a la de Lily Rose: los dos acabarán siendo pareja después de muchas vicisitudes y querrán tener un hijo. Después de una larga temporada intentándolo sin conseguir resultados, toman una decisión: acudir a la gestación subrogada.
"Los que adoptan a menudo son de países colonizadores y los adoptados de países colonizados", recuerda Huston. La hija de Joel y Lily Rose es afrodescendente y llega un momento de la adolescencia en el que se empieza a preguntar por su madre biológica. "La vida personal se entrelaza con la historia –explica la autora–. En Occidente quizás somos menos conscientes de esta idea. Creemos que somos dueños de nuestro destino, pero hay partes del mundo donde la guerra, la pobreza y el hambre están muy presentes. En estos lugares, el yo está poco valorado, es más importante el nosotros". En la novela, Shayna viaja hasta los orígenes de sus ancestros: "La civilización occidental y sus progresos vienen de la esclavitud. La Revolución Industrial, la electricidad, la tecnología... Nada habría sido igual sin la mano de obra gratuita de los esclavos". Huston admite que cuando fue consciente de esto fue como si alguien le hubiera "dado un puñetazo en el vientre".
"El malestar y los fantasmas crecen en Shayna a pesar de que su familia la quiera –dice la escritora–. Mi libro no va en contra de la gestación subrogada, es un lugar donde expongo las certezas e incertidumbres de una familia no tradicional". Las tensiones entre Shayna y Lily Rose abundan, sobre todo a partir del momento en el que la joven entra en la adolescencia. "La transformación del cuerpo le hace ver que cada vez es más diferente de la madre que la ha criado –dice–. En Estados Unidos, Shayna siempre será tratada como una mestiza aunque sea hija de blancos. Cuando la chica se da cuenta, la rabia la lleva hacia Baltimore, a encontrar a su madre biológica, pero no se detiene aquí, tiene que ir hasta África..." Huston recuerda casos de conocidos franceses que han adoptado a niños chinos, magrebíes y africanos. "Cuando son pequeños le hacen mucha gracia a todo el mundo, pero cuando crecen la policía los para en el metro: han pasado de ser una monada a ser sospechosos de terrorismo", sentencia.
David Viñas
"Amb el alzhéimer se fue la madre que había conocido"
"Mi madre tiene alzhéimer". "Pobre. Dale recuerdos". Este es uno de los chistes que se pueden leer en la primera novela de David Viñas Piquer (Barcelona, 1968), Quédate más tiempo,que tiene como punto de partida el diagnóstico de esta enfermedad degenerativa a su madre en 2018. "En vez de hacer una novela sobre el alzhéimer, es una novela contra el alzhéimer –explica el autor–. Cuando me di cuenta de que la enfermedad se había aliado con el tiempo y empezaba a robar los recuerdos de mi madre, pensé que era el momento de hacer algo". Viñas, profesor titular de teoría de la literatura y literatura comparada en la Universitat de Barcelona, asegura que "con el alzhéimer se fue la madre que había conocido". Y añade: "Aun así, como todavía quedan tantas cosas por saber de la enfermedad, lo que vaticinan los médicos no siempre pasa. Mi madre fue en silla de ruedas una temporada, pero gracias a un fisioterapeuta volvió a andar. Me parece casi un milagro".
La novela intercala con destreza narrativa tres líneas: el proceso por el que pasa su madre, la historia de amor entre dos residentes de uno de los tres geriátricos por donde pasa y la autoficción en la que el narrador explica qué escribe y lee. "Podemos considerar que hago literatura del luto, porque la madre de antes de el alzhéimer ya no está, pero hay un proceso de recuperación de ella a través de los recuerdos", explica. Quédate más tiempo está escrita en fragmentos de pocas líneas, con la intención de que el lector no pueda parar de leer. "El peligro más evidente de un libro así era el patetismo y la tristeza –admite el autor–. Por eso hay toques de humor y chistes. Podemos reírnos de todo si lo hacemos con respeto. Mi manera de desconcertar a la enfermedad es atreverme a convertirla en material humorístico".
Cogiendo el caso concreto de su madre, Viñas Piquer construye un libro que puede interpelar a muchos lectores. "Cuando alguien que ha leído Quédate más tiempo me dice que ha visto a algún pariente suyo en vez de a mi madre pienso que he conseguido lo que me proponía", dice. El narrador de la novela recuerda que cada familia tendrá, de media, un paciente con alzhéimer o demencia. "Es la contrapartida de vivir tanto –recuerda–. Durante estos dos últimos años hemos hablado mucho del coronavirus. El alzhéimer es otra pandemia". Se trata, tal como recuerda en uno de los fragmentos de la novela, de una enfermedad incurable, degenerativa y terminal. A pesar de que sea un enemigo imposible de derrotar, David Viñas Piquer consigue combinar la tristeza, la rabia y los remordimientos –tanto los suyos como los de los tres hermanos– con instantes de conexión y de felicidad con la madre, como cuando recuerda los boleros de Antonio Machín que tanto le gustan o explica los momentos de lucidez en los que ella le dice que lo quiere mucho.
Cinta Farnós
"La maternidad implica muchas renuncias"
"Le damos mucha importancia a lo que pasó durante la Guerra Civil, pero lo que queda entre 1939 y 1979 no lo tenemos tan presente, especialmente los años de transición entre el régimen franquista y la democracia", explica Cinta Farnós (el Perelló, 1986), que debuta con la novela Geosmina, primer título de la nueva etapa de La Magrana como sello de Penguin Random House, al que se han añadido novelas de Núria Perpinyà (Diotima) y el premio nobel de literatura Abdulrazak Gurnah (A orillas del mar). También recuperaciones del catálogo, hasta hace poco en RBA, como Mi vida como hombre, de Philip Roth.
El contexto político de la Transición es fundamental para entender la madre que llegará a ser Blanca, que se queda embarazada en 1976. Treinta años después, su hija, Llúcia, vive en Irlanda cuando recibe una llamada del padre que la deja muda. "Se fue desnudando lentamente, ella y la noticia, hasta llegar a quedarse con el jersey y el silencio", escribe la autora. Lo que el padre le acaba de comunicar es la muerte de la madre. "Desde el momento en el que Blanca vuelve a casa de los padres, empieza a conocer cosas de la madre que no había intuido nunca –explica Farnós–. Al mismo tiempo que se cuestiona quién es la madre también se pregunta quién es ella. Hay ciertos paralelismos entre una vida y la otra". La historia de Blanca es la de una fuga: "El vacío de perder a la madre puede generar incomodidad o creatividad. A ella la incomoda".
Las consecuencias del silencio
"La maternidad implica muchas renuncias –añade Farnós–. En la novela hablo de una madre que no vive la vida que habría querido y que lamenta lo que ha acabado haciendo". Blanca "se ha acabado quedando en una tierra de nadie". Uno de los peligros de la hija es, en primer lugar, no saber qué quiere construir y, en segundo lugar, no poder apostar. Es en 1976, en un contexto de apertura progresiva –de protestas y manifestaciones–, cuando Blanca se queda embarazada y decide salir adelante "por obligación". La consecuencia es que, a partir de entonces, "vivirá sin dejarse atravesar por las cosas, de una manera siempre medida y controlada, sin dejar que nada la pueda desatinar".
Entre los diversos descubrimientos de la protagonista está la de Coya, una amiga de la madre que vive en Asturias. "Es la única que ha sabido soltar las renuncias y aceptar las consecuencias", recuerda la autora. Geosmina, novela de título científico –describe el aroma de la tierra húmeda–, está escrita en una prosa cálida y próxima que se propone entender el embrollo vital en el que se encuentra Llúcia. "Todo lo que no explicamos tiene unas consecuencias muy directas en nuestra vida –afirma–. Llúcia ha sufrido estos silencios y arrastra una gran sensación de no pertenencia, de desarraigo". Después de estudiar ciencias políticas, Cinta Farnós recuperó la pasión por leer ficción y de ahí surgió la idea de escribir: "En 2015 me apunté a la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès y seguí los tres cursos del itinerario de narrativa. Antes de empezar ya tenía este proyecto en la cabeza". El libro fue creciendo en el Ateneu, pero todavía le quedaba un largo camino hasta la publicación. "Me gustaría que el proceso de la próxima novela fuera más rápido –admite–. Ya estoy trabajando en ello".
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