Cine

Ira Sachs: "Que 'Barbie y 'Oppenheimer' se proyecten en el 80% de los cines es un problema"

Cineasta, estrena 'Passages'

BarcelonaLa ley del deseo manda en Passages, el nuevo filme del estadounidense Ira Sachs (Memphis, 1965), en la que un joven cineasta (Franz Rogowski) casado con un restaurador (Ben Whishaw) se deja llevar por la pasión al conocer a una atractiva maestra (Adèle Exarchopoulos) en una fiesta de final de rodaje. El director de El amor es extraño (2014) y Verano en Brooklyn (2016), que presentó Passages en la Atlántida Film Fest y que este viernes llega a la cartelera, firma una película sensual y turbadora que le confirma como uno de los cineastas actuales que mejor retrata la complejidad de las relaciones humanas.

Su anterior película, Frankie (2019), la rodó en Portugal y esta en París. ¿Qué le empuja a rodar fuera de Estados Unidos?

— Es un reflejo de mi realidad: mi esposo es ecuatoriano, mi coguionista brasileño, mi montador francés... Y tengo una relación íntima con París desde hace treinta años. Fui en 1986 y durante tres meses vi 197 películas. Fue mi escuela de cine.

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Cuando hablamos de Verano en Brooklyn, me dijo que Ozu le había enseñado el camino. Quien le ha enseñado el camino en una película tan diferente a aquella como Passages?

— Los cineastas del pasado siempre me guían. El director de fotografía me decía que en Passages el “monstruo en la habitación” era Maurice Pialat. Pero también era nuestra luz. Y Pasolini y Chantal Akerman, sobre todo Je, tu, il, elle (1974), que me dio el permiso que necesitaba para crear las imágenes de la película, la libertad para mostrar sin vergüenza el cuerpo y el sexo. Y también fue una gran influencia El inocente (1976), de Visconti. Cuando la vi me sentí tan atraído por Giancarlo Giannini como por Laura Antonelli. Y pensé: "¿Y por qué no?" El cambio es siempre posible. Y esa energía, la posibilidad del cambio, está presente en cada escena. Todo podría cambiar en cualquier momento.

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Es una buena definición de la juventud.

— Sí, pero no exclusiva, también puede cambiar todo cuando eres mayor. Haciendo esta película he intentado acceder a mi propia juventud y mi existencia erótica. Piensa en Néstor Almendros y Éric Rohmer, un hombre gay y uno heterosexual que juntos hicieron algunos de los filmes más calientes de la historia, filmes de piel y luz y cuerpos y belleza. Pues yo quería hacer uno de ellos.

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La película no le da importancia a que un hombre deje a su marido por una mujer. La homosexualidad no es un tema del filme, como sí lo era en otras películas suyas.

— Esto es porque los personajes son de una generación diferente a la mía, más joven, con una relación diferente con la identidad y las relaciones. El género no era importante para los actores ni los personajes. Esta es una película sin vergüenza, los personajes no tienen. Y esto tiene que ver con un cambio en mi vida, con no sentir la necesidad de esconder a quien soy.

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Usted y su marido, junto a dos mujeres, son copadres de un hijo. Es un modelo familiar que todavía está por explorar en el cine. ¿No se ve con ánimo de hacerlo?

— El problema es que mi experiencia como copadre no es particularmente dramática. Es muy gratificante y llena de intimidad, ternura y amor. Hasta ahora no ha sido una historia sobre desear algo. Y para mí no hay cine sin deseo, no hay cine sin distancia entre lo que uno tiene y lo que quiere.

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Hábleme de la elección de Adèle Exarchopoulos. En Passages tiene una calidad icónica, recuerda a las grandes actrices francesas e italianas de los 60.

— Me encanta Adèle, como persona y como presencia en el cine, para mí ella es la Jeanne Moreau de nuestro tiempo, porque es la tierra y el cielo a la vez. Julies & Jim no ha sido una influencia particular en Passages, pero sí el lugar que ocupa en la película como figura de amor y de misterio. Y con ella he decidido no ser realista, así que, pese a ser una maestra de primaria, su vestuario parece el de Brigitte Bardot. Porque ella es una criatura de cine en el filme, podría ser Bardot.

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Por cierto, ¿cómo valora el éxito de Barbie? Lo digo sobre todo por el hecho de que detrás hay dos cineastas independientes de Nueva York, como usted: Greta Gerwig y Noah Baumbach.

— [Sonríe.] No tengo nada que decir.

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Seguro que sí, y seguro que será interesante oírle.

— Mira, me preocupa mucho el espacio del cine personal, el cine no corporativo. Se ha perdido en Estados Unidos. Cuando voy a Hollywood, no hay nada para mí. Me preocupa el cine estadounidense. Hablas del fenómeno de Barbie como algo positivo, pero Barbie y Oppenheimerse proyectan en el 80% de los cines, y esto es un problema.