Meryl Streep: "El oficio es necesario para no matar al director cuando te hace repetir 50 veces una escena"
La actriz estadounidense, Palma de Oro honorífica, revisa su carrera en una charla en el Festival de Cannes
BarcelonaUn día después de recibir la Palma de Oro honorífica del Festival de Cannes en la ceremonia inaugural, la actriz estadounidense Meryl Streep (Summit, Nueva Jersey, 1949) ha ofrecido este miércoles una charla en forma de entrevista (conducida por Didier Allouch). Recibida con la ovación de gala que el público de Cannes reserva a las grandes estrellas, la actriz no ha escatimado humor y lucidez a la hora de repasar su trabajo en filmes como El cazador, La decisión de Sophie y Los puentes de Madison. Y confesó que no recuerda el momento en que recogió su primer premio en Cannes –en 1989, por el drama Un grito en la oscuridad– porque estaba muy asustada: "Antes el festival era diferente, no había seguridad y la gente se te acercaba de una manera... Era salvaje, y yo no soy una rock star, no estoy acostumbrada. El primer día me encerré en la habitación temblando".
La distancia que separa a la actriz de papeles como el de la mujer que abandona el marido y el hijo en Kramer contra Kramer (1979) le permite realizar reflexiones muy pertinentes. "Se basa en una novela de venganza que Avery Corman escribió con mucha rabia –ha dicho Streep–. El movimiento feminista empezaba a tener fuerza y los hombres perdían algunos privilegios que siempre habían tenido. A Corman no le interesaba el motivo por el que ella se va, sino los dilemas del marido". Tanto Streep como Robert Benton, el director, creían que había que explicar mejor dónde había estado la mujer durante los 18 meses de ausencia: "Dustin [Hoffman, protagonista del filme] tenía su opinión, y Robert y yo también. Así que cada uno escribió una versión del discurso que ella hace al juicio. Votamos y gané yo". La actriz obtuvo por ese papel su primer Oscar, que perdió la misma noche. "Llevaba un traje muy grande y me olvidé la estatuilla en los lavabos –ha reconocido medio avergonzada–. Pero no pasa nada, la siguiente persona que los utilizó me lo hizo llegar".
Otro papel emblemático de los inicios de Streep fue el de El cazador (1978), la película de Michael Cimino sobre el trauma de la guerra de Vietnam en un grupo de amigos. "Un novio que tenía de joven fue a Vietnam y volvió adicto a la heroína –explicó–. Era muy consciente del efecto que podía tener esa guerra en la gente". Como Kramer contra Kramer, Streep interpreta un papel pequeño que resuena a lo largo de toda la película. "Claro que el público me recordaba, eran los días en los que solo había una mujer en las películas", exclamó la actriz, que recuerda las dudas de Cimino sobre una escena importante de su personaje. "Dijo: «No sé qué dice esta chica en el supermercado», y me dejó escribir mi diálogo. Pero no pasa siempre, ¿eh?".
"Me interesa la gente que no es como yo"
La elogiada capacidad de la actriz para mimetizar todo tipo de acentos responde, asegura, al interés por interpretar a personajes diversos y no a ningún tipo de exhibición técnica. "Si hubiera interpretado siempre a mujeres de Nueva Jersey, hoy no estaría en esta sala –ironizó–. Me interesa la gente que no es como yo". Las técnicas aprendidas, asegura la actriz, se olvidan cuando las cámaras comienzan a rodar. "No hay nada que te ayude a rodar una escena como la del clímax de La decisión de Sophie (1982), de hecho es mejor no pensar en nada", dice la actriz, para quien todos los métodos son válidos: "Estudié tres diferentes en la escuela de arte dramático: tenía un profesor con un método, pero le despidieron y vino otro con un segundo método y después un tercer profesor con el suyo. Todos son válidos. Y el oficio es necesario para no matar al director cuando te hace repetir 50 veces una escena sencilla porque nunca está contento".
Streep también ha recordado su aclamado trabajo en Memorias de África (1985), el drama romántico basado en las memorias de la escritora Karen Blixen. Concretamente, la icónica escena en la que Robert Redford le lava el cabello en un río. "Estábamos en el agua cuando se acercaron al río unos hipopótamos, que son los animales más peligrosos de África, sobre todo si te cruzas entre el agua y ellos –ha explicado la actriz–. Robert me lavaba el pelo con la mano tan floja que mi peluquero tuvo que decirle cómo se hacía. Al final lo entendió y yo estaba en la gloria. No quería que acabase nunca, con o sin hipopótamos". Y sobre el tipo de personajes románticos que interpreta, Streep cree que lo que les diferencia de los arquetipos del género es que "son mujeres con un empleo, que en el caso de Blixen es dirigir su plantación de café y mantener vivo a todo el mundo". "Tienen una vida al margen de los hombres", ha rematado.
Clint Eastwood y el golf
El éxito internacional de Memorias de África convirtió a Streep en una de las pocas actrices de Hollywood con valor en taquilla, pero ella asegura que solo le preocupaban las historias: "Los blockbusters que tuve después son El diablo viste de Prada (2006)y Mamma Mia (2008), con 58 años y con 60, y no hice esas películas pensando que serían un éxito, sino porque me parecía divertido hacerlas". Otro de los éxitos de su carrera, Los puentes de Madison (1995), le permitió trabajar con "un gran auteur" como Clint Eastwood. "Fue fantástico. Clint se aseguraba de que el rodaje acabara cada día a las cinco porque así podía ir a jugar al golf. A veces hacíamos ensayos ante la cámara y decía: «Vale, es buena, pasamos a la siguiente»", ha relatado con un deje irónico.
Y sobre el Hollywood actual se ha mostrado categórica: "Las grandes estrellas del cine son ahora las mujeres. Y Tom Cruise, probablemente. Es muy diferente al Hollywood en el que yo empecé". Uno de los motivos, asegura Streep, es la presencia habitual de mujeres en los cargos decisivos de los estudios. "A los hombres les costaba mucho identificarse con una mujer protagonista en una película. De hecho, la primera vez que un hombre se me acercó para decirme «Sé cómo sentirse así» fue con El diablo viste de Prada. «Sé lo difícil que es tener que tomar todas las decisiones», me decían", ha comentado la actriz entre divertida y sorpresa. También ha dicho que los efectos del Me Too "van más allá de Hollywood" y que afectan al resto de ámbitos laborales. "Las fechorías continúan produciéndose, pero ahora los hombres están más preocupados que antes", ha dicho.
Una Palma de Oro entre lágrimas
Un día antes, durante la emocionante ceremonia de apertura de este martes, Streep había recibido la Palma de Oro honorífica entre lágrimas y aplausos. "Este premio es único en el mundo del cine y estoy muy honrada de recibirlo", dijo la actriz estadounidense desde el escenario del Gran Teatre Lumière. Pero la emoción más visible fue la de la intérprete francesa Juliette Binoche, encargada de entregar el galardón a Streep. "Has cambiado la forma de ver a las mujeres en el mundo del cine y nos has ayudado a tener una nueva visión de nosotros mismas", le dijo Binoche, con lágrimas en los ojos y muy emocionada. "Y, sin embargo, no te tomas en serio. Todavía veo alegría en ti. Siempre estás dispuesta a divertirte, a cantar, a bailar y a someterte a una transformación fantástica para transmitir distintos estados de ánimo", añadió.
"Estoy muy agradecida de que no se haya hartado de mi cara", dijo Streep al recibir el galardón, en un discurso en el que tuvo un recuerdo especial para su agente, para su estilista durante más de medio siglo y para unas palabras que siempre le decía su madre: "Ya verás, todo pasa tan rápido..." "Y así ha sido, excepto por mis discursos, que son siempre un poco largos", bromeó.