El documental catalán que explora la experiencia cíborgo en primera persona

La primera persona oficialmente reconocida como cíborgo, el Neil Harbisson, que se implantó una antena en la cabeza, es de Mataró. La misma ciudad donde creció la Moon Ribas, artista cíborg. Pioneros e impulsores de esta práctica en nuestro país, también ejercen de mentores de Kai Landre, el protagonista de Cyborg generation, un documental que nos acerca a una cultura en la que se expanden los límites de la identidad y de la percepción humana a partir de la fusión con la tecnología.

En los años ochenta, en su famoso Manifiesto cíborgo, Donna Haraway ya conectó el cíborg con la teoría queer en su inquietud por desafiar categorías ontológicas consideradas inmutables y hacerlas más permeables a la hibridación. En Cyborg generation, la cuestión no se aborda tanto desde la teoría como desde la experiencia personal, para hacerla así más entendedora y empática para el gran público. El director Miguel Morillo acompaña al Kai en el proceso para incorporarse un sentido cósmico que le permita captar los sonidos del universo. Y así nos permite adentrarnos en este nuevo paradigma disidente, que a simple vista puede parecer extraño, desde la experiencia íntima y profunda de un joven en busca de una identidad propia. Cyborg generation combina una intención didáctica a la hora de explicar la escena cíborg (con adecuados insertos gráficos para explicar las cuestiones más técnicas) con la vocación de explorar otra forma de entender la subjetividad propia a través de expandir los vínculos con el entorno.