Artes escénicas

"Durante el primer embarazo, yo estaba embarazada biológicamente y él, digitalmente"

Moon Ribas y Quim Girón presentan el espectáculo 'Sota terra' en el Festival Sismógrafo de Olot

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Moon Ribas y Quim Girón.

BarcelonaDurante siete años, la coreógrafa Moon Ribas (Mataró, 1985) trajo unos implantes que le permitían percibir con su propio cuerpo los terremotos de cualquier parte del mundo. "Estaban conectados a unos sismógrafos digitales y me enviaban una vibración más o menos fuerte dependiendo de la intensidad de cada terremoto", dice Ribas, que se define como artista cíborgo. "Al principio tuve que acostumbrarme, pero llegó un punto de que los implantes ya formaban parte de mí –añade–. Casi diría que me dio más miedo quitármelos que ponérmelos ". Unos años más tarde, esta experiencia ha desembocado en el espectáculo Bajo tierra, que presentará con el artista Quim Girón (Barcelona, ​​1985), el jueves 18 y el viernes 19 de abril, en el Festival Sismógrafo de Olot. A través de unas pulseras cibernéticas que vibran cuando existe actividad sísmica, ambos artistas invitan al público a experimentar en tiempo real los movimientos imperceptibles de la Tierra.

"Seguramente sabemos más cosas del espacio que de lo que hay bajo tierra –dice Ribas–. Como vivimos en la superficie, nos imaginamos el mundo horizontalmente". "Nosotros proponemos una mirada más vertical", añade Girón. "El subsuelo es un mundo misterioso, inhóspito y lleno de contradicciones. Escondemos lo que no queremos ver, lanzamos la basura, pero a la vez enterramos a los seres queridos cuando mueren y descubrimos tesoros valiosos de la humanidad. El petróleo y los minerales, por ejemplo, se encuentran bajo tierra", recuerda Ribas.

Bajo tierra es un proyecto coproducido entre Mataró y Cagliari, la capital de Cerdeña. "Son dos ciudades que tienen mucha vida en el subsuelo –explica Ribas–. Mataró tiene bastantes grutas del siglo XIV; una une las dos iglesias principales de la ciudad, otra se utilizaba de nevera... Y Cagliari, otra banda, tiene muchas minas y cuevas naturales". Para crear el espectáculo trabajaron con corales amateurs de ambas ciudades. "Las voces de la gente aparecen grabadas; primero, muy modificadas electrónicamente, pero a medida que avanza la función, cada vez se percibe más que son voces humanas", dice Ribas. "En Cagliari grabamos en una cueva, así aprovechamos la reverberación natural", añade Girón.

Durante el proceso de creación, también entrevistaron a espeleólogos, geólogos y arqueólogos de ambas ciudades. "Muchos de ellos dicen que en el subsuelo existe una paz muy profunda, una inmensidad natural existiendo por sí misma", dice Ribas. El espeleólogo Ubaldo Sanna, nacido en una familia de mineros de Cerdeña, les explicó que entrar por primera vez en una cueva hasta entonces desconocida es "una experiencia espiritual". "Cuando enciendes la linterna, iluminas por primera vez un lugar donde durante miles y miles de años ha habido oscuridad –dice Girón–. Pisar una parte virgen de la Tierra es una sensación muy pura, es como un despertar". Además, el subsuelo evidencia la pequeñez de los humanos en comparación con la naturaleza: "Nuestra vida es equivalente a siete centímetros de una estalactita".

"Todos somos un poco cíborgs"

Además de compartir proyectos artísticos, Ribas y Girón son también pareja sentimental. Como entienden el arte y la vida inseparablemente, en 2021 recurrieron al arte cíborg para compartir el embarazo. "Durante nuestro primer embarazo, yo estaba embarazada biológicamente y él, digitalmente –explica Ribas–. Alrededor de la barriga, yo llevaba un cinturón con un sensor de ultrasonidos conectado a un teléfono móvil. Y él, a través de unos auriculares de vía ósea, podía escuchar los latidos del corazón de nuestro hijo en tiempo real”. Girón añade: "Dimos algunos conciertos en los que conectábamos el cinturón a un altavoz y el público podía escuchar el latido de nuestro hijo. Lo juntábamos a nuestros propios latidos y con los sonidos de los tres creábamos música, como una familia cíborg".

"Los artistas cíborg no hacemos ni realidad virtual ni aumentada, porque no es una ficción –dice Ribas–. Es más bien una realidad revelada; los nuevos sentidos nos muestran una realidad que ya está ahí, pero que con nuestros propios sentidos somos incapaces de percibir. La realidad virtual te transporta a otro universo, mientras que la realidad revelada te conecta más al mundo”. Según Girón, "hoy en día todos somos un poco cíborgs", porque "tenemos una extensión, el teléfono móvil, desde donde nos llega información".

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