El filme de resistencia moral contra el régimen iraní que se llevó la Palma de Oro y arrasa en Francia

Miembro activo de la Revolución Verde iraní, desde 2009 Jafar Panahi ha sido víctima de diferentes detenciones, encarcelamientos y reclusiones domésticas por parte del gobierno de su país. Sin embargo, no ha dejado de rodar, hasta el punto de convertir su cine y las condiciones en las que se veía obligado a producirlo, a menudo encerrado en casa, en un reflejo de estas experiencias de cautiverio y en una forma de resistencia artística contra la opresión política. Un simple accidente representa, a primera vista, un regreso a cierta normalidad. La ganadora de la Palma de Oro en Cannes, que está arrasando en la taquilla francesa, es una película rodada en circunstancias menos restrictivas y supone, si hablamos de narrativa, una de las obras más accesibles del director iraní.

El filme arranca con el atropello accidental de un perro por parte de una familia que viaja en coche. Mientras la hija pequeña se siente horrorizada por el hecho, los padres invocan la voluntad de Dios por esquivar cualquier implicación moral o emocional en la muerte del quisso. Pero ese simple accidente conduce a un encuentro inesperado. Uno de los mecánicos que repara el coche cree identificar en el padre de la familia a su torturador. Y le secuestra por cobrarse la venganza. Hasta que la sombra de la duda le lleva a buscar a otras víctimas para tomar una decisión conjunta. Panahi nos embarca en una de esas road movies urbanas tan típicas del cine iraní donde seguimos a este grupo de personas marcadas por la violencia de estado. El cineasta presenta esta situación inesperada con algunos apuntes de comedia absurda, mientras los personajes abren debates sobre cuál debe ser su posición en este escenario: ¿El perdón? ¿El olvido? ¿La venganza? ¿La reconciliación? Panahi firma una obra dialéctica y potentísima, sin renuncias ni complacencias finales, sobre la responsabilidad moral de un ciudadano cualquiera en un contexto de opresión.