¿Qué ha sido de Michel Gondry?

Si alguien se pregunta qué ha hecho Michel Gondry en la última década, la respuesta es "no volverse loco". En estos años, el director de Olvídate de mí (2004) ha mantenido un perfil bajo después de que la postproducción de La espuma de los días (2013) le provocara una crisis profunda y un diagnóstico de bipolaridad. Es cierto que ha puesto en marcha su fábrica de películas amateurs inspirada en Rebobínela, por favor (2008), y ha dirigido la película Microbe et Gasoil (2015), que no tuvo distribución en salas en España, pero es como si su forma de entender el cine no acabara de encontrar su espacio con la irrupción de las plataformas.

Quizá por eso El libro de las soluciones comienza con una reunión ejecutiva con varios jefes de producción de una compañía lamentándose de la película que está realizando Marc, alter ego del cineasta que interpreta a Pierre Niney. El protagonista ha tocado fondo, creativa y anímicamente y, cuando es apartado del proyecto, se escapa a casa de su tía Suzette con el material que ya ha rodado y la misión de finalizar la película y vencer a sus demonios personales, inmerso en una espiral de neurosis cada vez mayor.

Nunca sabremos del todo si este filme en el que trabaja Marc es el que estamos viendo, como hace entender en algún momento el cineasta, pero sí podemos asegurar que El libro de las soluciones es un filme tan narcisista y egomaníaco como tierno y honesto. En consonancia con la tendencia autoficcional del cine de autor de 2023, junto con Víctor Erice y Nanni Moretti, también en El libro de las soluciones encontramos a todo Gondry, sin embargo, contrariamente a lo que podríamos esperar de este Méliès contemporáneo ligado a la generación videoclip, su propuesta tiene una luminosidad extraña, que nace de una pena particular, profundamente dolorosa.