Contra la presión social de tener hijos

He aquí una película a contracorriente. Y no sólo porque Liliana Torres retrata en Mamífera una mujer de 40 años que no quiere tener hijos, sino porque pone en escena uno de estos acontecimientos transformadores, un embarazo no deseado, y una protagonista que no cambia de opinión, pese a las consecuencias. Habitualmente, un relato narra un arco de transformación personal, pero aquí, aunque la situación pone a prueba las convicciones de Lola, interpretada con una madurez impresionante por María Rodríguez Soto, la protagonista no afloja la cuerda y se mantiene firme en su deseo de no ser madre.

Por otro lado, un embarazo es un ciclo, así como ponerlo fin. Si bien interrumpirlo dura mucho menos que la gestación, los tres días de reflexión previos al aborto afectarán, y cómo, la relación de Lola con su pareja, Bruno, encarnado por un tendrísimo Enric Auquer. La naturalidad con la que se relacionan los protagonistas es claramente una de las virtudes de la película, pero también la sensibilidad con la que Torres presenta las dudas y el aplomo de Lola. Por un lado, varias secuencias oníricas hechas con collages muestran su angustia y la lucha contra las estructuras que presionan a las mujeres a ser madres –familia, amigos, el miedo a la soledad o la publicidad–; por otro, la resolución del filme es de una honestidad meritoria, al asumir que un embarazo, deseado o no, desestabiliza la vida de las mujeres.