Cine

¿Qué sentido tiene exhibir las atrocidades morales del drama migratorio?

Agnieszka Holland escenifica en la frontera de Polonia con Bielorrusia una durísima denuncia de la violencia contra las personas migrantes

'Green border'

  • Dirección: Agnieszka Holland. Guión: Agnieszka Holland, Maciej Pisuk y Gabriela Lazarkiewicz
  • 152 minutos
  • Polonia, Estados Unidos, Francia, República Checa, Bélgica, Alemania y Turquía (2023)
  • Con Jalal Altawil, Maja Ostaszewska y Behi Djanati Atai

¿A qué público se dirigen las crudas imágenes sobre migración que Agnieszka Holland filma a Green border? ¿Los políticos? ¿La ciudadanía? ¿Cuál es su propósito, más allá de sacudir a los espectadores de la Europa del bienestar? Son muchas las preguntas que reabre el nuevo filme de la veterana cineasta polaca sobre la conveniencia de denunciar la violencia mostrando aún más violencia. Porque Green border es, lo adelantamos, una durísima ficción sobre el drama migratorio que, filmada en un riguroso blanco y negro, nos traslada a la frontera entre Polonia y Bielorrusia para seguir a los diferentes actores de la migración en Europa: familias de refugiados extracomunitarios, fuerzas de orden y activistas.

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Articulado como un fresco sobre la deshumanización de la política contemporánea, la película más bien se asemeja a un catálogo de atrocidades morales que cuesta ver sin cerrar los ojos: soldados que pisan ancianos, mujeres embarazadas desangrándose en el otro lado de la frontera, niños que mueren en mitad del bosque... El efecto acumulativo de esta exhibición ciertamente no beneficia al largometraje, de más de dos horas de duración, a pesar de las buenas intenciones de una directora que nunca ha tenido miedo a convertirse en altavoz de las injusticias. El problema aquí no tiene que ver con su activismo, sino con una narrativa maniquea y efectista que dispara contra todos y sin piedad.

Trailer de 'Green border'