La vida de Eugenio no fue una comedia, sino un drama salpimentado de humor

A veces, los biopics son cosa de dos. Saben aquell no solo trata de Eugenio, el impasible rey de los chistes que empezó a despuntar en la Barcelona tardofranquista, sino también de su primera esposa, la cantante Conchita Alcaide. Con la relación de la pareja como eje, el realizador David Trueba (Soldados de Salamina) y el guionista Albert Espinosa (Pulseras rojas) muestran la progresiva transformación del protagonista: joyero, miembro de un dúo musical y humorista atormentado por el miedo escénico que acaba alcanzando un éxito enorme.

Saben aquell es más un drama romántico con humor (¿triste?) que una comedia. Algunas bromas salpican las primeras escenas de descubrimiento romántico y de tentativas de encajar en el amor y en el arte. Posteriormente, los chistes matizan la gravedad de las dificultades económicas y de los desencajes en las formas de relacionarse. Trueba y su equipo no pretenden resolver el enigma Eugenio: cuestionan sus conductas sin hacer sangre y optan por tratar con pudor unas noches que quizá anticipan sus excesos posteriores. Se opta por una narrativa visual discreta, que acompaña sin estridencias tanto los trabajos actorales como los (apreciables) esfuerzos logísticos de reconstrucción histórica. Esta renuncia a dopar el relato con espectacularidades artificiales quizá dificulta que el visionado del filme se convierta en memorable, pero seguramente le acerca a la realidad de las vidas que se intentan conjurar.