BarcelonaEl 3 de junio de 2017, la vida de Reality Winner cambió en poco más de una hora cuando unos agentes del FBI se presentaron en su casa y la interrogaron en relación a unos documentos sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016 que Winner, de sólo 25 años, había filtrado cuando trabajaba para la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. La transcripción de la grabación del interrogatorio que acabó con la joven detenida –y más adelante condenada a cinco años de cárcel– acabó en manos de la dramaturga Tina Satter (Hopkinton, 1974), que la convirtió, palabra por palabra, primero en obra teatral y después en su debut como directora. Reality, tensa y fiel reconstrucción de la detención de Winner, llega este viernes a Filmin como candidata inesperada a thriller político del año.
¿Qué le atrajo inicialmente del caso de Reality Winner?
— Conocí su historia a través de un artículo y me interesó mucho. El artículo tenía un archivo adjunto con la transcripción completa de todo lo que se dijo durante la visita del FBI, y me fascinó porque capturaba con todo detalle un momento trascendental en la vida de una persona.
¿Por qué decidió utilizarla de guión, palabra por palabra?
— Porque la transcripción era tan exhaustiva que recogía incluso la tos, el tartamudeo, las palabras mal pronunciadas... El realismo en el lenguaje funcionaba casi como una dirección de actores. Además, yo sabía que esta mujer había terminado en prisión, conocía la historia gracias al artículo, pero la transcripción me atrapó como un thriller, la leí en un suspiro. Y toda esa palabrería insustancial del principio, cuando hablan del gimnasio y del CrossFit... ¡Con todo lo que se está jugando! Cosas así no te las puedes inventar. Es como un documento histórico del estado en acción.
En el cine, los interrogatorios suelen tensarse por la violencia física o verbal, pero aquí es más incómoda la amabilidad forzada de los agentes, sus esfuerzos por aparentar normalidad en una situación muy poco normal.
— Totalmente, fue uno de los aspectos que discutimos mucho con los actores que los interpretan. No son personas malvadas, sino seres humanos haciendo un trabajo. Intentan parecer amables pese a tener la certeza de que ella acabaría confesando, porque lo sabían todo. En realidad, tanto los agentes como Reality están actuando, ellos simulando que no pasa nada grave y ella que no sabe de qué va todo. Para nuestros actores fue un trabajo muy sutil.
Sydney Sweenie, que interpreta a Reality, realiza un trabajo magnífico. ¿Cómo logró una pequeña película indie ¿una de las actrices más de moda de Hollywood?
— ¡Era ella, la que quería hacer la película, persiguió el papel! Yo sabía quién era por Euphoria e hizo una audición por Zoom muy convincente. Pero no me di cuenta de lo buena actriz que era hasta el rodaje. Es una actriz increíble y muy inteligente. Cuando la fichamos estaba ya muy cotizada, pero cuando estrenamos se había convertido en una superestrella.
Y ahora incluso protagoniza videoclips de los Rolling Stones. Debe ser, además, una de las actrices más sexualizadas de su generación, algo que no tiene nada que ver con su papel en Reality.
— Ella es muy inteligente y es consciente de que eso es sólo un aspecto de personajes como la Cassie deEuphoria, una adolescente para quien la sexualidad es una parte importante de su viaje de crecimiento. Reality es una chica guapa, sí, pero no está sexualizada, como tú decías. Y creo que Sydney escogerá más papeles como éste en el futuro.
¿Le parece justo que Winner haya ido a prisión por filtrar ese documento?
— Creo que ha pagado un precio altísimo por lo que hizo. La cárcel ha sido muy dura para ella. Ya sufría ansiedad y trastornos alimenticios antes de entrar, y el sistema de prisiones estadounidense es inhumano. Y sentir que has arruinado tu vida a los 25 años es tremendo. Pero no sé si un filtrador debería ir a prisión, no tengo una respuesta para esa pregunta. Y supongo que por eso me atrajo el tema. Sí creo que una democracia necesita filtradores anónimos. Con el nivel de corrupción actual de los gobiernos, las democracias deberían permitir que alguien señale lo que no está bien sin que ello le destruya la vida. Además, era un momento muy extraño en Estados Unidos, la era Trump. Sabíamos que nos estaban mintiendo. Y Reality actuó casi por instinto, un instinto idealista y joven con el que me identifico mucho.