Eduard Fernández reivindica en 'El 47' la lucha obrera de las periferias urbanas
La película de Marcel Barrena recrea el secuestro de un autobús para llevar el transporte público a Torre Baró
BarcelonaEl 7 de mayo de 1978, el conductor de autobús Manuel Vital, que hacía la línea 47 de la plaza Catalunya en la Guineueta, bajó del vehículo un momento y se fue a una cabina para llamar a la mujer. "Voy hacia allí", dijo. Y en lugar de continuar por la ruta habitual, se desvió y subió por la carretera Alta de Roquetes hasta Torre Baró, allí donde todo el mundo en el Ayuntamiento de Barcelona aseguraba que un autobús no podía circular. Los vecinos se sumaron a la reivindicación y aquello se convirtió en una fiesta que acabó con Vital detenido por secuestrar un autobús.
La hazaña de ese conductor de origen extremeño, militante del PSUC, salta a la pantalla grande este viernes con El 47, la recreación que ha filmado Marcel Barrena (Mediterráneo) de aquel acto heroico con el que Vital reivindicó que el transporte público de Barcelona llegara a todos los barrios de la ciudad, incluso a aquellos de la sierra de Collserola que habían construido con sus manos migrantes llegados a Cataluña durante la posguerra fruto del éxodo rural de Andalucía y Extremadura.
“Siempre me ha gustado la figura del charnego”, explica Eduard Fernández, que interpreta a Vital con una convicción y verdad extraordinarias. La madre del actor era de un pueblo de Burgos y él confiesa que se ha quedado con la espina de no haber podido interpretar nunca al Pijoaparte deÚltimas tardes con Teresa, de Juan Marsé. “Si rascas un poco ves que, al menos en Barcelona, la mayoría somos hijos, nietos o bisnietos de inmigrantes –dice–. El Pijoaparte era un pájaro, que siempre me gustan, pero Manuel no: él es alguien que vino de fuera, que se integró en Catalunya y se esforzó por hablar catalán, aunque no lo hablara del todo bien. Y yo le tengo un cariño especial, al hablar charnego”.
Casas hechas con las propias manos
El 47 arranca con una escena en la que, durante la década de los 50, un grupo de migrantes españoles se organiza para construir de noche sus chabolas para asegurar que, cuando llegue la Guardia Civil al amanecer, las casas tengan techo y, como dictaba la ley del suelo franquista, ya no se puedan derribar. Las consecuencias de este urbanismo de supervivencia se proyectan al futuro en un barrio carente de servicios básicos y, sobre todo, dejado de la mano de Dios por las autoridades. Según Carlos Cuevas, que también participa en El 47, la situación no ha cambiado demasiado: “La periferia ha evolucionado, pero sigue siendo la más perjudicada en cuanto a los servicios se refiere. Yo soy de Montcada i Reixac, que no es Barcelona, pero también es periferia, y el tren siempre va tarde y las estaciones están reventadas. En el centro de la ciudad, por donde pasa el turista, cuando hay un bache en el suelo se arregla al día siguiente, pero en la periferia no”. “Torre Baró hay muchos –añade Barrena–. Hay gente de Polonia que se ha emocionado al ver la película porque es una historia universal sobre clase y dignidad”. Cuevas interpreta en el filme a uno de los pasajeros habituales del bus que conduce Vital, un joven doctor en economía urbana que simpatiza con el conductor y le ayuda en su cruzada. “Usted debería ser alcalde”, le dice Vital en la película. Y en realidad lo fue, ya que el personaje evoca a través de la ficción la figura de Pasqual Maragall, quien –y eso sí sucedió–, una vez fue alcalde, se alojó un par de días en casa de Vital para conocer mejor Torre Baró.
Medio siglo después de los hechos recreados en El 47, los vecinos de Torre Baró, que han participado como extras en la película, siguen sintiéndose ciudadanos de segunda. “Dicen que habría que volver a secuestrar a un autobús, y yo añadiría que también un médico, una enfermera, un profesor de escuela... –se indigna Barrena–. ¡Incluso un camarero, porque en Torre Baró no hay ni bar! En la parte alta de Torre Baró no hay ninguna. Y no sé si esto ocurre en ningún otro barrio en Catalunya”. La presencia de los vecinos en la película añade para Fernández un plus de realismo y tensión. “Cuando ves que están te pones un poco alerta y te entregas a la historia”, explica el actor, que señala que algunos de los vecinos que aparecen en el filme –e incluso en el cartel– habían subido al autobús secuestrado por Vital o eran amigos suyos.
Barrena recalca que El 47 "no va sólo del secuestro de un autobús, sino del empoderamiento de las clases obreras y el despertar de la conciencia". El director también quería hacer un homenaje a su ciudad ya sus dos lenguas, y mostrar “la convivencia pacífica” del catalán y el castellano –aunque el primero es mayoritario en el filme– en unas periferias donde muchos se esforzaban por conocer una cultura y otras para transmitirla. Esto se ve sobre todo en la relación entre Vital y Carmen, una monja catalana que colgó los hábitos y se casó con ese hombre extremeño que aprendió y habló el catalán “por amor”. “Eduard y yo llevábamos los deberes hechos de casa porque ya habíamos interpretado a una pareja en la miniserie Descalzo sobre la tierra roja, sobre Pere Casaldàliga, donde por cierto yo también hacía de monja –explica Clara Segura, que interpreta a Carmen–. En la película no hay propiamente escenas de amor entre Carmen y Manuel, pero ves siempre su amor en la mirada, en la forma en que le cura los pies... Incluso cuando discuten, porque lo hacen con amor”.