'La estrangulapobres': de lectura obligatoria en 'western' anticapitalista
La novela de Narcís Oller, el último clásico literario catalán que llega a los cines
BarcelonaLa novela de Narcís Oller La estrangulapobres (1884) fue una de las lecturas obligatorias con las que el director Ibai Abad (Barcelona, 1985) estudió la Renaixença en la escuela. veinte páginas como se siega el trigo..." Unos años después, a raíz de la crisis financiera del 2008, Abad se recordó de aquella novela sobre la llegada de la Revolución Industrial y los primeros banqueros a la Cataluña rural, una historia de codicia y progreso que en su jefe de cineasta forjado en el Ajedrez tomaba forma de western con fuerte carga social.
Escañapobres, que llega a los cines este viernes, recoge todos los elementos esenciales de la novela, empezando por la figura oscura y trágica del Oleguer, el usurero dominado por la avaricia a quien aporta matices y complejidad uno más que convincente Álex Brendemühl. Pero en vez del registro histórico habitual de las adaptaciones literarias, Abad quita el polvo al texto descubriendo su potencial como western. “Muchas cosas de la novela me remiten al imaginario del western –dice Abad–. La Cataluña interior de la época como territorio sin civilizar, la figura con un pasado oscuro que llega a un pueblo sin civilizar y la llegada al pueblo del tren, que en lugar de progreso trae penurias”.
Más atrevida es la decisión de ascender casi a protagonista de la historia la hija del campesino que pierde la masía a manos de Oleguer, Cileta, que en la novela aparece en un par de páginas. “Hago un poco de trampa, porque fusiono al personaje con la criada de Oleguer y Tuies, que quiere robarles el dinero”, explica Abad, que optó por dar más espacio a los personajes femeninos de Oller. “Cileta me fascinaba –explica el director–. En vez de ver cómo un enemigo Oleguer, que ha desahuciado a su familia, decide que quiere ser como él y tener mucho dinero. Y es normal, porque a finales del siglo XIX una mujer no puede tener libertad alguna si no tiene dinero”.
Interpretada por Mireia Vilapuig (Selftape), Cileta establece con Oleguer una relación oscura de sumisión en la que se mezclan el interés, el rencor y una tensión sexual que cristaliza finalmente con ellos dos desnudos en una bañera. “La escena también está, en el libro, pero con Tuies, y aún es más extraña, con la bañera llena de monedas”, se justifica Abad, quien señala que la historia de amor entre Oleguer y Cileta es “muy extraña” porque sólo se acercan el uno a la otra cuando hay dinero de por medio. “La mezcla entre sexo y dinero ya aparecía la novela, pero de una forma más enterrada y perversa”, dice Abad.
Sea como fuere, el director reivindica el derecho a jugar con el material literario y llevarlo a su terreno. “Yo no hago una copia de la novela sino una adaptación –defiende–. Y, en realidad, todos los puntos cardinales de la trama del libro están en la película. La cuestión es quedarte con lo que te hace vibrar y darle una mirada propia”. Y remata, convencido, que "todos los grandes autores" verían con agrado que sus obras fueran revisadas "porque así están vivas, y no encerradas en un almacén de libros o una enciclopedia". Pese a tener una comedia ambientada en la Antártida en el horizonte, el proyecto soñado de Abad sería adaptar La muerte y la primavera de Mercè Rodoreda. “Pero es una película que tienes que hacer en clave fantástica, por lo que necesitas cinco millones de euros –dice–. Y si Agustí Villaronga no los logró, ¿qué debo conseguir yo...”
En recuerdo de Juli Mira
Para llevar La estrangulapobres en el cine, el director se ha rodeado de compañeros del Ajedrez, como la directora de fotografía Maria Codina o la directora de arte Júlia Camarasa, con quien ha creado el aire de western del filme (los campos de trigo, las masías aisladas, las tabernas roñosas llenas de hombres bebiendo y jugando a cartas...) sin perder de vista la reconstrucción histórica de la época. Viendo el resultado, cuesta creer que el presupuesto sea sólo de 1,4 millones de euros. “No habríamos podido hacerlo sin la gente de la Asociación del Ferrocarril, que se entregaron absolutamente y nos ayudaron a recrear la llegada del tren sin tener que pagar a Renfe 50.000 euros que no teníamos ni rebajar el estándar visual –dice Abad–. Cuando haces uno western no puedes cutrear”. También se entregó en cuerpo y alma a la película Juli Mira, que interpreta a Magí, el notario amigo de Oleguer, y que no ha podido ver Escañapobres en los cines porque murió a principios de año. “Es muy extraño, y emocionante –Abad– no pudo ver el tren, y Julio no ha visto la película. importaba hacer un personaje que moría, por el contrario, se lo tomaba con un increíble humor. Era fascinante: quería hacer el trabajo que le encantaba hasta el último aliento”.