Cine

"No entiendo que las imágenes de un nacimiento sean tabú y la violencia no"

La directora Léa Fehner se adentra en el universo humano de un paritorio en la magnífica película 'Matronas'

BarcelonaCuando el hijo de la directora francesa Léa Fehner (Tolosa, 1981) nació con un grave problema de salud, ella empezó a pasar mucho tiempo en hospitales. Aquello la hizo dar cuenta de cómo tu vida puede cambiar para siempre cuando entras en un paritorio, y la importancia de las personas que te acompañan en la intimidad de un momento brutal que tanto puede ser el más feliz de la vida como lo más terrible. En el apasionante drama Matronas, que acaba de estrenarse en cines, Fehner cambia el punto de vista y se pone en la piel de las comadronas: una inmersión total en un universo de vida y muerte a través de dos comadronas inexpertas recién llegadas al paritorio de un hospital público muy afectado por los recortes y donde el personal está al límite.

“El cine y los medios han idealizado tanto el parto como la figura de la matrona, y como mujer, madre y cineasta, yo quería romper con esta idea –explica Fehner por videollamada–. Nos imaginamos las comadronas como personas felices con un trabajo fácil y lleno de alegría, pero la realidad es que se enfrentan a muchos problemas y un grave problema ético, porque la falta de tiempo y recursos no les permite tratar a los pacientes como ellas quisieran ”. Matronas incluye imágenes de una protesta real de matronas en Francia, y una de las manifestantes lleva un cartel que dice “No quiero ser una maltratadora”. “El control a distancia del ritmo cardíaco y la epidural han hecho subir la media de pacientes por matrona, y ahora, durante una guardia, una sola matrona puede tener que atender a tres partes a la vez –señala Fehner–. Pero un parto no es una ciencia exacta, no sabes si requerirá una o diez horas. Y toda esa situación está matando a la profesión”.

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Entre el 'thriller' y el documental

Matronas captura la cotidianidad de las matronas con la intensidad de un thriller frenético: cada parte es un interrogante, y las emociones van del terror a las lágrimas de felicidad en cuestión de segundos. Comprensiblemente, el desgaste emocional es muy alto y la tasa de abandono un chiste recorriendo. Fehner hace sentir al espectador dentro de un paritorio real, como si fuera un documental. Y es que, en parte, lo es: “Antes de rodar pasamos mucho tiempo con las matronas y comprobamos que ver a alguien nacer y empezar a respirar es una experiencia extraordinaria que sobrepasa la ficción, así que pedimos autorización a algunas madres para que nos dejaran grabar sus partes. A los seis meses pedimos a los padres que volvieran a interpretar el parto con nuestras actrices haciendo de matronas, creando algo a medio camino de la verdad y la ficción que capturara la magnificencia de la experiencia de un parto”.

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No es la única estrategia que Fehner siguió para dotar de realismo a la película. Ella y la guionista Catherine Paillé se entrevistaron con cuarenta matronas y eligieron seis con las que redactaron conjuntamente el guión de la película. En el proceso también se implicaron activamente los jóvenes intérpretes del Conservatorio Nacional de Arte Dramático de París, que compartieron durante tres meses la cotidianidad de las comadronas: asistieron y participaron en partes, reanimaciones de recién nacidos y en otros procedimientos. “Estas experiencias se iban destilando en el guión, que, al igual que con las comadronas, intentamos escribir con los actores y actrices: con sus cuerpos, sus palabras, su creatividad y su rabia –dice Fehner– . Es un proceso fascinante pero también complicado, que baila constantemente en la frontera entre homenaje y traición”.

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El tabú del parto real

Fehner no sólo grabó imágenes reales de los partos sino también de cesáreas y epidurales. Muchas imágenes que, señala, “son tabú en nuestro imaginario, a pesar de ser imágenes poderosas y de gran belleza sobre la vida y nuestros cuerpos”. "No entiendo que las imágenes de un nacimiento sean tabú y la violencia no", añade. “Quizá tenga que ver con que se vea el sexo femenino o la potencia que despliegan las mujeres durante el parto. No debe olvidarse que, hasta ahora, la mirada que ha imperado en el cine es la de los hombres”. Fehner no se equivoca: cuando el maestro del cine experimental Stan Brakhage envió a desvelar el corto de 12 minutos Window water baby moving, sobre el nacimiento de su primer hijo, el laboratorio identificó el material como obsceno y amenazó con destruirlo. Con el tiempo ha dejado de ser tan excepcional ver un parto real en el cine y encontramos en filmes de Catherine Breillat, Naomi Kawase o Alain Guiraudie, e incluso en películas comerciales como elEnredo comprometido de Judd Apatow. “Cuantas más mujeres hagan películas más imágenes como estas se verán, pero también influye en que cada vez haya más hombres en los partos”, dice Fehner.

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La película se inserta en la tradición francesa de cine sobre médicos y hospitales, casi un subgénero con metas como Hipócrates (Thomas Lilti, 2014) o La fractura (Catherine Corsini, 2021). “Durante mucho tiempo hemos tenido la mejor sanidad pública del mundo, era una columna vertebral de nuestra sociedad, y cuando no funciona tendemos a pulsar el botón de alarma”, dice Fehner. Y aunque la defensa de la sanidad pública suele ser una lucha central de la izquierda, la directora lamenta que todo lo que tiene que ver con la maternidad y los cuidados tiende a invisibilizarse en el discurso político progresista. “El feminismo y la izquierda se han desentendido de la maternidad durante mucho tiempo –dice–. Al convertirme en madre me he sentido un poco huérfana de una cultura feminista de la autonomía y la igualdad que integre la noción de mí misma como madre. Y es una lástima, porque todas las matronas que he conocido son extremadamente progresistas y están muy avanzadas en cuestiones de género o consentimiento. Y porque, al fin y al cabo, todos somos hijos de alguien”.

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Trailer de 'Matronas'