Cine

Montse Ribé y David Martí: "Si ganas el Oscar tienes que espabilar: DiCaprio puede hablar todo lo que quiera, pero el resto solo tenemos sesenta segundos"

Maquilladores de efectos especiales, nominados al Oscar por 'La sociedad de la nieve'

BarcelonaSu extraordinario trabajo como maquilladores de efectos especiales en El laberinto del fauno (2006) proporcionó a Montse Ribé (Molins de Rei, 1972) y David Martí (Barcelona, 1971) su primer Oscar, el segundo con sello catalán tras el ganado por el director de fotografía Néstor Almendros por Días del cielo (1978). Ahora, con su trabajo en La sociedad de la nieve, Ribé y Martí han conquistado una nueva nominación y están a las puertas de repetir el hito histórico. Ellos, sin embargo, siguen trabajando desde su estudio de Barcelona, haciendo realidad los sueños y pesadillas de cineastas como JA Bayona y Guillermo del Toro.

Sois conocido principalmente como creadores de monstruos y criaturas fantásticas. ¿Qué requiere de vosotros una película tan hiperrealista como La sociedad de la nieve?

Montse Ribé: Es cierto que hacemos muchas criaturas y monstruos, pero en realidad también hacemos mucho trabajo realista. Nuestro trabajo en prótesis puede consistir en una barriga de embarazada, envejecer a alguien, simular heridas... En La sociedad de la nieve hacemos maquillaje protésico, tanto para simular heridas como para ayudarlos a parecer más delgados, por ejemplo con unas prótesis en los pómulos o dientes que les hacen parecer más cadavéricos.

David Martí: Los efectos realistas son a veces más aburridos que los de películas fantásticas como El laberinto del fauno o Un monstruo viene a verme. Nosotros intentamos mantener un equilibrio: después de La sociedad de la nieve solo queríamos hacer cosas fantásticas, y después de la fantasía acabas harto de los monstruos y con ganas de hacer cosas más normales.

Siempre me ha impactado que el efecto más complicado de Parque Jurásico fuera simular que los pasos del tiranosaurio rex provocaban ondas en un charco. ¿Qué fue lo más difícil de vuestro trabajo en La sociedad de la nieve?

MR Es verdad que a veces el efecto que parece más sencillo es el que más cuesta. Pero en La sociedad de la nieve el reto eran las condiciones. Tuvimos que hacer muchos muñecos hiperrealistas de cuerpos muertos que sirvieran para primeros planos, y eso significa poner los pelos de las cejas y del pelo uno a uno... Ya habíamos hecho antes muñecos así, pero a 3.000 metros de altura se congelaban y se les caía el pelo que habíamos estado semanas poniendo. Otro problema es que normalmente hacemos moldes de los actores antes del rodaje para crear las prótesis, pero aquí no servían de nada porque los actores iban adelgazando y no les encajaban bien. Así que tuvimos que hacerlo hacia el final del rodaje, y muy rápido.

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Estáis nominados al Oscar junto con la maquilladora Ana López-Puigcerver. ¿Dónde termina su trabajo y empieza el vuestro?

MR Ana se encarga sobre todo de las texturas de piel: si están morenos, si se han pelado, los labios cortados... Y todas las evoluciones y degradaciones del personaje.

DM Nosotros estamos muy presentes en los momentos más dramáticos como el del accidente, porque existen heridas y muertes. Y después nos reactivamos cuando llega la degradación total: en los últimos días en la montaña y en el hospital, cuando se les ven esas piernas esqueléticas, que no son de verdad, son prótesis.

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A pesar del Oscar por El laberinto del fauno, nunca habéis trabajado en Hollywood, solo en proyectos de Guillermo del Toro. ¿Habéis preferido no dar el salto o no os han llegado ofertas interesantes?

MR Sí que nos llegaron ofertas, pero nosotros preferimos trabajar desde aquí. Cuando hemos rodado con Guillermo del Toro lo hemos hecho trabajando primero en nuestro taller de Barcelona y yendo después al rodaje en Toronto o donde sea. Es como nos gusta trabajar. Y si antes no queríamos trasladarnos al mercado estadounidense, ahora menos.

DM Lo que sí hacemos son colaboraciones internacionales de las que no hablamos porque no son trabajos 100% nuestros. Cuando un supervisor de maquillaje de efectos de una gran producción tiene mucho trabajo y nos llama para ir y echar una mano, vamos y nos lo pasamos genial. Lo hicimos, por ejemplo, en las dos últimas películas de Harry Potter: fuimos para echar una mano, pero sin supervisar nada. Allí somos solo una pieza del engranaje.

Una curiosidad: ¿vosotros os maquilláis alguna vez? ¿O maquilláis a vuestros hijos, si los teneís? Serían los reyes de la Zombie Walk de Sitges.

MR [Ríe] No, nunca nos maquillamos. En casa de herrero... Nos hemos disfrazado alguna vez, pero no de monstruos sino de Abeja Maya y Willy o cosas así. Y no tenemos hijos. Pero si los hubiéramos tenido, seguramente habrían acabado hartos del maquillaje y no hubieran querido saber nada de todo eso.

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DM Hace muchos años pensamos en tener hijos, pero Guillermo del Toro, que entonces tenía que dirigir El Hobbit, nos propuso ir tres años a Nueva Zelanda para hacer la película y aquello echó por tierra nuestros planes. Después nos separamos, aunque seguimos siendo socios y familia, y ni el uno ni el otro hemos tenido hijos.

¿Qué recuerdos tenéis de vuestra primera gala de los Oscar? Supongo que fue una noche feliz, porque ni siquiera erais favoritos.

MR Fue una sorpresa total. Ese año éramos tres nominados y no tienes ni idea de si te va a tocar. Estar allí es tan raro, es una sensación de irrealidad que te supera, una euforia constante y brutal.

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DM No teníamos nada preparado, pero si lo hubiéramos tenido tampoco habríamos podido leerlo, porque te pones muy nervioso. Y tienes que espabilar: DiCaprio puede hablar lo que quiera, pero el resto tenemos solo sesenta segundos.

MR Y después te pasas toda la noche con el Oscar en la mano, que pesa unos cuatro kilos, y al final ya no sabes qué hacer con él. Eso sí, te sirve de salvoconducto para ir a todas las fiestas que se hacen esa noche. No hace falta invitación ni nada, con el Oscar en la mano siempre te dejan pasar.

Con un esmoquin y una réplica de la estatuilla sería fácil colarse, pues.

DM [Ríe] Sí, y, de hecho, hemos pensado en llevarnos el nuestro, por si no ganamos.

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¿Qué sensaciones tenéis de cara a este año? ¿Veis posible la victoria?

MR Nosotros creemos que va a ganar Maestro.

DM Tiene lo que ellos llaman golden ticket: una estrella norteamericana, una película que ha funcionado, un personaje...

MR Y el maquillaje es bestial. Sin desmerecer el trabajo de La sociedad de la nieve, si votáramos solo los maquilladores de la Academia yo creo que ganaría Maestro, porque sabemos todo el trabajo que hay detrás, y es técnicamente muy difícil. Pero es cierto que mucha gente critica ese tipo de maquillaje, porque al ser un actor muy conocido, el público es muy consciente de las prótesis que lleva. Y como votan todos los académicos, esto podría beneficiarnos.

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DM La gente no sabe ver que Maestro no es solo una nariz protética, sino toda la cara, el pelo... El año de El laberinto del fauno también estaba nominada Apocalypto, que era una bestialidad de trabajo, pero en la nuestra había dos personajes, Fauno y el Hombre Pálido, que llamaban más la atención. Así que nunca sabes qué puede pasar.

Desde la revolución de los efectos digitales hay monstruos a raudales en el cine, pero pocos capturan la imaginación del público. Fauno y el Hombre Pálido lo consiguieron, ya son parte del imaginario de lo fantástico. ¿Erais conscientes, cuando los creasteis, de que gustarían tanto?

MR No, nunca habríamos imaginado que tendrían esa repercusión, ni siquiera al ganar el Oscar. Nos hizo muy felices cuando, por Carnaval, vimos a niños que se pintaban los ojos del Hombre Pálido y hacían su gesto con las manos. Hay gente que incluso se los ha tatuado. Hay directores que, después, nos han pedido "un personaje icónico como el Fauno o el Hombre Pálido", pero tú cuando los haces no estás pensando en hacer nada icónico, solo hacer el trabajo lo mejor posible.

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¿Y por qué creéis que Fauno y el Hombre Pálido fueron tan icónicos? ¿Qué los distingue de otras criaturas?

MR Pienso que eran muy diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver en personajes de ficción americanos que parecen salidos del mismo molde, con el mismo filtro. Y aquellos tenían otro estilo, más europeo.

DM Cuando estábamos trabajando en El laberinto del fauno, Mike Elizalde, otro colaborador de Del Toro, estaba haciendo La joven del agua de Shyamalan, donde había unos personajes hechos de hierba y ramas. Guillermo me pidió que le preguntara a Mike si lo que estábamos haciendo nosotros se parecía a lo que hacía él. Y su respuesta fue: "Ya me gustaría" [ríe]. Fauno y Pálido rompieron moldes. En este trabajo es importante no fijarse mucho en lo que hacen los demás, porque entonces lo único que haces son copias. Jim Henson es un gran referente para nosotros, pero no teníamos un fotograma de Cristal oscuro en la mesa mientras hacíamos El laberinto del fauno.

¿Cada vez es más difícil ser original y diferente?

MR Sí, totalmente. Lo intentas, pero conseguirlo depende siempre de algo inconsciente que escapa a tu control.

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DM Fauno, por ejemplo, fue una de las primeras ideas, y a Guillermo le gustó. Pero el Hombre Pálido es el resultado de no tener dinero suficiente –Guillermo quería algo mucho más espectacular, pero no había presupuesto–, de exprimirnos el cerebro, de aprovechar los recursos que sí teníamos y de una serie de accidentes que ocurrieron, como que el actor, una vez maquillado, hiciera ese gesto tan icónico con las manos, que no estaba previsto. Pero así salen las cosas a veces.