Cine

"Los hombres no son conscientes de que de mayores tendrán que cuidar a alguien"

Paulina Urrutia, actriz y ex ministra de Cultura de Chile, protagoniza el documental 'La memoria infinita', sobre el Alzheimer de su marido

BarcelonaEn 2014, cuando llevaban más de quince años de relación, Augusto Góngora y Paulina Urrutia recibieron un golpe a traición de la vida: el diagnóstico del Alzheimer de Góngora, periodista comprometido que durante la dictadura de Pinochet había ejercido con valentía su oficio desde la clandestinidad y que, ya en democracia, fue el rostro de la programación cultural en la televisión pública chilena. Coherente, Góngora dio la cara y habló abiertamente de su enfermedad en una entrevista. Y cuando la directora Maite Alberdi (El agente tope) le propuso rodar una película sobre su convivencia con el Alzheimer, aceptó inmediatamente. Urrutia, en cambio, se resistió: "Me daba mucho miedo la exposición. ¿Qué pensaría la gente, al verlo? Pero en una comida con Maite, cuando a Augusto ya le temblaba la mano y le caía la comida, de repente dijo "¿Cuál es el problema? ¿Que me caiga la comida? A mí no me avergüenza." La cámara y el documental eran el lenguaje de Augusto, él confiaba y no tenía ningún miedo. ¿Cómo iba a tener yo?".

Augusto Góngora murió el año pasado, pero antes pudo completarse La memoria infinita, el documental finalista en el Oscar que se estrena este viernes y que es, por encima de todo, una película sobre el amor: la cámara de Alberdi se adentra en la intimidad profunda de la pareja en su momento más difícil y captura los esfuerzos de uno y otro –cada uno desde lugares muy distintos– para sostener su vida en común mientras la enfermedad va borrando la memoria y la identidad de Góngora. "Este no es un documental sobre el Alzheimer sino sobre dos personas que se enfrentan a una dificultad como pueden –explica Urrutia–. Y te muestra toda la dureza, pero también las luces. Augusto me tuvo siempre a mí en el su lado, una persona vital para él, pero yo también encontré el sentido de mi vida en el rol de cuidar a Augusto, de ser su mujer. Y eso, ha sido un descubrimiento vital para mí".

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Durante las presentaciones del documental, Urrutia ha podido captar reacciones muy dispares entre hombres y mujeres. "Por una cuestión cultural, las mujeres tenemos asumido que tarde o temprano nos tocará cuidar, pero los hombres no –comenta–. A un amigo la película le impresionó mucho y me dijo: «La pregunta que me hago ahora es a qué lado me tocará". Los hombres no son conscientes de que de mayores tendrán que cuidar a alguien. Y no es que todos tengamos que sufrir Alzheimer, pero todos enfermaremos, y debemos prepararnos para esta parte de la vida" . En el caso de Góngora, además, el Alzheimer tiene una dimensión irónica y trágica, porque el periodista se pasó la vida luchando por la restitución de la memoria de Chile, reivindicando la importancia de conservar el pasado “para poder construir un futuro ".

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Superar el estigma del Alzheimer

Al igual que su marido, Urrutia es una figura pública en Chile, actriz de renombre y ministra de Cultura del gobierno de Michelle Bachelet, del 2006 al 2010. Durante el documental, de hecho, se ve cómo la actriz se lleva al marido en los ensayos de la obra en la que trabaja. Él no acaba de entender la situación pero a veces participa, sumándose divertido a las coreografías como uno más de la compañía. Seguramente requiere un cierto esfuerzo por parte de todos, pero los beneficios tanto para Urrutia como para Góngora son evidentes. Y el gesto es coherente con una película que quiere visibilizar la realidad del Alzheimer y superar el estigma que persigue a las enfermedades mentales. "Mira el tiempo que ha tardado la sociedad en integrar a los chicos con síndrome de Down –apunta Urrutia–. Es absurdo esconder las enfermedades, porque el ser humano está cada día más enfermo de soledad, de tristeza y de rabia. Necesitamos potenciar las enfermedades emociones que nos hacen humanos, y eso implica relacionarnos".

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La actriz no sólo ha ejercido de protagonista del documental sino que, durante la pandemia, siguió grabando con una cámara que le dejó Alberdi. Estas escenas, de una intimidad en carne viva, exudan la desesperación y la soledad de los momentos más duros, cuando Góngora se olvidaba de todo y todo el mundo y pedía ayuda, pero también la ternura y el cariño que sobreviven a la enfermedad. "Pensábamos que el confinamiento y la pandemia serían cosa de meses. Que yo grabara era una manea de no perder el contacto con la película, pero no pensábamos utilizar las imágenes. ¡De hecho, están todas fuera de foco! La gente se piensa que es un efecto, pero no, simplemente no las revisaba. Para mí, en un momento en el que estaba sola con Augusto, la cámara era simplemente alguien con quien podía contar para ser testigo de todo lo que nos pasaba".- _BK_COD_

Trailer de 'La memoria infinita'