Lanthimos da la espalda a los Oscar y vuelve al terror más perturbador
Emma Stone, Willem Dafoe y Jesse Plemons protagonizan los tres relatos de 'Kinds of kindness', que estrena el Festival de Cannes
Enviado especial a CannesCon sus dos últimas películas, La favorita (2019) y Pobres criaturas(2023), Yorgos Lanthimos rebajó el nivel de extrañeza e incomodidad de su cine y consiguió 5 Oscar y 21 nominaciones que le han convertido en uno de los directores de moda en Hollywood. Lejos de acomodarse, el cineasta griego ha aprovechado su posición para dejar atrás las incursiones en el género histórico y volver a los registros más incómodos y terroríficos que le dieron a conocer internacionalmente con Canino (2009). Presentada este viernes en el Festival de Cannes, Kinds of kindness es la película más perturbadora de Lanthimos desde El sacrificio de un ciervo sagrado (2017) y la más ambiciosa de su carrera: dura cerca de tres horas y la forman tres historias independientes que interpretan la misma troupe de actores hollywoodianos de prestigio (Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe y Margaret Qualley, entre otros), aunque haciendo personajes distintos.
The death of RMF es el primero y el mejor de los tres relatos del filme. Plemons interpreta a un ejecutivo de una empresa que sigue al pie de la letra las instrucciones de su jefe (Dafoe), pero no solo en el trabajo: también le dicta qué debe comer todos los días, cuándo debe tener relaciones con la mujer o si puede o no tener hijos con ella. El sometimiento voluntario se ve recompensado por favores sexuales de su jefe, un estatus social elevado y regalos excéntricos, hasta que un día el ejecutivo se planta y se niega a cumplir una de las órdenes. Lanthimos y su coguionista, Efthimis Filippou (lo mismo que en Canino, Langosta o El sacrificio de un ciervo sagrado), juegan con el contraste entre el orden de una existencia regida por una entidad superior y el caos de una vida sujeta al azar y cuyo libre albedrío el protagonista trata de escapar cuando se vuelve a encontrar.
En los poco más de 45 minutos de su extraordinario primer relato, Kinds of kindness crea unas expectativas que las demás historias no acaban de satisfacer. El segundo acto del filme profundiza en el tema del control, la dependencia y el abuso a través de la historia de un policía (Plemons) que se reencuentra con su mujer desaparecida durante semanas en un accidente extraño y que empieza a sospechar que ella (Stone) no es realmente quien dice. La historia que cierra el tríptico la protagoniza una mujer (Stone) que ha abandonado al marido ya la hija para unirse a una extraña secta en busca de alguien con el poder de resucitar a los muertos. La única conexión narrativa entre los relatos es un personaje silencioso que tiene una presencia discreta en la primera historia y la última y al que conocemos únicamente por las iniciales: RMF
Lanthimos vuelve a sobresalir como creador de atmósferas malsanas y de personajes inquietantes que siguen una lógica interna misteriosa que les hace decir y hacer las barbaridades más escalofriantes como si nada. Las imágenes de impacto abundan en el filme, así como las risas nerviosas entre el público. Pero el formato de tríptico tiene el efecto indeseado de resaltar los recursos que el director utiliza en sus historias: la naturaleza opaca de los personajes, las rupturas brutales del tono, los agresivos toques de cuerda de la banda sonora... En lugar de enriquecer el universo de Lanthimos, la multiplicación de relatos pone de relieve la repetición de estrategias y trucos narrativos y evidencia todo lo que tiene de fórmula el cine del griego. Y tampoco acaba de sacar todo el zumo del baile de personajes de su troupe de actores habituales: Dafoe, por ejemplo, interpreta básicamente al mismo personaje en dos de las historias.
Nada nuevo bajo el sol rumano
Hace ya casi dos décadas del estallido de la Nueva Ola Rumana en los festivales de cine, que en Cannes se tradujo en el triunfo de La muerte del señor Lazarescu (2005) en la sección paralela Un Certain Regard y, sobre todo, en la Palma de Oro de Cuatro meses, tres semanas y dos días (2007). Sin embargo, las constantes formales y las preocupaciones temáticas de este movimiento siguen más o menos intactas en películas como Trei kilometrio roba la capatul lumii (Tres kilómetros para el fin del mundo), presentada a competición en Cannes. Emanuel Parvu muestra con el habitual rigor narrativo del cine rumano (planos largos, interpretaciones naturalistas, ausencia de banda sonora) los valores retrógrados y patriarcales que perviven en un pueblo del delta del Danubio donde la homosexualidad es cuidado a golpe de exorcismo y la policía no tiene muchas ganas de investigar una brutal paliza a un chico gay. Correcta en todos los aspectos, la cinta de Parvu no ofrece ninguna novedad destacable y el foco que asegura la competición oficial de Cannes quizás no le hace ningún favor.