Martin Scorsese: “Robert De Niro es el único que sabe de dónde vengo”
El director estadounidense estrena 'Los asesinos de la luna', que lo reúne con el protagonista de 'Taxi driver' y Leonardo DiCaprio
BarcelonaA principios del siglo XX, en Oklahoma, el azar y el petróleo convirtieron a los miembros de la tribu osage en la comunidad más rica de Estados Unidos. Sin embargo, la historia de los osage no es feliz, sino de dolor y traición; básicamente, la historia de la abusiva relación de la sociedad estadounidense con los habitantes originarios de su tierra. En Los asesinos de la luna, Martin Scorsese examina los crímenes que se produjeron hace un siglo en la comunidad osage, sobre todo en el seno de una familia. Y aunque estuvo a punto de serlo, la película no es un thriller criminal, sino un melodrama profundo y complejo sobre la crueldad y las contradicciones del ser humano, ejemplificadas en la naturaleza tóxica y –hasta cierto punto– sincera del amor que un hombre cómplice de los crímenes (Leonardo DiCaprio) profesa por una mujer de la familia de las víctimas (Lily Gladstone). La película se presentó en mayo en el Festival de Cannes y este viernes se estrena en los cines. Aunque Apple TV+ es la productora, todavía no hay fecha para la llegada del filme a la plataforma.
“Estuve año y medio adaptando el libro de David Grann sobre los crímenes, que es excelente pero que tiene como subtítulo El nacimiento del FBI, y sentía que la historia de los osage quedaba diluida en la del FBI”, explica Scorsese durante un encuentro virtual con la prensa. La clave para enfocar la adaptación llegó, dice, en un encuentro con los miembros actuales de la tribu. “Se mostraron cautos y yo les expliqué que no quería caer en el cliché y retratar a los indios sólo como víctimas, borrachos y otros tópicos... Y me di cuenta de que esta historia no solo formaba parte de su pasado: los descendientes de los protagonistas todavía vivían, sólo había una generación de diferencia. Y me hicieron entender que muchos de los blancos de la región eran buenos amigos de las familias, en particular Bill Hale, el cacique local que planificó los crímenes. Era un buen amigo, todo el mundo le quería y, aun así, los mató”.
Un testimonio clave para Scorsese fue el de Margie Burkhart, descendiente de Ernest Burkhart, el personaje que interpreta DiCaprio. “Me dijo que debía entender que Ernest amaba a Molly, y que Molly amaba a Ernest, y que era una historia de amor”, recuerda Scorsese, que se confiesa fascinado por lo que hay "en nosotros como seres humanos que nos permite compartimentar las cosas de esta manera". Junto con DiCaprio, pues, decidieron darle la vuelta del todo a la adaptación del libro y contar la historia a través del personaje de Burkhart. “Leo decidió interpretar a Ernest y no al agente del FBI que investiga el caso y reescribimos el guión completamente para contar la historia desde dentro, no desde fuera –dice Scorsese–. Ya no se trataba de averiguar quién lo hizo, sino quién no lo hizo. Es una historia de complicidad silenciosa, de pecado por omisión”.
Reunión en la cima con De Niro y DiCaprio
La dimensión de evento que tiene cada estreno de Martin Scorsese, prácticamente el último gran cineasta estadounidense en activo del New Hollywood, se ve multiplicada en Los asesinos de la luna por la reunión del director con sus dos actores fetiche, Leonardo DiCaprio y Robert De Niro, que interpreta a Bill Hale. “De Niro y yo nos conocemos desde adolescentes, él es el único que sabe de dónde vengo y quién es mi gente –dice el director–. Algunos todavía están vivos, y él los conoce, y yo conozco a sus amigos, los viejos amigos. Pusimos a prueba nuestra relación en los 70, cuando probamos muchas cosas, y descubrimos que podíamos confiar el uno en el otro. Al final, todo va de confianza y amor. Y no es poco”.
A principios de los 90, De Niro le habló a Scorsese de un actor con el que había trabajado en el drama La vida de este chico. “Algún día deberías trabajar con este chico”, le dijo el actor a Scorsese, sin darle mayor importancia. “Pero con De Niro un comentario así no es casual –dice Scorsese–. No suele decir cosas así ni suele hacer recomendaciones”. Cuando DiCaprio ya había hecho Titanic, Scorsese trabajó con él en Gangs of New York. “La película pudo hacerse gracias a él, de hecho –recuerda el director–. Descubrí que Leo quería explorar el mismo territorio que yo y empezamos a construir una relación. Cuando hacíamos El aviador, sobre todo al final, había en él una madurez que nos hizo conectar. Y me encantó hacer El lobo de Wall Street con Leo por todas las grandes ideas que aportó a la película. La cosa iba así: yo le empujaba un poco, él me empujaba a mí, yo le empujaba un poco más y, de repente, todo era una locura”.
Di Caprio y Scorsese se llevan 32 años de diferencia, pero el director asegura que tienen “una sensibilidad muy parecida”. Y pone como ejemplo los discos de Ella Fitzgerald que DiCaprio le hace escuchar o cómo, el año pasado, le llamó para preguntarle –nada menos que a Scorsese, uno de los directores estadounidenses más cinéfilos– si había visto la película Cuentos de Tokio, de Yasuhiro Ozu. “Me dijo que había visto en Criterion uno de esos clásicos japoneses y que le había parecido increíble –explica el director–. Yo, a principios de los 70, tardé un par de años en apreciarla, no entendía el estilo de Ozu porque estábamos muy intoxicados por Orson Welles. Pero Leo lo entendió desde el primer momento. Es una persona muy abierta de mente y con gran curiosidad por la gente y por otras culturas”.
Pese al despliegue actoral de De Niro y, sobre todo, de un DiCaprio monumental, la revelación interpretativa de Los asesinos de la luna es, sin duda, la serena humanidad de Lily Gladstone. “Me impresionó su presencia, la inteligencia y emoción que percibes en ella a través de la mirada –explica Scorsese– Y también su activismo, que resuena de algún modo en la interpretación. De hecho, nos ayudó a contar la historia de las mujeres osage y siempre revisábamos con ella las escenas: corrigimos algunas y añadimos otras”. El director también destaca una escena de la película, cuando DiCaprio intenta ganarse la confianza de Gladstone en un viaje en taxi y ella le habla en osage hasta que él replica: “Bueno, no sé qué has dicho, pero debe ser demonio encantador en indio”. “Fue una improvisación de ambos y la carcajada de Lilly es real –recuerda Scorsese–. Y fue el momento en el que sentimos que habíamos encontrado la conexión entre ambos personajes”.