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La mejor película del año se estrena en el Festival de Locarno

'Do not expect too much of the end of the world' confirma a Radu Jude como el más estimulante de los directores actuales

Locarno (Suiza)Más de 600 tumbas jalonan la carretera que conduce a la ciudad rumana de Buzău, un recordatorio luctuoso de la alta siniestralidad en esta vía del país. En Do not expect too much of the end of the world el director Radu Jude inserta un montaje con una muestra de las muchas cruces en la esquina del asfalto que recuerdan a estos muertos por accidente de tráfico, mientras que la protagonista del film, Angela (tremendísima Ilinca Manolache), le explica la situación a su jefa austríaca, Doris Goethe (Nina Hoss), mientras la conduce al hotel. El tráfico en Bucarest es un infierno en el que se adentra cada día Angela, asistente de producción y conductora de Uber, para trabajar desde primera hora de la mañana a la última de la noche. En esta intensa road movie urbana con el ritmo hiperestimulado de una múltiple jornada de trabajo que nunca acaba, Radu Jude confirma y amplía muchas de las inquietudes temáticas y estéticas ya presentes en la magnífica Un polvo desafortunado o porno loco, ganadora del Oso de Oro en Berlín hace un par de años.

Acompañamos a Angela a lo largo de un día en que se dedica a grabar participantes en un casting para un anuncio corporativo sobre la prevención de riesgos laborales. Entre visita y visita a personas que han sufrido graves accidentes en el trabajo, lleva a su madre al cementerio antes de que expropien la zona donde están enterrados los abuelos, y graba vídeos como Bobita, su personalidad en YouTube, una parodia de los fans de Andrew Tate que triunfan en las plataformas con su palabrería ultramachista. Como es recurrente en el cine rumano, el director retrata la situación al borde del colapso de su país trazando una continuidad con el pasado reciente. Intercala el itinerario de Angela con fragmentos de Angela merge más departe (Lucian Bratu), una película de principios de los años ochenta sobre una mujer taxista en la capital rumana, para mostrar hasta qué punto han cambiado o no las cosas tanto en la ciudad como en la violencia a las mujeres en un territorio, el de la conducción, aún tan marcado por la agresividad masculina. También recuerda así la Bucarest derribada a las órdenes de Nicolae Ceauşescu para construir su faraónico palacio presidencial. Jude muestra igualmente el vínculo de capitalismo colonial que países ricos como Austria forjan con Rumanía, que se pone de manifiesto sobre todo en la segunda parte del filme, cuando el movimiento continuo se detiene para mostrar el rodaje del anuncio publicitario sobre accidentes en el trabajo .

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Jude incorpora una capa de humor desgarrado a una película con la complejidad analítica y estructural de un ensayo. El director muestra una capacidad asombrosa para combinar referencias y registros dentro de un espectro variadísimo en el que conviven las citas a Robert Louis Stevenson y Thomas Bernhard con el lenguaje procaz de ciertos youtubers, y el homenaje a Uwe Boll (que aparece interpretándose a sí mismo), el cineasta alemán conocido por retar a combates de boxeo a los críticos que destrozan sus películas. Aunque el Festival de Locarno apenas se puso en marcha este jueves, cuesta imaginar que veamos a una candidata mejor que Do not expect too much of the end of the world para llevarse el Leopardo de Oro.