Festivales

Juliette Binoche: "El mundo del cine ha cambiado a raíz del Me Too, y es un cambio a mejor"

Actriz, premio Donostia del Festival de San Sebastián

Enviado especial a San SebastiánJuliette Binoche (París, 1964) ha recibido este domingo el premio Donostia del Festival de San Sebastián. La actriz europea más importante de su generación sigue en plena forma a los 58 años y presenta en el festival su última colaboración con Claire Denis (Fuego, con Vincent Lindon) y la nueva película de Christophe Honoré Le lycéen. "No soy una estrella, solo una actriz que puede elegir las historias que explica", dice sobre su fama. Le gusta más hablar de la gente con la que trabaja que de ella misma. Por ejemplo, de Isabel Coixet: "La admiro profundamente. Es inteligente, rápida y culta. Me recuerda a mi madre".

Cuando mira hacia atrás y ve su carrera, ¿qué piensa?

— No lo hago mucho, eso de mirar atrás. Vivo mucho el presente. Y quizás por eso nunca miro mis películas antiguas y me gusta tanto actuar. La actuación depende mucho tu capacidad para estar presente. En cierto sentido, mi carrera parece un cuento de hadas. ¿De verdad ha pasado todo esto? A veces me acuerdo y digo: “Ostras, ¡que he rodado con Kiarostami! ¡Y con Koreeda!”

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¿Realmente hay menos libertad en el cine ahora que hace treinta años, como dicen algunos? ¿Cómo ha visto cambiar el cine en los últimos tiempos?

— Hay una gran diferencia entre antes y después del Me Too y, definitivamente, es un cambio a mejor. En los rodajes no percibo ninguna censura, nadie piensa qué se puede decir y qué no. Pero prefiero no hablar más del tema, es una cuestión complicada y necesita un tiempo que ahora no tenemos.

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En Fuego interpreta al vértice de un triángulo amoroso en el que todos los integrantes son personas maduras. ¿Se ha acabado la dictadura de la juventud en el cine?

— Cuando te enamoras no importa la edad que tienes. La pasión es la pasión. Tanto si tienes cinco años como ochenta, es lo mismo. Puede haber cambiado tu cuerpo, pero lo que sientes adentro es lo mismo. Es fuego. Y el fuego es fuego. No hay fuegos grandes o pequeños.

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Fuego es su tercera película con Claire Denis. ¿Cómo es su relación?

— Hemos tenido una relación muy diferente en cada film. En Fuego ha sido más dura que en los otros, me he sentido más sola y abandonada en algunos momentos y creo que tiene que ver con la relación de Claire con la autora del libro que adaptamos, que es amiga suya. Yo interpreto básicamente a esta autora y había un momento en el que Claire tenía conflictos con mi personaje. Y no fue fácil para mí. En cambio, en Un sol interior fue todo muy sencillo, hubo mucha ligereza y mucho amor en el rodaje. Y High life era una cosa tan loca e irreal que me encantó. Pero Fuego ha sido muy duro. Hemos intentado esconderlo de los periodistas, pero se hace difícil.

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Trabajó en Yo te saludo, María con Jean-Luc Godard, que ha muerto esta semana. En la rueda de prensa ha explicado que tampoco fue una experiencia fácil.

— Pero aprendí mucho. Godard se esforzaba mucho por huir de las convenciones, y eso hizo que no fuera un rodaje agradable. Godard siempre hacía sentir incómodos a los actores. Nos pasamos meses en un hotel esperando que le llegara la inspiración y que encontrara su manera de hacer la película. Era una batalla entre Godard y las convenciones, contigo en medio. Pero fue interesante para una actriz joven como yo, que en el teatro siempre me había sentido acompañada en mi viaje emocional. Con Jean-Luc no hay figuras paternales, nadie te cuida: estás solo y tienes que hacerte responsable de lo que haces. Fue un gran aprendizaje y él fue muy respetuoso, nos pagó muy bien a todos. Y eso fue muy importante: yo entonces trabajaba de cajera en unos grandes almacenes y luchaba para sobrevivir como actriz.

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¿Pasar de ser cajera a actuar en una película de Godard y presentarla en Cannes hizo que sintiera que ya era actriz? ¿Cuando lo sintió, si no?

— No funciona exactamente así. Nunca sientes que has triunfado o que ya tienes una carrera, porque en el momento que lo piensas se ha acabado. Nunca se consigue nada en este oficio, siempre saltas de un trabajo a otro y no controlas la carrera. Puedes querer ir en una dirección y al final vas por la contraria, pero cuando pasa el tiempo te das cuenta de que fue mejor así. Cuando vine al Festival de Cannes en 1985 tenía 21 años y me sorprendió mucho el recibimiento, pero no me lo tomé como un éxito sino como una cosa a celebrar, un comienzo dichoso. No se puede planear una carrera, nunca sale lo que habías planeado. Esto es lo bonito de este trabajo. Y lo que da miedo, que nunca sabes qué vendrá después. A veces tienes un agente sensible que se preocupa por ti y con el que puedes compartir desazones, pero en general te sientes muy sola.

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Después de una carrera tan larga, ¿qué le queda por hacer como actriz? ¿Qué riesgo le queda por asumir?

Bueno, ahora estoy haciendo una serie de televisión de diez episodios, no lo había hecho nunca y es mucho trabajo. Hace cuatro meses y medio que filmo y parte de los actores y el equipo están exhaustos. Aun así, tu trabajo tiene que ser consistente, tienes que conseguir que la gente esté motivada. En las series hay una dependencia de los guionistas mucho mayor que en el cine. ¡El director ni siquiera tiene el corte final! Es una nueva dimensión creativa y todavía me estoy acostumbrando.