El payaso asesino que aterroriza los cines
Damien Leone enciende al público del Festival de Sitges con la tercera entrega de la saga 'Terrifier'
SilosEn la edición del Festival de Sitges que homenajea al clásico de Tod Browning Freaks (1932) y que tiene como leitmotiv el terror ambientado en los circos y las ferias no podía faltar la última entrega de Terrifier, la saga protagonizada por el silencioso payaso asesino Art the Clown, que se ha convertido en un icono del cine de terror actual con una peculiar mezcla de comedia gestualy crueldad extrema. El artífice de la saga, el director Damien Leone, creó al personaje en sus primeros cortos y construyó a su alrededor la primera entrega de Terrifier (2016), una producción low cost de algo más de 25.000 euros que gracias al micromecenazgo creció en la segunda parte hasta 225.000. Terrifier 3, en cambio, multiplica por diez el presupuesto anterior gracias al éxito inesperado de la segunda entrega, que recaudó más de 15 millones en todo el mundo y constató el interés del público por las grotescas exhibiciones de violencia gratuita de Art .
Leone no ha inventado la figura del payaso asesino, casi un subgénero dentro del terror, pero sí la ha depurado hasta un nivel inédito de iconicidad. “En el payaso siempre hay un elemento inquietante que tiene que ver con lo impredecible que es: nunca sabes lo que será lo siguiente que sacará de la bolsa de trucos –comenta–. La otra cosa es su maquillaje: no sabes quién se esconde debajo. Pero el verdadero terror es el payaso con la cara blanca, quizás porque la cara blanca es sinónimo de muerte”. Muchos fans han explicado a Leone que descubrieron Terrifier mientras hacían scroll en la página de Netflix: “De repente veían aparecer la cara de Art y necesitaban saber quién era. Algo en esa imagen toca un nervio primario”.
Una parte importante del éxito de la saga debe atribuirse también al trabajo de David Howard Thornton, el actor que imprime a Art, siempre mudo, un humor físico que conecta con la comedia slapstick del cine mudo. “Crecí viendo con los abuelos clásicos de los hermanos Marx o de Buster Keaton, pero también la serie de Mr. Bean y las películas de Peter Sellers –explica el actor–. Y tuve la suerte de trabajar en el musical LazyTown como sustituto de Stefán Karl Stefánsson, que tenía formación como mimo y me dio buenos consejos para interpretar a Art”.
El Joker mejor encontrado del cine
En pantalla, Art the Clown transmite una energía traviesa y peligrosa que invoca el espíritu subversivo del Joker de los cómics de Batman, personaje que Howard Thornton reconoce como una de sus grandes influencias. "Es mi personaje preferido", admite. Leone añade que parte del diseño de Art (“sobre todo la nariz y la barbilla”) está inspirado en el Joker. “También comparten que son una especie de agentes del caos, siempre imprevisibles –dice el director–. Con Joker nunca sabes muy bien por qué hace lo que hace ni cuáles son sus motivos. Hay fans de Terrifier a quien esto no les gusta de Art, pero creo que es importante para mantener el misterio del personaje”.
Por extrema y gráfica que sea la violencia en Terrifier, la saga también se impone una cierta censura. Por ejemplo, no mostrar explícitamente la violencia sobre los niños, que Leone filma de forma “aceptable” para el espectador. "Siempre quiero forzar los límites, pero no tanto como para alejar al público que no sea muy devoto del terror", justifica. Otro límite autoimpuesto es que, a diferencia del cine de terror de los 80, en el que se inspiran sus películas, en la saga Terrifier no hay desnudos femeninos. “Las películas con las que crecí no explotaban sólo la violencia; también el cuerpo femenino era un argumento de venta –dice Leone–. Pero vivimos en un mundo distinto y no me interesa desnudar a una mujer porque sí”.
De Estados Unidos han llegado noticias de espectadores de la saga que se desmayaban o vomitaban por la brutalidad de las imágenes. ¿Pero qué hay de cierto en esta leyenda negra del filme? “Desmayos no he presenciado ninguno, pero justo vengo de una proyección en Reino Unido en la que una mujer tuvo que salir porque no soportaba una escena –explica–. Cuando diez minutos después volvió al sillón, lo consideré un gran cumplido. Tampoco he visto a nadie vomitar, aunque hay fans que sí que lo han visto; pero lo más frecuente es que alguien se vaya porque no puede más. No es un truco de marketing”.