BarcelonaTras su bautizo cinematográfico como guionista de 28 días después (2002), el cine de Alex Garland (Londres, 1970) ha planteado parábolas feministas (Men) y ha explorado universos lisérgicos (Aniquilación)y los peligros de la inteligencia artificial (Ex machina, Devs). En Civil war, que se estrena el viernes, se imagina una guerra fratricida en Estados Unidos abiertos en canal, con ciudades llenas de edificios en escombros, enfrentamientos armados en todas partes y un grupo de periodistas liderados por una bregada fotógrafa (Kirsten Dunst) y decididos a entrevistar al presidente responsable de la escalada bélica antes de que Washington caiga en manos del bando rebelde. Su viaje al corazón de las tinieblas estadounidenses de Civil war, que ha producido A24 y ya suena para los próximos Oscar, atrapa por la potencia de la premisa y el terror de escenas como la que protagoniza un Jesse Plemons que hela la sangre.
Viendo Civil war es inevitable pensar en el asalto al Capitolio de 2021. Parece casi una precuela de la película. ¿Tuvo impacto alguno en la escritura del guión?
— En la escritura no, porque lo escribí ocho meses antes del asalto. Pero en los años anteriores a los ataques ya existían muchas señales de alarma. Si los políticos utilizan un lenguaje violento, se producirán comportamientos y acciones violentas; es la consecuencia natural. No era necesario presenciar el ataque al Capitolio para pensar en todo esto. De hecho, el asalto es la prueba de que estas cosas siempre acaban peor de lo que uno espera.
Estamos en el momento de máxima polarización política en Estados Unidos y otros países, pero usted presenta uno de los bandos como un frente común de Texas, un estado tradicionalmente conservador, y California, tradicionalmente liberal. ¿Por qué?
— Porque intento demostrar que Texas y California no son tan diferentes como sugiere la polarización que se percibe. O al menos no deberían serlo. En la película, dos estados con distintos puntos de vista políticos se unen para derrocar a un presidente fascista. Encuentro razonable dejar a un lado las diferencias políticas de derecha o izquierda. Yo soy de izquierda, es mi posición personal, pero me estoy cansando de la división entre izquierda y derecha, es tramposa: la división actual está entre centristas y extremistas. Los extremistas se han adueñado de los grandes partidos políticos. En mi país esto condujo al Brexit. También incluiría a Netanyahu entre los extremistas, y hay otros en posiciones de poder o esperando su oportunidad. Ya no va de izquierda contra derecha, sino de centristas contra extremistas.
¿Por qué decidió que la prensa fuese la protagonista de la historia?
— Por la función social que cumple, que es la de controlar la corrupción de los gobiernos. Y uno de los mejores ejemplos de ello sería el caso Watergate, cuando Woodward y Bernstein derribaron a Nixon en los 70. Pero hoy no estoy seguro de que algo así pueda ocurrir. De hecho, seguramente no, y eso me da miedo. En los últimos años, la prensa ha sido señalada como los villanos de la historia. Es un fenómeno con motivos internos y externos: los ataques fuera de lugar de políticos, el ruido estructural de las redes sociales... La prensa es vista con desprecio, a veces como el antagonista. Y yo discrepo, porque no veo así a la prensa. Así que quería convertir a la prensa en una especie de héroes.
La Guerra Civil Española fue una de las primeras con gran presencia y gran protagonismo de la prensa. ¿Le sirvió de inspiración?
— No exactamente, aunque la tengo muy presente, así como que hubo grandes fotógrafos cubriendo la guerra, como Robert Capa, y también escritores británicos como George Orwell. Pero el tipo de guerras civiles que me interesaban no eran guerras con la división clara entre bandos, como la de fascistas contra antifascistas, sino países que se desintegran, como el colapso de Yugoslavia o la guerra de Siria. En la guerra civil americana se luchaba por la esclavitud, así que la división entre uno y otro bando era claramente ética; en cambio, en las guerras civiles de desintegración, los bandos son mucho más difusos, resulta difícil distinguir lo correcto de lo que no. Y yo quería disolver los juicios fáciles en términos de correcto y equivocado.
¿Quería que el espectador pensara que el presidente fascista de Civil war Qué es Donald Trump? Ha dejado pistas suficientes: su rechazo a la prensa, el autoritarismo, la resistencia a cualquier precio a abandonar el cargo...
— Para mí está claro que sí. Sería muy raro dejar tantas pistas si no fuera la intención. Una de las cosas interesantes del fascismo es que la palabra tiene mala prensa, así que hay gente que se define orgullosamente como fascista, pero no mucho. Muchos fascistas no se ven a sí mismos como fascistas. En cierto modo, el fascismo es más un estado mental que una ideología política. Y puedes ver las huellas del fascismo en todas partes. Y las dejan gente que no se define como fascista.
La película ha sido un éxito en su estreno en Estados Unidos. Le gustaría contar más historias en el universo de Civil war, como ya hizo con 28 días después?
— No. [...] Realmente, espero que no.
Por cierto, la música del dúo electrónico Suicide suena al principio y al final la película. Es una elección interesante.
— Son un grupo increíble. Teníamos problemas con el tono de la película. Cualquier otra canción habría tenido efectos dramáticamente distintos en el tono. Y por eso buscamos música para la película que provocara una reacción fuerte, pero que no estuvieras seguro de qué te lo estaba provocando. Y Suicide encajaba perfectamente.