Danza

Montse Colomé: "Lo más alucinante cuando te haces mayor es la pérdida de filtro"

Coreógrafa y bailarina

BarcelonaDesde hace tres años, la bailarina y coreógrafa Montse Colomé (Barcelona, 1956) está de celebración. A finales del 2022 estrenó Celebración en el Espai Lliure, un baile hablado que es una llamada compartida a vivir ya envejecer en compañía. El espectáculo ha girado por Cataluña y ha sido reconocido con el premio Serra d'Or de artes escénicas. Este viernes llega a Les Preses dentro del festival Ésdansa, que hasta el domingo también acogerá propuestas como Volumen 1 de Mucha Muchacha, Pastor de Xavier Gumà y diversas actuaciones de grupos de México, Colombia, Benin, Galicia y Georgia.

El espectáculo se llama Celebración. ¿Qué celebras?

— Cuando cumplí cincuenta años, organizé una fiesta en La Caldera de Gràcia con cincuenta mujeres con las que había tenido proyectos de vida y artísticos. Fue una especie de encuentro coreográfico, bailamos y estuvimos juntas unas horas. Entonces pensé que cuando hiciera 65 yo les haría un regalo a ellas, y así surgió la idea del espectáculo. Durante la pandemia encontré unos escritos que había realizado sobre el cuerpo y la danza, ya partir de ahí empecé a crear con la idea de celebrar la vida.

Cargando
No hay anuncios

Durante buena parte de tu carrera profesional estabas detrás de los escenarios, coreografiando espectáculos de Comediants y Carles Santos. Pero a partir del Réquiem de Pedro Faura empezaste a hacer de intérprete.

— Allí me vio mucha gente y me empezaron a salir pequeños trabajos de intérprete. Trabajé en un monólogo de Pau Roca, en Muérese de la Sol Picó… Con este impulso me animé y pedí dos residencias, una en La Caldera de Les Corts y otra con la gente de Teatre Nu en Sant Martí de Tous. Me las dieron y pensé que todo iba por el buen camino.

Cargando
No hay anuncios

En Celebración, el público juega un rol fundamental. ¿Por qué?

— Lo que propongo es bailar y darle un valor al cuerpo, porque es lo único que nos pertenece. Es personal e intransferible, pero lo utilizamos poco. Recibo al público en un ambiente de discoteca y les hago bailar una pieza que creé cuando tenía cinco años. Cuando llega el momento de contar mi historia, la gente se sienta cansada y sudada. Esto les pone en una situación muy diferente que llegar, sentarse y esperar a que alguien baile. Me he dado cuenta de que despierta mucha conciencia de moverse, hasta el punto de que cuando acabamos siempre vienen a hablar conmigo.

Cargando
No hay anuncios

Una de las ideas que transmites es que lo importante es bailar, sin prejuicios.

— Con el boom de la danza de los años noventa, los que nos dedicábamos estábamos obsedidos en subir el nivel técnico de nuestros cuerpos. Teníamos la necesidad de demostrar que bailábamos bien. Ahora bailar bien o bailar mal ya no existe, más allá de la danza clásica, que está todavía muy puesta en la memoria de la gente. Yo soy bajita y redondita, pero no soy estúpida y pronto vi que El lago de los cisnes no era mi objetivo. Aparte de que hay muchos oficios relacionados con la danza que no se tienen en cuenta. No se trata sólo de interpretar, ser maestro o coreógrafo: puedes realizar videodanza, terapia con danza, documentalista… Todo son salidas profesionales.

Cargando
No hay anuncios

¿Qué reflexiones planteas en el escenario sobre el hecho de ser mujer y hacerse mayor?

— Me baso en tres verbos: coreografiar, asistir y aprender. Cuento mi oficio y trabajar con directores, coreógrafos y alumnos, pero también otras cosas como, por ejemplo, la experiencia de asistir a un amigo en el tráfico hacia amiga. Y también hablo de que, a medida que nos hacemos mayores, es fundamental no perder la curiosidad. En lo que se refiere al físico, me pregunto quién se inventó conceptos como el de atrofia vaginal o las máquinas de hacer mamografías.

Cargando
No hay anuncios

Es la primera vez que sales al escenario a hablar de tu historia en primera persona. ¿Cómo lo vives?

— Lo más alucinante cuando te haces mayor es la pérdida de filtro. De repente no tengo nada que ganar ni nada que perder. A veces, con ciertos directores, no nos atrevemos a decirles las cosas por miedo a perder el trabajo, porque el nuestro es un oficio muy precario. Pero hay que atreverse. Con la edad ese atrevimiento lo tengo clarísimo. Me muestro, y si a alguien no le gusta, ya me lo dirá.

Cargando
No hay anuncios

Hasta el punto de que cuando te dieron la Cruz de Sant Jordi no te mordiste la lengua delante de la consejera.

— Lo aproveché para decirle que quería hablar con él, y haremos una reunión el 17 de septiembre. Tengo muchas expectativas. Quiero explicarle que, a partir de hacer Celebración en Cataluña, me he dado cuenta de que la clave es descentralizar la danza. La Generalitat y las compañías se quejan desde hace tiempo de la falta de público, pero en vez de inventarse políticas culturales que no acaban de funcionar, sería interesante ver qué ocurre en los pueblos. En Castellfollit de la Roca me invitó a una asociación de mujeres, y ahora a finales de año iré a hacer un curso, a hacerlas bailar. Es un poco la idea de que Francia puso en práctica con el exministro Jack Lang, que se dedicó a abrir centros coreográficos en todo el país que acercan la danza no sólo realizando espectáculos, sino también con actividades alrededor.