Festival de Canes

La decepción de Nanni Moretti en Canes

El italiano desconcierta con 'Tre piani', un melodrama poco personal sobre las distancias familiares

Eulàlia Iglesias Huix
y Eulàlia Iglesias Huix

CanesVeinte años después de ganar la Palma de Oro con La habitación del hijo (2001), Nanni Moretti ha vuelto al Festival de Canes con su decimoquinto largometraje, Tre piani (Tres pisos). Pocos cineastas más habituales del certamen francés que este italiano, por otro lado un director que raramente decepciona. Hasta ahora. En su nuevo film, Moretti parte de un material ajeno, la novela homónima del escritor israelí Eshkol Nevo que desarrolla las historias de tres vecinos de un mismo edificio de Tel Aviv. El director de Caro diario ha trasladado la acción a un inmueble acomodado de Roma y ha llevado a cabo ciertas modificaciones respecto al texto original. Aquí también se entrecruzan las vidas de diferentes vecinos: el matrimonio de magistrados que forman Dora (Margherita Buy) y Vittorio (un Moretti aquí bastante secundario) ven cómo su hijo Andrea (Alessandro Sperduti) atropella mortalmente a una mujer mientras conduce bebido; Monica (Alba Rohrwacher) cuida ella sola de su bebé porque su marido siempre está ausente por razones de trabajo, hasta el punto de que los otros padres la denominan "la viuda"; y Lucio (Riccardo Scamarcio) se obsesiona pensando que el vecino con signos de demencia que a veces le vigilaba a la hija pequeña quizás abusó de ella un día en el parque. Tres historias desplegadas en tres actos separados por intervalos de cinco años que permiten hacer evolucionar o matizar las posturas ante la vida de los protagonistas.

El cine de Nanni Moretti destaca por una perspectiva siempre propia, tanto en sus films más vinculados a la autoficción como en las películas no biográficas en las que deja clara su visión del mundo. Pero cuesta reconocer la mirada del italiano en Tre piani, su film más impersonal, hasta el punto de que no queda claro qué interesa al director de estos personajes y sus conflictos. La película está atravesada por reflexiones alrededor del exceso o la falta de responsabilidad y rigor moral, y se exploran las distancias emocionales dentro de una misma familia. Pero el tono no acaba nunca de cuajar y a los protagonistas les juega en contra el trasplante de Israel a Italia: los motivos de sus actos que aquí nos resultan desconcertantes o poco creíbles probablemente se entienden mejor en el contexto original. Por otro lado, Moretti patina bastante en la historia que gira alrededor del consentimiento sexual y las acusaciones de abusos. Un final reconciliador con la vida no mitiga el chasco ante Tre piani.

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Sean Penn reincide y firma de nuevo la peor película de Canes

La presentación en Canes 2016 de Diré tu nombre (The last face) cambió por siempre jamás (y hacia mal) la forma de funcionar del festival. El quinto largometraje dirigido por Sean Penn era tan ridículo e inconscientemente racista que se convirtió en el hazmerreír de la crítica. A la hora de la gala oficial, las críticas negativas ya habían corrido como la pólvora por las redes. Así que la organización decidió de cara al año siguiente que ya no habría más proyecciones avanzadas para prensa para evitar que las estrellas pasearan por la alfombra roja sabiendo que su film había suscitado reacciones negativas.

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¿No queríamos caldo? Pues Thierry Frémaux ha vuelto a invitar a Sean Penn al concurso por la Palma de Oro con su nuevo film como director, Flag day. Esta vez tampoco ha salido bien. El actor ha convertido la película en un proyecto familiar al servicio de la presentación de su hija Dylan Penn como actriz. A partir del relato de Jennifer Vogel sobre su relación con un padre delincuente siempre a la fuga, Penn radiografía el vínculo de una mujer joven con un progenitor ausente y criminal al que, aun así, quiere. El director pretende inscribir la película en la tradición de un cine indie intimista que indaga en las posibilidades de un estilo de vida fuera de la ley; a la vez que reconstruye la memoria familiar desde una estética vinculada con el paisaje que arrastra los peores tics de los imitadores de Terrence Malick, con tópicos como el de la protagonista mimando las espigas de un campo de trigo. Incluso con el precedente de Diré tu nombre, sorprende lo chapucera que es Flag day en cuestiones básicas como la fotografía y sobre todo el montaje. Y a una actriz casi debutante como Dylan Penn le hacía falta un director más objetivo que modulara los complicados registros dramáticos en los que se mueve su interpretación. Sabe mal que esta miopía endogámica provenga de un cineasta que arrancó su carrera con títulos tan interesantes como Extraño vínculo de sangre y El juramento.