Diez libros que siempre dejamos para el verano

Sea por su complejidad o por su extensión, hay libros que requieren disponer de un tiempo largo y repuesto de lectura. Elegimos diez, entre los cuales estan 'Ulises' de James Joyce, 'Crimen y castigo' de Dostoyevski y la saga de Terramar de Ursula K. Le Guin

BarcelonaEn la historia de la literatura hay obras que piden que el lector les dedique una cantidad de tiempo generosa, ya sea porque suman muchas páginas, porque la propuesta es de una exigencia remarcable o porque extensión y complejidad van de la mano. Hay ejemplos de todas las épocas y nacionalidades y para todos los gustos. El verano es la estación del año ideal para atreverse a hacer lecturas de riesgo que puedan convertirse en experiencias transformadoras.

1.
'Ulises', de James Joyce

La novela de James Joyce –publicada en 1922– puede asustar no solo por las 250.000 palabras que la integran y un vocabulario que supera las 30.000 palabras, sino porque tiene fama de ser "inasequible". Lo recuerda Joaquim Mallafrè, traductor de la versión que publicaría Leteradura en 1981 –y, más tarde, en ediciones revisadas, Edhasa y Proa–: "Si se hace una lectura intentando seguir solo el argumento, puede decepcionar, pero esto es porque Ulises abraza muchos más aspectos". Mallafrè le dedicó siete años. La compró en la trastienda de una librería barcelonesa a finales de los años 50, en una edición sudamericana –"estaba prohibida por el régimen", recuerda–, y, a pesar de que aquella vez no la consiguió acabar, lo volvió a intentar con una traducción francesa y, finalmente, se enfrentó al original inglés. "El Ulises es una aventura apasionante y estimulante. Entre otras cosas me sirvió para reconectar con una lengua que me era increíblemente familiar –dice–. Ese mundo esta lleno de frases hechas, chistes y escatología curiosamente universales".

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2.
'Crimen y castigo', de Fiódor M. Dostoyevski

La primera lectura de Crimen y castigo de la poeta y crítica literaria Xènia Dyakonova fue colectiva. "Mi padre me la leyó entera en voz alta durante unos meses, antes de ir a la cama. Tenía 12 o 13 años", dice. El libro de Dostoyevski, publicado en ruso en 1866 -y que Miquel Cabal ha vuelto a traducir en catalán para La Casa dels Clàssics- incomodó a Dyakonova: "Sabia que matar era un pecado, pero tenía una cierta simpatía por el personaje de Raskólnikov, que se decide a matar una vieja que es un asco de ser humano".

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Dyakonova vivía entonces en San Petersburgo, ciudad donde está ambientada la novela. "A partir de Crimen y castigo, el barrio donde vive la viejame pareció un lugar siniestro, donde podían pasar cosas terribles", comenta. Más adelante, la poeta y crítica literaria releyó el libro: "Los dolores de cabeza de Raskólnikov me parecieron más adolescentes. Me entenderían, pero leía la novela como si me hubiera convertido en la hermana mayor del personaje".

3.
'Soledad', de Víctor Català

Las dos grandes puertas de acceso a la literatura de Víctor Català son sus cuentos –recuperados por Club Editor en cuatro volúmenes– y la novela Soledad (1905). "Es una historia sobre el deseo de su protagonista, Mila, una mujer muy condicionada por elementos sobre los que no tiene ningún poder para cambiarlos –explica la escritora Najat El Hachmi, que ha escrito uno de los textos que acompañarán la nueva edición del libro en catalán, que saldrá este otoño en Ediciones 62–. No me parece que sea una novela que se tenga que vincular a un movimiento literario concreto, el del Modernismo. Se puede leer desde muchos ángulos y otros puntos de vista". El Hachmi llegó a mediados de la década de los 90, cuando estaba en el instituto. Lo ha releído varias veces. "Soledad es un gran viaje interior, el personaje de Mila está muy trabajado psicológicamente –dice–. Consigue situarte en un mundo aparte, en una especie de sueño que acaba formando parte de tu imaginario. Es ideal leerla en verano porque requiere un tiempo para sumergirte en esta otra realidad".

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4.
'Mi lucha', de Karl Ove Knausgård

Uno de los ciclos narrativos más extensos del siglo XXI ha sido Mi lucha: seis libros autobiográficos que suman 3.500 páginas y que publicó Karl Ove Knausgård entre 2009 y 2011 (disponibles en catalán en L'Altra). "Una de las cosas que me impresionaron más al principio fue que combinaba un relato exhaustivo de episodios de su vida que requería una experiencia lectora de reconstrucción –dice la poeta, traductora y periodista cultural Míriam Cano–. El primer volumen empezaba con la muerte de su padre, el segundo te explicaba la vida con su pareja e hijos, el tercero te enviaba hacia la niñez y el cuarto te hacía saltar hacia los años en que fue profesor en una escuela". Cano pensó enseguida en "Busca de Marcel Proust: los dos proyectos parten de la misma pulsión, pero Knausgård lo hace con una sensibilidad contemporánea. Comparte un nivel de intimidad que con Proust no tienes y aborda abiertamente sentimientos como la culpa, el rencor y la desidia".

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5.
'El quinteto de Tom Ripley', de Patricia Highsmith

Ya sea como falsificador, como asesino o como marido aparentemente respetable, Tom Ripley es una de las creaciones más redondas de Patricia Highsmith, de quienes este 2021 se conmemora su centenario de nacimiento. El personaje protagonizó cinco novelas, que suman casi 1.500 páginas en la última edición de Anagrama. Publicadas en inglés entre 1955 y 1991, son una de las cumbres del thriller psicológico de la segunda mitad del siglo XX. "Leer Highsmith es un poco como nadar dentro de un lago turbio: se está bien, dentro del agua, pero a la vez sientes que nada de lo que te rodea es de fiar –asegura el crítico literario y escritor Pere Antoni Pons–. Del personaje de Ripley, creo que lo más fascinante es que la suya es una maldad a la vez brutal y perversamente refinada. Es un amoral muy sofisticado en las formas –le gusta el dinero y la buena vida, sabe de arte– pero con un fondo muy elemental y salvaje".

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6.
'Yo confieso', de Jaume Cabré

Este septiembre hará diez años de la publicación de Yoconfieso, la novela más larga, celebrada y traducida de Jaume Cabré. Uno de los primeros críticos literarios que la leyeron –y cuatro veces– fue Joan Josep Isern. "Me pasé todo aquel agosto prendido de la novela –recuerda–. Tiene una complejidad argumental notoria. Es el lugar donde Cabré consolida su estilo, conocido por los cambios de persona narrativa en el mismo párrafo, técnica que puso en práctica en La sombra del eunuco [1996]". Isern emparenta el caleidoscopio de historias que interfieren con la de Adrià Ardèvol y la importancia de la música con los cuentos de Viaje de invierno (2000). "Yo confieso es una obra muy meditada y ambiciosa, una gran reflexión sobre la historia de Europa y un análisis del mal –resume–. Por eso, cuando acabé de leerla por cuarta vez no dudé en colocarla en el estante de clásicos, y no se ha movido desde entonces". El libro de Cabré hace compañía a los Ensayos de Montaigne, la Busca de Proust, el Cancionero de Petrarca y el Gattopardo de Lampedusa, entre otros.

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7.
Ursula K. Le Guin

La escritora norteamericana Ursula K. Le Guin pasó más de tres décadas entrando y saliendo del mundo de Terramar, protagonista de uno de sus ciclos de novelas más celebrados, en proceso de traducción al catalán en Raig Verd. "Son muy adecuadas para todo tipos de lectores, de todas las edades y tanto si están poco o muy familiarizados con la ciencia-ficción –comenta la traductora de los libros, Blanca Busquets–. Tenemos muy presentes clásicos como J.R.R. Tolkien o autores más actuales, pero vale la pena reivindicar la obra de Le Guin, que se encuentra en medio y es riquísima en lecturas". La primera pieza del ciclo, Un mago de Terramar, llegó en 1968, y la última, El otro viento, en 2001. Aparecen magos, sacerdotisas, dragones y príncipes. "Una de las ideas transversales es que siempre hay un poco de oscuridad en la luz –dice Busquets–. Los problemas empiezan cuando, en vez de abrazarla, la intentamos negar".

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8.
'2666', de Roberto Bolaño

Hay novelas que, además de haberse convertido en la cumbre de su autor, han tenido la suerte de aparecer en pleno proceso de internacionalización y canonización de su obra. Fue el caso de 2666, que Anagrama puso en circulación en 2004, un año después de la muerte de Roberto Bolaño. A pesar de su desaparición prematura, el autor chileno dejó una veintena de títulos. "Cualquier libro es bueno para empezar a leer un autor la principal virtud del cual era transmitir el entusiasmo por estar vivo –y ser joven– en un mundo alucinante de confusión y dolor –asegura el escritor Gonzalo Torné–. 2666 es su obra maestra". Aunque reconoce que Bolaño tiene puertas más accesibles, recomienda empezar "por la mejor de sus novelas". "Mi experiencia, como la de tantos, es que después de leerla me puse a escribir con más ganas, me hizo sentir orgulloso de pertenecer a la locura del arte", admite. 2666 está dividido en cinco libros que suman 1.126 páginas que combinan la vida y la muerte en la ciudad ficticia de Santa Teresa con la investigación del escritor alemán Benno von Archimboldi.

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9.
'La broma infinita', de David Foster Wallace

"Leer La broma infinita es un reto, porque te pide trabajo como lector: hace recovecos discursivos, tienes que estar muy pendiente de su estructura fractal –que replica al autor o que reverbera–... y conectar o no con el sentido del humor de David Foster Wallace", explica el escritor y profesor Borja Bagunyà. Ha dedicado todo un año a impartir un curso desde la Escuela Bloom sobre la novela, publicada en inglés en 1996. "Han sido 25 sesiones, impartidas a medias con Míriam Cano, en que íbamos leyendo el libro en grupo –dice–. Cada dos semanas avanzábamos unas 50 páginas, las interpretábamos y contextualizábamos. Esto nos llevaba a otros títulos de Foster Wallace, pero también a autores como Dostoyevski o Shakespeare y a disciplinas como la filosofía política, la psicología y el psicoanálisis". Han quedado tan contentos del resultado que a partir de septiembre se atreverán con otra cumbre de la literatura, en este caso del siglo XVIII, Vida y opiniones de Tristram Shandy, de Lawrence Sterne.

10.
Harry Potter, de J.K. Rowling

Publicadas entre 1997 y 2007, las siete novelas protagonizadas por Harry Potter, de J.K. Rowling, han sido la puerta de acceso a la lectura de millones de jóvenes en todo el mundo. "Me puse a ello cuando tenía siete años. Recuerdo que el momento de leer las novelas, justo antes de ir a dormir, era el que más esperaba durante el día", recuerda la poeta y narradora Anna Gas Serra. Acabó el séptimo libro durante una excursión con su escuela, en 2008, cuando tenía 11: "Fue la primera vez que fui consciente de que algo se había acabado para siempre jamás. Aquel mundo que me tenía completamente absorbida se acababa de cerrar". La autora ha ido volviendo a las aventuras de Potter periódicamente: "He leído la saga entera cinco veces. Estos libros son como volver a casa, para mí. Siempre me he sentido muy identificada con Harry. Es alguien que no se ha sentido nunca cómodo en ninguna parte, hasta que en Hogwarts descubre un espacio donde le cuidan, tiene amigos y puede ser feliz".