Literatura

Gabriel Ferrater, el poeta que dejó la poesía

Con solo tres libros, escritos entre 1958 y 1963, el autor sacudió y renovó el panorama literario

BarcelonaCuando le preguntaron qué era la poesía, el filósofo Jacques Derrida la asimiló a un erizo hecho una bola en medio de una carretera. "Querrías cogerlo, llevártelo para aprender cosas y entenderlo. Te lo quedarías y lo querrías tener siempre cerca", escribía.

El gesto del erizo perdido en la carretera tiene un doble significado: por un lado, el animal se protege de la posible amenaza replegado en sí mismo, enseñando las púas; por otro, quedándose quieto en la calzada, se expone a una muerte inminente. La poesía es un animal frágil y a la vez tenaz. El esfuerzo de descifrarla puede tener recompensa: llegar a la joya, el resentimiento o la desesperanza que esconde.

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Sexo y amargura

El texto de Derrida es de 1988, dieciséis años después de que Gabriel Ferrater pusiera fin, voluntariamente, a su vida. Ferrater escribió su primer poema maduro, On mating –en inglés– el 15 de enero del 1958. El último, el 10 de diciembre del 1969, Prop dels dinou. Aun así, el grueso de su obra, reunida en Les dones i els dies, fue escrita en solo cinco años.

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En los dos extremos de su trayectoria se encuentran apuntes de la temeridad y el dolor que el autor encapsularía en verso. "Dice que la dulzura / de vivir es la cópula, / y he querido probar / la dulzura de vivir", leemos en On mating. Pero el Ferrater de los inicios ya advierte al lector que la vida no es dulce: "Para resarcirnos, / no podemos sino / de cuando en cuando torcernos / la entraña con la amarga / fatiga de la cópula". A finales del 1969, cuando ya había ordenado y corregido su obra en Les dones i els dies, Ferrater escribía a una de sus alumnas de la Universitat Autónoma, Júlia Samaranch: "No escuches a quien te hable de egoísmo: / te tienes que atrever a querer. / Y el día que tiembles (tengo que decirte / que un día así vendrá), / y te queden lejos tus diecinueve años, no olvides / que, tuyo, es alto todo don".

Mucho antes de escribir poesía, Gabriel Ferrater leyó a fondo autores como Josep Carner, Carles Riba y Ausiàs March. El catalizador de su voz fue una relectura de este último, combinada poco después con unos meses intensos dedicados a Shakespeare, que le permitió darse cuenta de que "en poesía se puede decir todo". En 1956 dejaba caer, en una carta a Carles Barral, un primer verso: "And, look, to-morrow is calling us out from yesterday" ["Mira, el mañana nos reclama desde ayer"].

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El tránsito de la prosa al verso

Jordi Amat recuerda en la biografía Vencer el miedo (Tusquets) que "aquella semilla" fue escrita quizás "en el cuaderno donde [Ferrater] registraba sus aforismos". En septiembre de aquel 1956 explicaba a otro amigo, el profesor y traductor José María Valverde, que durante la estancia en la masía familiar del Picarany había quemado aquel cuaderno en prosa. "Me ha dicho Jaime [Salinas] que has desgarrado el diario –le recriminaba su amiga Isabel Rocha por carta–. Eres una bestia, eso es un disparate". La voz de aquel dietario, de la cual solo han sobrevivido "tres hojas, seis páginas, diecisiete entradas", tenía que desaparecer para dar paso a una nueva voz que se expresaría en verso.

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"Hay pocos poetas que tengan una repercusión con una trascendencia histórica como la de Ferrater, que modificó la lengua poética común –afirma Jordi Cornudella, editor y albacea del legado de los hermanos Gabriel Ferrater y Joan Ferraté–. Antes de él fueron Verdaguer, Maragall y Carner. Ferrater definió el modelo vigente, y después de él sólo ha habido un nombre que haya hecho una aportación similar: Enric Casasses”. Cornudella, que ultima la obra completa del autor –la empezará a publicar Galàxia Gutenberg este 2022– destaca, entre las aportaciones de Ferrater, “la sintaxis de lengua hablada” de sus poemas, y la “incorporación de una serie de temas que pasan a ser normales y corrientes a partir de él”. Está el tratamiento de las relaciones de pareja, con un “erotismo explícito”, la evocación de la Guerra Civil y sus consecuencias, la conciencia del peso pesado del tiempo y la dicotomía entre “vida moral y egoísmo”, como dejó escrito Josep M. Castellet, editor y amigo del poeta. 

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"Ensuciar" la poesía catalana

El camino hasta la publicación del primer libro de Ferrater fue más largo de lo que el autor habría querido. En 1959, al poco de la muerte de Carles Riba, decidió presentarse al premio de poesía que acababa de ser bautizado con el nombre del autor de las Elegies de Bierville. En la decisión del jurado fue decisiva la intervención de uno de sus miembros, el poeta Tomàs Garcés. "Con los versos provocativos de Gabriel Ferrater, corremos el riesgo de ensuciar la poesía catalana", advertía a Marià Manent, Joan Teixidor, Nèstor Luján y el editor Josep Pedreira. El jurado acabó premiando Intento el poema, de Josep Maria Andreu. Era la noche de Santa Llúcia del 1959. Da nuces pueris, de Ferrater, no apareció hasta marzo de 1961, aunque lleve fecha y depósito legal del 1960, en la colección Els llibres de l'Óssa menor, de Pedreira. "Garcés defiende la existencia de los límites, la poesía de Ferrater los derruye –recuerda Jordi Amat–. Garcés defiende una moralización convencional de la literatura; desde la literatura, Ferrater explora una moral de vida que ya avanza por el camino de la década de los sesenta".

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Él mismo da una visión personal en el epílogo del volumen, que acaba de reeditar, ilustrado por Alba Domingo y con prólogo de Fina Masdéu, la nueva editorial Peu de Mosca: "Me gusta la ginebra con hielo, la pintura de Rembrandt, los tobillos jóvenes y el silencio. Detesto las casas donde hace frío y las ideologías". El título del libro proviene de un epitalamio de Catulo, y significa decir "dar nueces a los niños": "Es una frase que habla a favor de la felicidad", recordaba Ferrater en el epílogo.

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El camino hacia la intimidad

La búsqueda de esta felicidad y la constatación de que, detrás de sus múltiples máscaras, laten el chasco y la aflicción son uno de los motores de los dos poemarios siguientes de Ferrater, Menja't una cama (J. Horta, 1962) y Teoria dels cossos (Edicions 62, 1966). Este último, escrito entre el 1962 y el 1963, "está hecho mayoritariamente de poemas que apenas disimulan su carácter de jalones de una relación íntima con Helena Valentí", recuerda Cornudella en la edición crítica de Les dones i els dies. Cuando Edicions 62 publicó Teoria dels cossos en 1966, Ferrater hacía tiempo que no escribía versos con regularidad. "Desde 1963 no he vuelto a escribir poemas –admitía en una entrevista con Federico Campbell después de revisar y reunir su poesía en 1968–. Si me pregunta si soy el autor de mis poemas, ya no lo sé. He cambiado mucho". La entrevista se puede leer a Donar nous als niños, antología de una treintena larga de textos ensayísticos, cartas y entrevistas de Ferrater que ha preparado y prologado Marina Porras para Comanegra.

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Ferrater todavía hizo alguna excepción. En el verano de 1968 escribió Midsommarnatt, dedicado a Marta Pessarrodona, su última pareja. "Salté todavía / una hoguera / menuda. ¿La última?", empieza. Es un poema en el que el yo lírico se aferra al presente: se rebela contra la obediencia que le exigen los amores del pasado. Antes del silencio, Ferrater escribió todavía Prop dels dinou y participó en el multitudinario recital celebrado en la sala Price el 25 de abril de 1970. "Mientras Gabriel recitaba Cançó del gosar poder le temblaban las piernas", todavía tiene presente Pessarrodona. "No oses, no, poder perder batallas. / Pero tampoco te hace falta ganarlas todas", leemos.

Dos años después Gabriel Ferrater acabó con su vida. El erizo de Derrida se había colocado una vez más en medio de la carretera, hecho una bola. Esta vez, los pinchos que hasta entonces habían protegido su cuerpo no lo pudieron salvar.