Historia

"Todos los gitanos de Cataluña somos supervivientes de la Gran Redada"

El Museo de Historia de Cataluña muestra pasado, presente y futuro del pueblo gitano

Barcelona"No creo que en ninguna parte del mundo se haya hecho nunca una exposición tan ambiciosa sobre la cultura gitana. Son 1.000 metros cuadrados de un museo nacional y el punto de vista es gitano. El hecho de que yo sea gitana ya es significativo", dice Mercedes Porras, activista gitana y comisaria deEl pueblo gitano en Cataluña: historia y cultura, que se puede ver en el Museo de Historia de Cataluña hasta el 2 de agosto de 2026.

La exposición es iniciativa del museo y se enmarca en la conmemoración del 275 aniversario de la Gran Redada de 1749 y de los 600 años de la llegada del pueblo gitano a la península. Todos los textos son bilingües: están en catalán y en romero. La traducción la ha realizado un italiano de origen yugoslavo, Seo Cizmic, porque en Cataluña hace 400 años que no se habla esta lengua. "Somos los únicos gitanos del mundo que no hablamos romanó. En 1499, los Reyes Católicos publicaron una ley, la primera de muchas, que prohibía al pueblo gitano utilizarla bajo pena de muerte. Nos dejaron sin lengua, pero hemos mantenido nuestra identidad y símbolos", explica Porras.

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El pueblo gitano no puede escribir su historia a través de documentos que reflejen su propia voz, porque no empezó a generar documentación hasta el siglo XX. Sin embargo, la lengua ha servido para seguir su rastro. El romero proviene directamente del sánscrito, lengua clásica de la India y lengua sagrada del hinduismo. Unos estudios genéticos que se realizaron en 2019 dan más fuerza a la teoría de que el origen de los gitanos es el actual Punjab. "El pueblo gitano huyó de las invasiones islámicas y emprendió un largo camino. Al principio eran bien recibidos, pero cuando la estancia se prolongaba empezaban los problemas", detalla Porras. En los distintos lugares por donde pasaron dejaron huella: Persia, Anatolia, Armenia, Bizancio... "El romero no tiene palabras árabes porque huíamos precisamente de los islámicos, pero tiene griegas, armenias...", afirma Porras.

"Extranjeros considerados magos"

No podemos saber qué pensaban los gitanos, un nombre que no escogieron ellos, pero sí cómo los veían los demás. En el siglo XII, Teodoro Balsamó, un canonista griego nacido en Constantinopla, escribió: "Llevan osos por todas partes y se llaman domadores de osos. Colocan hilos teñidos en la cabeza y en todo el cuerpo de los animales. Después cortan estos hilos y los ofrecen con partes de pelo de los animales como amuleto". Un monje del Monte Athos en el mismo siglo utilizó la palabra athínganos, de ahí se derivaría zíngaro, y los definió como "grupos de extranjeros considerados magos o adivinos". Existen documentos de Suecia, Escocia, Italia, Francia, Grecia, Bélgica, etc., con diferentes descripciones. La mayoría no demasiado positivas.

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Los gitanos llegaron a Cataluña en el siglo XV. Al principio fueron bien recibidos: eran peregrinos cristianos, compartían con los cristianos el islam como enemigo común y exhibían títulos nobiliarios para poder circular. En Barcelona, ​​en 1487 ya había un asentamiento gitano al final de la Rambla, junto a las murallas. La tranquilidad terminó pocos años después, con los Reyes Católicos. A lo largo de los siglos se acumularon las purgas y expulsiones.

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Un holocausto nacional

"Todos los gitanos que ahora hay en Catalunya somos supervivientes de la Gran Redada, nuestro holocausto nacional", asegura Porras. El intento de exterminio tuvo lugar en verano de 1749, bajo el reinado de Fernando VI y orquestado por el marqués de la Ensenada. Se capturaron entre 9.000 y 12.000 personas gitanas, que no salieron de prisión hasta 1765. A lo largo de estos dieciséis años muchos murieron por las terribles condiciones de vida y el trabajo forzado a los que fueron sometidos. La segunda gran barbarie fue bajo el régimen nazi: fueron asesinados medio millón de gitanos en Europa. En algunos países se exterminó a más del 80% de la población gitana, pero en los juicios de Nuremberg no se habló. "Todas estas persecuciones hicieron que nos cerráramos mucho en nosotros mismos; quizás por eso también se ha preservado nuestra identidad, si no nos habríamos diluido", opina la comisaria.

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No hay sólo pasado en el Museo de Historia de Cataluña, sino también presente y futuro. Se han realizado 160 entrevistas a gitanos catalanes de todo el país, incluida la Catalunya Nord. Se les da voz para hablar en primera persona sobre su historia y sobre cómo se ven en veinte o treinta años. El flamenco, la rumba y el garrotín son parte de la aportación gitana a la cultura catalana. La exposición habla también de la importancia de la familia extensa y de los retos, como el paso a las aulas o el antigitanismo. "Queremos dar a conocer nuestra historia y romper estereotipos y autoestereotipos, mostrando nuestra diversidad para que no todos salimos del mismo molde", resume Porras.