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El Hermitage descarta definitivamente Barcelona: cronología de un fracaso

Los promotores confirman que dan por cerrado el proyecto y lucharán por una indemnización del Ayuntamiento

BarcelonaNo habrá una sucursal del Hermitage en Barcelona. Después de 10 años, cuatro emplazamientos, un director, varios proyectos arquitectónicos y artísticos y la promesa de 50 millones de inversión y 380 puestos de trabajo, los promotores de la franquicia han avanzado a El País –y ha confirmado el ARA– que tiran la toalla y solo seguirán el litigio en los juzgados para conseguir una indemnización. Después de la oposición frontal del Ayuntamiento de Barcelona, han parado todas las inversiones, pero esperan recuperar los 3 millones de euros que afirman que han perdido en la última década. Explican a El País que 23 capitales de provincia españolas han levantado la mano para acoger esta franquicia. Las mismas fuentes han explicado al ARA que no harán más declaraciones sobre el tema.

Las primeras noticias del caso se remontan a principios de 2012 bajo el gobierno de Artur Mas en la Generalitat. En otoño salió a la luz el acuerdo de una sociedad privada con el museo ruso, que tiene en los almacenes 2,9 millones de obras de arte, y las negociaciones con el Port y el Ayuntamiento de Barcelona. Para demostrar que Catalunya abría la puerta al proyecto, Mas y Mascarell escenificaron un encuentro con la ministra de Cultura rusa, Alla Yurievna Manilova –años después Mascarell lo rebajó a una simple declaración de intenciones–. Era noviembre de 2012. Los impulsores se llamaban Cultural Development BCN y detrás estaba el arquitecto barcelonés Ujo Pallarés, y Valeri Yarovslavski como inversor.

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En septiembre de 2013 se supo que el científico Jorge Wagensberg pilotaría el centro. Su prestigio reformulando el Cosmocaixa dotaba de solidez y singularidad al proyecto: lo dibujaba como un "museo del conocimiento" más que un espacio expositivo "ancorado en el siglo XIX o XX". El principal inconveniente y los recelos dentro del sector cultural tenían que ver con la financiación. Las administraciones aseguraban que no abocarían dinero público, pero el Hermitage tenía experiencias fallidas en Londres y Las Vegas, y una funcional en Amsterdam. Wagensberg murió en marzo de 2018 y el proyecto artístico perdió a su principal activo.

Presentación en sociedad

En junio de 2016 se hizo una presentación en la Llotja que quería recoger adhesiones entre la clase política y la élite empresarial, a pesar de que desde las administraciones (entonces con Berta Sureda en el Instituto de Cultura del consistorio y Jusèp Boya desde la conselleria) hablaban de ello con distancia. Ahí se supo que el emplazamiento pactado con el Port sería en la Nova Bocana, cerca del Hotel Vela, el tercer lugar anunciado (después de unas antiguas naves en el puerto, el edificio de la Aduana y la Facultad de Náutica). La apertura estaba prevista para mayo de 2019 y la primera piedra se tenía que poner en 2017. El arquitecto del edificio era el propio Pallarés y la concesión sería para 50 años.

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Antes, sin embargo, había que cambiar los usos del solar y añadir los usos culturales a los comerciales. El Port lo aprobó rápido, pero no el Ayuntamiento, que pedía tiempo y estudios de movilidad, y también cuestionaba el origen de la financiación y qué vinculación tendría el museo con el sector artístico catalán. En noviembre de 2017 la recalificación no llegaba y el equipo de Colau justificaba que no veía claro el emplazamiento porque querían usos ciudadanos en la zona. Los vecinos entonces también denunciaban la "opacidad", pero más adelante acabarían remando a favor porque se garantizaban ciertos beneficios, como bolsas de trabajo para vecinos. Mientras la Generalitat se desmarcó del todo del proyecto, el consistorio siempre dio señales de incomodidad.

Mientras, los promotores afirmaban que el proyecto continuaba: habían cerrado el preacuerdo por la cesión de obras con el Hermitage y la inversión subía a los 50 millones de euros, 30 de los cuales por el edificio blanco y serpenteante que había diseñado Toyo Ito (eso sí, a imagen y parecido de otro museo suyo). Calculaban que el museo tendría más de 1 millón de visitantes al año, más que los Museos Dalí. En abril de 2019, cuando se tendría que haber abierto el centro según las primeras previsiones, se aprueba el cambio de usos con los recelos del Ayuntamiento. Aquí ya se menciona el fondo suizo Varia como promotor, que, según El País, controla el 80% de la sociedad Museo Hermitage Barcelona.

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Entonces es cuando empiezan las constantes fricciones entre el consistorio y los promotores. El revés más importante fue, en enero de 2020, cuando el Ayuntamiento encargó varios estudios que desaconsejaban el Hermitage Barcelona. "Ahora mismo el Ayuntamiento no puede autorizar el proyecto del Hermitage", dijo Janet Sanz.

El último giro de guion, en mayo de 2021, fue la inclusión del Liceu en el proyecto para vincularlo a la escena local, una oportunidad que beneficiaría a los promotores y al teatro para que el Ayuntamiento lo mirara con buenos ojos, pero que no tenía fundamento en ningún proyecto –de hecho, no cabía una sala de conciertos dentro del museo–. También apareció como proyecto alternativo la idea de hacer en ese espacio un centro de investigación e innovación, el European Urban Tech, que el Ayuntamiento veía con mejores ojos. Pero, finalmente, en mayo de 2021 el Ayuntamiento de Barcelona tumbó el proyecto y contradijo la aprobación que había hecho días antes el Port. Para no ser tajantes y rechazar de lleno la inversión –que ha tensionado al gobierno municipal, porque el PSC estaba a favor–, aseguraban que se podía plantear de cero un proyecto diferente, cosa que los inversores han declinado. Empezó así una batalla judicial que se podría alargar años y podría comprometer por todo este tiempo el solar de la Nova Bocana. El Liceu, en cambio, ya ha apuntado hacia otro emplazamiento: el espacio que hasta ahora ocupaba el Imax.