BarcelonaEl primer grito fue moderado: “¡Negativo! Ya lo tenemos”. Tampoco hay que pedir mucha épica a las ocho y media de la mañana de un sábado ante la Sala Razzmatazz de Barcelona. Todo el mundo miraba el móvil esperando el resultado negativo del test de antígenos que permitiría acceder al concierto de Love of Lesbian en el Palau Sant Jordi, un recinto sin actividad musical desde la actuación de Izal del 29 de febrero de 2020. El segundo grito, este ya colectivo y catártico, llegó a las siete y media de la tarde, cuando el grupo de Sant Vicenç dels Horts salió al escenario. Media hora de retraso que el público recogió con deportividad mientras por megafonía sonaban los Beatles. “Bienvenidos a uno de los conciertos más emocionantes de nuestra vida –dijo el cantante Santi Balmes–. Estoy muy emocionado. Hacía un año y medio que no pisábamos un escenario como banda. Hoy todo el mundo nos está mirando, de verdad”. Y consciente de la gran responsabilidad adquirida, añadió: “Que os lo paséis lo mejor posible, pero no os quitéis las mascarillas, s'il-vous-plaît”.
El grito venía de las 5.000 personas enmascaradas con las FFP2 facilitadas por la organización. 5.000 personas de pie, sin tener que mantener ninguna distancia profiláctica, como sí que pasó en diciembre en el WiZink Center de Madrid en los conciertos de Raphael, donde el público estaba sentado. 5.000 personas distribuidas en tres burbujas separadas por vallas en la pista del Sant Jordi, cada una con capacidad para 1.800 y, en el piso superior, con zona de bar y lavabos propia; es decir, en la pista ni un vaso ni un bocadillo.
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Allí donde solíamos gritar
Un montón de gente abrigada porque el sistema de ventilación del recinto no era ninguna broma. Un montón de gente observada por promotores de conciertos, organizadores de festivales y periodistas de toda Europa. Un montón de gente allí donde solíamos gritar, un lugar que ayer se transformó en un oasis donde se podían recuperar algunas sensaciones prepandémicas, pero rigurosamente vigiladas, o cuanto menos supervisadas por el estudio observacional de la Fundació Lluita contra la Sida i les Malalties Infeccioses dirigida por los doctores Boris Rebollo y Josep M. Llibre. Un montón de gente junta en tiempo de restricciones y toques de queda que voluntariamente decidió pagar entre 23 y 27 euros para ver a Love of Lesbian y a la vez participar en un experimento tan controlado como puede serlo cualquier cosa en un mundo pandémico todavía poco vacunado: control de temperatura, gel hidroalcohólico, mascarilla y sentido común para gestionar los deseos. El subdirector de Protección Civil, Sergi Delgado, admitía este sábado las “grandes contradicciones” que suponía hacer el concierto cuando la normativa no permite encuentros en casa entre familiares o amigos por Semana Santa. También es cierto que el concierto contaba con el visto bueno de las conselleries de Salut, Interior y Cultura.
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El grito de bienvenida a Love of Lesbian fue contestado con Nadie en las calles, una canción del disco La noche eterna. Los días no vividos (2012). Si el grupo quería hacer una alegoría del confinamiento, no podía haber elegido un título más elocuente. En el bis sonó Allí donde solíamos gritar, otra canción resignificada por la pandemia. Y antes la melancolía había atravesado la épica de Si salimos de esta, que Balmes dedicó a todo el “personal sanitario, de limpieza y de los supermercados, el personal esencial”. “Que nunca más se nos acuda hacer recortes a la salud y a la investigación”, advirtió. Y la fuerza del aplauso fue un mensaje contundente dirigido a gobiernos presentes y futuros.
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A medida que el concierto avanzaba, la extraña emoción del principio se desvaneció, como si banda y público hubiera acordado olvidar la excepcionalidad de la noche. De repente era un concierto como los de antes... pero con mascarilla y gafas empañadas. Love of Lesbian publicarán el disco Viaje épico hacia la nada el 16 de abril, y será a partir de entonces cuando intentarán montar la gira de presentación. Por eso mismo, y porque tampoco han tenido suficiente tiempo para ensayar el temas nuevos, decidieron que en el Sant Jordi el repertorio sería un grandes éxitos en que también aprovecharían para “despedir algunas canciones” que ya no tocarán cuando llegue el momento de estrenar las nuevas. “Será como retomar el último concierto que hicimos y que sea un puente hacia el futuro”, explicaba Balmes viernes. Aun así, hubo sorpresas como la participación de la rapera Ana Tijoux en Universos infinitos y la de Suu en Incendios de nieve. Eso sí, en todo momento prevaleció la clásica comunión entre el grupo y un público que considera propias canciones como Segundo asalto, que canta los "lololo" de Incendios de nieve con la convicción de la primera vez, que baila Belice porque es lo que pide el cuerpo y que identifica Club de fans de John Boy con algún momento importante insertado en la memoria. "Que se repitan muchas más noches como esta en un futuro, si hacemos las cosas bien", había dicho Santi Balmes. El ruido al final del concierto hace pensar que cuanto menos ya hay 5.000 personas que comparten el anhelo. Y que hay todo un sector económico que cruza los dedos para que todo salga bien.
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Un sistema de testaje rápido, eficaz y descentralizado
Una de las novedades del concierto piloto en el Palau Sant Jordi de ayer respecto al ensayo clínico de la Sala Apolo de diciembre es que las pruebas de antígenos no se hicieron cerca del recinto de la actuación, sino al interior de tres salas diferentes: Razzmatazz, Luz de Gas y Apolo. Por allí fueron pasando los 5.000 espectadores entre las 8 y las 16 h. Por ejemplo, en la pista de Razzmatazz había una quincena de puntos de testaje atendidos por personal sanitario. Todo era rápido y eficaz. El proceso completo hasta recibir la notificación con el resultado de la prueba no duraba más de 25 minutos. En el cribado se detectaron un total de 4.994 asistentes negativos y 6 personas con test positivo, con las que se activó el protocolo establecido por el Departament de Salut y, tanto los afectados como sus acompañantes recibirán el reembolso de las entradas del concierto.
También había la posibilidad de participar voluntariamente en el estudio observacional de la incidencia de infección por SARS-CoV-2 en asistentes al concierto dirigido por los doctores Boris Rebollo y José M. Libro. Habrá datos concluyentes del estudio el 10 de abril, y después de contrastarlos con el Departamento de Saludt se comunicarán los resultados obtenidos.